Uno de los ministros del presidente Turbay decía recientemente en Medellín: "es cierto que hay un déficit, pero ese déficit está representado en obras". La frase resume, en buena medida, los resultados de la gestión económica del gobierno saliente. El eje de su política fue la realización de uno de los más ambiciosos planes de inversión pública que se hayan desarrollado en el país. El problema es que no existían los recursos necesarios para hacerlo. Las inversiones programadas en el Plan de Integración Nacional sumaban 950.000 millones de pesos. Hasta el 31 de diciembre del año pasado se habían ejecutado obras por un valor de 539.000 millones, que representaban un 88 por ciento de lo programado hasta esa fecha. La mayor parte de tales inversiones se habían realizado con recursos propios de las entidades ejecutoras y con recursos del crédito externo. Pero una parte importante (cerca del 30 por ciento) se había ejecutado con recursos del presupuesto nacional.Y la verdad es que durante la administración Turbay los ingresos del Estado presentaron una preocupante tendencia al estancamiento, compensada apenas por el rápido crecimiento de un ingreso fortuito como es el proveniente de la llamada Cuenta Especial de Cambios. El ritmo de crecimiento de los ingresos corrientes entre 1978 y 1981 fue apenas del 28.3 por ciento (casi igual al de la inflación), mientras los gastos de funcionamiento crecieron al 39 por ciento y los de inversión al 37 por ciento. Ello obligó al Estado a contratar empréstitos por cerca de 1.850 millones de dólares durante los cuatro años considerados. Aún así, el año 81 terminó con un déficit "real"(recaudos totales más crédito externo menos gastos totales) superior a los 20.000 millones de pesos. Y si se tiene en cuenta que los recursos de la Cuenta Especial de Cambios tienen un carácter fortuito (valorización e intereses por concepto de reservas), el déficit "monetario" superaría los 60.000 millones de pesos. Tal es una de las cargas más pesadas que recibirá el próximo gobierno y por lo cual se especula que podría declarar la emergencia económica (en 1974 el déficit real era de 4.800 millones y el monetario era todavía menor).INFLACION Y ESTANCAMIENTO Aparte de ello el déficit ha tenido serias implicaciones desde el punto de vista de la política económica. El objetivo central de dicha política, según lo expresó desde los inicios de su gobierno el presidente Turbay, era el de lograr un adecuado control de la inflación, sin sacrificar el crecimiento de la producción. Esta tarea se vio dificultada por el alto crecimiento de las reservas internacionales, las cuales pasaron de 2.486 millones de dólares en 1977 a 5.636 millones en 1981. Y buena parte de este crecimiento, especialmente en los dos últimos años, procedía de la contratación de crédito externo y del mismo rendimiento de las divisas con los cuales se estaba financiando el gasto público.Para controlar el efecto expansionista de estos factores, el gobierno tuvo que hacer un gran esfuerzo para reducir los medios de pago (dinero en circulación), primero a través de controles directos como el encaje bancario y posteriormente mediante las llamadas operaciones de mercado abierto. El resultado de las primeras medidas (las de encaje) fue una aguda escasez de crédito que llevó al gobierno a liberar las tasas de interés de algunos papeles (CDT'S) con el fin de aumentar el ahorro financiero. Las captaciones en CDT'S que en 1978 apenas llegaban a 31 mil millones, pasaron en 1981 a 140 mil millones. El costo: un gran encarecimiento del costo del crédito, origen, para muchos observadores, de los problemas vividos por el sector productivo de la economía en los últimos dos años.En efecto, la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto presentó en 1981 uno de los valores más bajos de los últimos años: 2.5 por ciento. Y lo más grave es que el sector industrial, uno de los más importantes del sistema productivo, presentó una tasa negativa de crecimiento. La tasa global no fue menor debido, probablemente, a las inversiones del Plan de Integración Nacional, concebido por sus diseñadores como un instrumento anticíclico. En este sentido, sostienen algunos analistas, el Plan habría servido como remedio para los males que él mismo habría contribuido a crear.LA RECESION INTERNACIONALEs evidente, sin embargo, que la situación internacional tiene mucho que ver en el mal comportamiento de la economía colombiana en los últimos dos años. Como lo sostuvo el presidente Turbay en su discurso ante el Congreso el pasado 20 de julio, "hemos tenido que enfrentar las difíciles consecuencias de una reducción de los precios internacionales del café, y de otros productos agrícolas, hecho que ha venido acompañado de prácticas proteccionistas en algunos países y de la menor demanda externa derivada de la recesión mundial. Como consecuencia de todo ello, en 1981 tuvimos por primera vez, después de seis