¿Cuál es el balance que usted hace del gobierno que está culminando su período y del proceso de paz que terminó el pasado febrero ?Hay un fracaso del proceso de paz. Creo que era muy difícil hacer algo más de lo que se hizo para tratar de salvar ese proceso.¿Qué factores existieron para que fracasara el proceso de paz? No siempre el método fue el mejor. Al principio hubo ausencia de suficientes condiciones para desarrollar las conversaciones, y también hubo ausencia de propuestas o exigencias concretas, fue difícil llevar una negociación tan abierta y pública; otro de los problemas fue que se apostó todo a lo que ocurriera en la mesa de negociaciones, cuando me parece que faltó llevar a cabo proyectos políticos fuera de la mesa. ¿Y aspectos positivos?El país ganó al darse cuenta de la guerrilla a la que se enfrenta, por dos aspectos: el primero, es una guerrilla que demostró no tener credibilidad política; segundo, es el vuelco de la opinión hacia un rechazo a todo lo que sea guerrillero, lo que puede dificultar la realización de otros procesos.¿Cuál es su análisis sobre el papel de la sociedad en ese proceso de paz?No solamente de la sociedad, sino del país en general. Colombia vive hace 20 años sin saber lo que quiere. Todos hablan de paz, paz, paz, pero la sociedad y los gobiernos carecen de convencimiento para saber qué tipo de paz quieren, en qué condiciones, qué es lo que se puede otorgar.Usted estuvo la primera vez en Colombia a mediados de los años 60, ¿cómo ve el cambio que el país ha vivido en estas décadas?Colombia ha cambiado y ha mejorado muchísimo. En el año 1965 era un país provinciano, godo, que no sabía que el mundo exterior existía, con un papel demasiado fuerte de la Iglesia, había un miedo a la modernización cultural. Era el país del Sagrado Corazón; una nación construida a través de lo religioso, era el único elemento que generaba unidad. Ahora ya no está en eso, y ese logro tuvo un costo muy grande. Yo creería que en los últimos 10 años Colombia ha vivido una modernización muy grande. Si no fuera por el conflicto, Colombia hubiera salido adelante en Latinoamérica porque tiene un potencial inmenso.¿Qué opinión tiene del presidente electo Alvaro Uribe, con quien pudo reunirse en días pasados en la ciudad de París?Es el producto del fracaso del proceso de paz, es el fruto del desgaste de la retórica de la paz. De todas maneras creo que Uribe es muy consciente de que habrá que volver a la negociación, pero antes deberán también fortalecerse las instituciones en todos los sentidos, no solamente en el militar. El tiene el reto inmenso de que la gente pueda nuevamente tener confianza en el Estado, y así el Estado pueda ejercer esa legitimidad.¿Cómo ve la propuesta del nuevo gobierno en los temas de seguridad?El proyecto de organizar un millón de personas para mejorar la seguridad no me parece bien enfocado. Es legítimo ayudar a que la gente se organice, pero no puede haber formas de organización sino se diferencia muy bien esa organización en seguridad, y organizaciones alternativas en participación democrática, todo dentro de un cuadro institucional.¿Cuál es el análisis que puede hacer sobre el papel de Estados Unidos y su política antidrogas con Colombia?Cada vez Estados Unidos se ha hecho sentir mucho más, y tiene mayor conciencia respecto a lo que hay que hacer, sin embargo, lo que han hecho no ha sido exitoso, y si en la política contra el narcotráfico siguen ese camino no habrá muchos resultados. Lo preocupante es que Uribe sigue ese mismo plan, pero si no hay proyectos socioeconómicos de importancia por parte de Estados Unidos hacia Colombia y una ayuda a mediano plazo la situación no mejorará.¿Y la Unión Europea?Ha sido un actor de segundo rango, de muy buena voluntad pero que no alcanzó a entender la complejidad del conflicto colombiano. Se debe resaltar que para la Unión Europea, Colombia no es una prioridad y para participar en el conflicto colombiano hay que poner dinero porque las solas promesas quedan en el aire. No se puede tomar en serio a la Unión Europea mientras no participe en planes reales de desarrollo, institucional pero no militar. El otro problema que existe es la necesidad de que Estados Unidos y la Unión Europea se sienten en una mesa común para discutir qué se va a hacer con el tema del narcotráfico ya que lo hecho hasta ahora es un fracaso.Usted, que pertenece al mundo académico, ¿cuáles son las observaciones a este sector de la sociedad colombiana?Sigue siendo de muy buena calidad si se compara con países vecinos, pero creo que su trabajo ha sido generar un pensamiento demasiado coyuntural, sin pensar en el largo plazo. Sin embargo, estoy seguro que es muy bueno que la academia participe en ese trabajo por la paz, y siempre lo ha hecho con el fin de construir una vía democrática donde haya espacio para debatir sobre los desacuerdos. La clave estaría en que la academia genere un debate que desmitifique el sueño de llegar a un consenso, sin aceptar desacuerdos. Es normal que si se logran acuerdos, se acepten desacuerdos en torno a aquellos, y eso normalmente no pasa en Colombia.Usted tiene dos hijos que nacidos en Colombia y desde hace bastante tiempo viven fuera del país. ¿Cómo vislumbra el futuro de los colombianos?No se debe caer en la retórica sino en juicios más fuertes. No todo es tolerable, ya que han faltado voces que digan que ciertos hechos o cosas no se pueden aceptar de ninguna manera, como por ejemplo el secuestro. Solamente hasta los últimos años se despertó esa voz crítica hacia este acto criminal e inhumano. También creo que ha habido un aflojamiento del juicio moral y político y creo que se debe ser más firme en ese sentido. Si la sociedad se vuelve menos tolerante sobre las violaciones a lo fundamental las cosas serán más claras para Colombia.¿Qué significa Colombia para Daniel Pecaut?Mucho, parte de mi vida. Tengo mucho cariño por un país que tiene aspectos de una cultura más compleja de lo que se dice, y con aspectos más profundos de los que se suele hablar. Es un país que hasta cierto punto conozco más que el mío. *Enviado Especial Berlín