Era impredecible dentro del campo de juego. Cuando recibía la pelota para encarar a sus rivales se podía esperar cualquier genialidad producto de su velocidad, gambeta y habilidad. Este jugador que se curtió en las polvorientas calles de Tumaco, que luego derrochó fútbol en Millonarios, Cali y América y que durante la década del 70 fue el símbolo de la selección Colombia; nunca pudo jugar un Mundial y se quedó con la espinita de ganar un torneo continental. Durante el primer semestre de 1975 Efraín el ‘Caimán’ Sánchez dio a conocer la lista de convocados para competir en la Copa América. “En la lista estábamos los mejores jugadores del país. La figura del ‘Caimán’ era bien aceptada y no sentimos resistencia por parte de la prensa. Es más, la gente al principio casi ni nos paró bolas. Al fin y al cabo el fútbol colombiano no tenía mayor credibilidad”, relata Willy. Y es cierto. El balompié criollo vivía del recuerdo del empate 4 a 4 ante la Unión Soviética en el Mundial de 1962. El resto de nuestra historia estaba llena de goleadas y humillaciones. El color zapote, con la bandera colombiana cruzada, simplemente era la camiseta de otra cenicienta dentro del panorama suramericano. El equipo se concentró en Bogotá y Cali. Fue uno de los primeros grupos en generar la costumbre y disciplina de concentrarse y prepararse con una pretemporada seria. Willington Ortiz recuerda que se presentaron algunos problemas: “En la parte logística las directivas de la Federación nos dieron todas las facilidades. En lo único que tuvimos problemas fue en el momento de cuadrar los premios, algo que no ha cambiado con el paso de los años”. La clasificación colombiana a la Copa del 75 sirvió para que el país se fijara en el equipo y se llenara El Campín. Con el dinero de ese torneo construyeron el edificio de la Federación, ubicado en el tradicional barrio de Teusaquillo, en Bogotá. Era clave ganar en casa y obtener puntos a domicilio. Esta selección tenía como virtud el jugar muy bien por fuera de Colombia. En forma sucesiva los colombianos vencieron a Paraguay, Ecuador y Uruguay, con una sola derrota ante este último. El contrincante en la final era Perú, que por sorteo le ganó el cupo a Brasil. “Hubiera preferido que fuera Brasil pero el presidente de la Conmebol era peruano y tuvo toda la facilidad para acomodar el sorteo y la sede. Dentro del reglamento decía que en las siguientes 48 horas había que jugar el partido. Pero el presidente de la Conmebol arregló todo para una semana después y un jugador como el ‘Cholo’ Sotil, que militaba en el Barcelona, pudo llegar a jugar. La dirigencia colombiana se durmió un poco”, dice el ex delantero. En el partido de la final ante los peruanos, que se disputó la noche del 28 de octubre de 1975 en Caracas, Willington Ortiz jugó con una luxación de codo. “Jugué lesionado ese partido con camisa corta y un vendaje en el brazo bueno y dejé el brazo malo sin vendaje. Engañé a los rivales. Pero fue un partido muy complicado. Había mucha amargura al final y en el camerino corrieron muchas lágrimas”. La Selección Colombia del 75 mereció el título pero no le alcanzó. Lo más importante fue que le dio confianza al jugador criollo para entender que sí se podía ganar y que había materia prima para hacerlo. Willington Ortiz nunca asistió a un Mundial, ni ganó nada en el nivel internacional, pero su nombre quedó por siempre grabado en la galería de los grandes del fútbol colombiano. n