Más de cuatro años llevaba un grupo especializado buscando al asesino de niños que sembró la muerte y el terror en el centro del Valle. Este grupo, en el cual había científicos altamente calificados, recolectó y analizó muchas evidencias sobre el asesino en serie de los cañaduzales en medio de la investigación forense y policial. A pesar de esto admiten que el hombre logró engañarlos con rastros y pistas falsas que generaron un perfil errado. Dónde está mi hijo El miércoles 16 de julio la mamá de Luis Carlos Gálvez avisó a la policía de Pradera sobre la desaparición de su hijo de 12 años. El mismo día se hizo cargo de la investigación el grupo especializado, conformado por la Dijin de la Policía, el Instituto de Medicina Legal y el CTI. La primera pista que obtuvo la desesperada madre de Luis Carlos fue a través de un vendedor de paletas y helados quien les manifestó que el día anterior había visto al menor en compañía de otro vendedor recién contratado por la empresa. De inmediato las autoridades desplegaron brigadas por las calles de Pradera en busca del vendedor de paletas señalado. No fue difícil hallarlo, horas después, voceando su mercancía por las calles del pueblo. Después de capturar al supuesto asesino el grupo encargado de la investigación allanó una vivienda del barrio El Cairo donde éste había alquilado, pocos días antes una diminuta habitación. En el lugar los investigadores encontraron recortes de periódico con informes sobre las muertes de los niños, cuyos cuerpos fueron encontrados en similares circunstancias, jeringas y algunas sustancias que están siendo analizadas. Pero la prueba contundente fue el hallazgo del reloj de pulsera que usaba Luis Carlos el día de su desaparición. Confrontado con esta prueba el homicida confesó el asesinato y señaló el lugar del cañaduzal donde dejó el cuerpo sin vida. Dramática confesión El hombre capturado fue identificado como Manuel Octavio Bermúdez, nacido en Trujillo, Valle, tiene 42 años y es padre de dos hijos. Fue llevado desde Pradera hasta Cali donde se le practicaron múltiples pruebas con el fin obtener certeza sobre su culpabilidad y cuantificar el número de víctimas. A pesar de que durante el primer interrogatorio este hombre manifestó con frialdad, "Sí, violé y maté a los niños", el CTI decidió mantener la prudencia e iniciar una serie de pruebas como el ADN, muestras de sangre y análisis siquiátricos, para determinar si en verdad este es el "monstruo de los cañaduzales". Una delegación de fiscales, científicos y agentes del CTI, así como la directora de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación llegaron a Cali para acompañar de cerca la evaluación de las evidencias, estudiar la confesión y judicializar al asesino. Al cierre de esta edición y según los datos aportados en un segundo interrogatorio, Manuel Octavio Bermúdez habría declarado que tuvo contacto con más de 50 niños de la región. Esta última confesión señala el comienzo de otra etapa en la abrumadora investigación judicial: el reconocimiento y la identificación, con la ayuda del criminal, de los menores que aún están reportados como NN, y la entrega del cadáver del niño Andrés Felipe Serna Useche, primera víctima de Bermúdez. Los familiares de los niños asesinados podrán por fin darle cristiana sepultura a los pequeños y aliviar en algo su dolor. También manifestaron que es importante esta captura porque con ella se pone fin al terror que se había apoderado de los pobladores del centro del Valle.