años, una balanza corriente deficitaria en 655 millones de dólares" Efectivamente, durante los años transcurridos entre 1978 y 1981 el país vio deteriorarse sus términos de intercambio (relación entre el precio de las exportaciones y el de las importaciones), al pasar de 1.18 en el primero de los años mencionados a 0.93 en el último. En 1981 el valor de las exportaciones cayó en un 19.8 por ciento.Tratando de contrarrestar estos problemas, el gobierno hizo grandes esfuerzos en materia de estímulos a los exportadores. Los créditos de Proexpo pasaron de 22 mil millones en 1978 a 44 mil millones en 1981. El costo fiscal de los Certificados de abono tributario (CAT) se triplicó en igual período al pasar de 1.500 millones de pesos a 4.300 millones. Aparte de ello, la devaluación se aceleró a partir de 1980, alcanzando en dicho año y en el siguiente una tasa promedio del 16 por ciento anual, mientras en 1979 había sido del 7.3 por ciento. No obstante, el comercio exterior sigue deprimido y éste será otro de los grandes problemas que tendrá que sortear la recién posesionada administración.Algunos observadores sostienen sin embargo, que la situación externa permitirá, si se logra controlar el gasto público y eliminar el déficit fiscal, un manejo más adecuado de la inflación. Pero todo dependerá, según ellos, de que se logre romper la inelasticidad de las expectativas de inflación que se ha observado en el país. Inelasticidad que estaría relacionada con el comportamiento del nivel de precios, que se ha mantenido a tasas superiores al 25 por ciento anual, a pesar de los esfuerzos realizados por controlar los medios de pago. En 1981 éstos se situaron a tasas del 21.3 por ciento anual de crecimiento y para el presente año se espera que estén por debajo del 20 por ciento. Sin embargo, la tendencia alcista de los precios no se ha logrado romper, aunque se espera que la inflación en este año sea inferior a la de 1981.INGRESOS Y EMPLEO Lo que sí se logró según las cifras, en el período 1978 1981 fue mantener el poder adquisitivo de los salarios de la mayoría de la población trabajadora, a pesar de la inflación. El salario mínimo legal mensual, por ejemplo, pasó de 566 pesos (en precios constantes de 1970) en 1978 a 712 pesos en 1981, en la ciudad, y de 484 pesos a -675, en el campo. En la industria manufacturera los salarios habían pasado de 2.696 mensuales en 1978 a 2.778 en 1980. En el comercio, pasaron de 1.519 en 1978 a 1.61 1 en 1980. En la construcción, de 822 en 1978 a 1.169 en 1981 (para oficiales).También en el mercado laboral se presentó una situación relativamente satisfactoria, por cuanto, a pesar del crecimiento sostenido de la fuerza de trabajo que se observó durante el período como continuación de la tendencia observada desde años anteriores (resultado de los cambios demográficos vividos por el país en la década del setenta), la tasa de desempleo a septiembre de 1981 era la misma de 1978. Ello representa un mayor número absoluto de desempleados, pero también un mayor número absoluto de empleos.En efecto, según las cifras disponibles, la demanda de trabajo respondió más o menos adecuadamente al crecimiento de la fuerza laboral, habiéndose creado cerca de 400 mil empleos nuevos entre 1978 y 1980, lo que representa un incremento del 16.4 por ciento con relación al bienio anterior. Esta situación combinada con el crecimiento en los ingresos reales de los asalariados, debe haber conducido, según los observadores, a un incremento en el ingreso per capita de los colombianos en los últimos años.Una de las razones del crecimiento del empleo podría encontrarse, en opinión de algunos analistas, en las grandes inversiones realizadas por el gobierno en materia de infraestructura y de energía. A estos dos renglones se destinaron cerca de 250 mil millones de pesos durante los años considerados.UNAS POR OTRASParadójicamente, el PIN partía de un diagnóstico según el cual en el país se habían hecho grandes avances en materia de crecimiento del PIB, de aumento del comercio exterior, de acumulación de divisas, de disminución del crecimiento demográfico y de desaceleración del proceso urbanizador, pero persistían problemas relacionados con la producción petrolera, la generación de energia, la red vial y las necesidades de transporte. Y lo que entrega el gobierno es un país con un futuro despejado en materia petrolera -y energética, con una red vial sustancialmente mejorada y con otras grandes obras de infraestructura (especialmente en materia de transporte), pero con las más bajas tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto, con una crisis externa que en el presente año debe arrojar un déficit comercial superior a los 1.000 millones de pesos, con las reservas internacionales cayendo por primera vez en los últimos años, con una gran deuda externa (cercana a los 5.000 millones de dólares) y, lo más grave de todo, con un Estado financieramente quebrado. -