Una gran expectativa concitaba la presentación del diestro de Galapagar, España, José Tomás, por todo lo que se había dicho de él después de su reaparición en Barcelona. Y a fe que en lo poco que se le pudo ver llenó del todo esas expectativas por su manera de torear con tanto arte y valentía. Sin embargo los toros de don Jerónimo Pimentel, por su exceso de kilos y poca fuerza estuvieron a punta de echar por la borda toda esa esperanza que había por ver una tarde completa. Estuvo tan atacada de carnes que hubo un toro de 594 kilos, que por supuesto, después de la poca pica, se rajaron y buscaron los terrenos de adentro, donde no posibilitaron el triunfo completo de los toreros de turno. José Tomás Con qué majestuosidad torea este diestro español. Con qué porte. Con qué quietud. Con qué temple. Definitivamente hacía mucho rato no pisaba la arena de la Santamaría un diestro con tanto poder y sapiencia. A su primer toro le instrumentó unos estatuarios al comienzo de su faena sin moverse un ápice. Con ese garbo y ese poder incomensurable. Luego tandas de derechazos a un toro que rehuía y él, José Tomás, casi obligándolo a embestir, haciéndolo pasar por esa muleta, casi que con magia, con temple, con quietud y sobre todo pases ajustados a su cintura, con los pitones del toro a milímetros de su cuerpo. En fin, cátedra de cómo se debe torear fue lo que dictó José Tomás. Al final de su faena una manoletinas con un sello muy personal para luego dejar una estocada entera que hizo rodar al manso de El Paraíso y recibir la primera oreja de la tarde y pitos al toro en el arrastre. A su segundo ejemplar la presidencia del festejo lo cambió, al parecer por manso, y su sustituto, un toro de Achury Viejo de 477, luego del tercio de varas, tampoco prestó juego y se refugió en las tablas donde el maestro Tomás le instrumentó pases sin poder ligar pero con ese sello suyo tan personal y poderoso. Lo mató de pinchazo y estocada. Al finalizar la tarde recibió la más clamorosa de las ovaciones por parte de los aficionados. Ojalá podamos verlo de nuevo, pero con toros que den algo de garantía y con seguridad armará un lío bien grande. Finito de Córdoba Definitivamente ni fú ni fa. Este diestro requiere que le salgan al ruedo toros de embestida suave y sin peligro, porque de lo contrario nunca va a poder ligar una faena, por lo menos respetable. Y por Dios, qué manera de entrar a matar, saliéndose de la suerte de una manera descarada y miedosa. Y ni se diga con el verduguillo cuando quiso descabellar, a dos metros de los pitones del toro. Así no se puede. Pues claro, se llevó la peor bronca en lo que vamos de la temporada y con justa razón. Ojalá esta sea una de las últimas presentaciones de este matador en Bogotá. Y no lo dice este cronista, sino muchos de los aficionados a los que les pregunté sobre su irregular actuación. Ramsés Ruiz En cambio el torero bogotano estuvo a la altura del compromiso y a pesar de que torea muy poco –unas cuatro o cinco corridas al año–, a sus dos ejemplares les dio la lidia adecuada con tandas sobre ambas manos con mucho temple y poder. Y sobre todo arrimándose de verdad. Tanto que al salir de una de las tandas alcanzó a ser levantado con la paleta de unos de los pitones y el toro se le echó a los lomos para después caer de manera aparatosa, pero por fortuna sin consecuencias que lamentar. Se levantó rabioso y le instrumentó molinetes de rodillas que le llegaron al público por lo que fue fuertemente ovacionado. A este su primer ejemplar lo mató de una estocada ladeada y recibió como premio el saludo desde el tercio en medio de la ovación de los aficionados. Y a su segundo ejemplar le dejó esa estela de buen torear: con gusto y temple con tandas de naturales a un toro que por menos lo dejó estar a gusto. Y que metió la cabeza con algo de bondad. Lo mató de certera estocada, un tanto contraria, pero que hizo rodar al toro sin puntilla. La afición bogotana lo premió con una sonora ovación por lo que le fue concedida una oreja. Como siempre, Ramsés dejó las puertas abiertas para una próxima presentación. La corrida del domingo Vuelve a Bogotá Julián López, El Juli, de una campaña envidiable en España en cuanto al número de triunfos y corte de orejas. Lo acompañarán el fino diestro español Miguel Ángel Perera y por Colombia el triunfador de las ferias colombianas: Luis Bolívar. Lidiarán un encierro de Juan Bernardo Caicedo, que quienes lo han visto en el campo tiene todo el tipo y el trapío para embestir.