Siempre que se habla de música fusión, el pensamiento recae sobre lo mismo: Shakira, Juanes, Carlos Vives, Cabas y otros cantantes jóvenes que hoy son famosos internacionalmente. Se puede decir que ellos son algunos exponentes de este tipo de música. Sus experimentos han dado algunos resultados. Suenan en discotecas y tienen muy contentos a sus empresarios por los números de ventas que registran. La exitosa música de estos artistas presenta como rasgo común la combinación de instrumentos de diversos géneros musicales y de variadas épocas. Así, Vives pudo poner en su música guitarras eléctricas, tambores y acordeones y creó un vallenato roquero, y Juanes y Aterciopelados echaron mano de la música guasca para hacer novedosas producciones. “Eso es música fusión. La idea es coger un poco de varios tipos de música y hacer cosas nuevas. Pero en esa mezcla es donde está el peligro, porque mientras algunos lo hacen para crear ritmos y sonidos nuevos, otros se concentran en vender más discos simplemente. Eso es una traición al arte”, opina Carlos Heredia, uno de los expertos que más se han dedicado a estudiar los fenómenos musicales en Colombia. Y es que el tema de los famosos toca muchos sentimientos en los músicos de academia, que no ven en la música un negocio, sino todo un arte que no tiene precio. La historia escrita por estrellas Por si fuera poco, las grandes estrellas, además de ser exitosas en ventas y de tener algunos aciertos, son triunfantes en cuestiones de imagen. Tanto, que la historia que más se conoce de música fusión se sustenta en ellos. La versión más popular empieza por Carlos Vives con su disco Clásicos de la provincia y sigue con Pies descalzos hasta Hips don’t lie, de Shakira. Pasa por Juanes y sus versiones de la Camisa negra y el Burrito sabanero; por Aterciopelados, con temas como Baracunatana, y termina en Cabas, Lucas Arnaud y todos los taquilleros de la época. Pero los académicos tienen razón. Las fusiones en música no se quedan ahí. Para los expertos en música, la cosa va más allá de combinar un acordeón con una batería, o una guitarra con música gitana y un movimiento de caderas. Tampoco basta con tomar letras de curtidos músicos de antaño y darles un tono roquero. Música para conservar la memoria Para ellos, las fusiones en música tienen dos objetivos. “El primero, basarse en estudios de historia folclórica y, segundo, preservar la memoria. Ahí está el gancho”, dicho por el propio Heredia. La idea es hacer con eso propuestas novedosas, así no vendan grandes volúmenes de discos. Éstas son las que estarán en la tercera versión del Festival de Música Fusión que prepara la Universidad Nacional para la semana del 13 al 21 de abril. Un buscador de innovaciones es Sergio Arias, director de la agrupación Cabuya. Él dedica muchas de sus horas a esculcar los discos de su abuelo y analizar cada nota musical que encuentra en los acetatos de antaño. “Hago pesquisas de discos antiquísimos que tenía mi abuelo, como Lucho Bermúdez, Liceo Herrera, Pacho Galán, la banda de Los Reyes Sin Corona y la banda del 19 de marzo. Lo rico de esas joyas es procesarlas y arrastrarlas a los tiempos modernos para juntarlas con otro tipo de sonidos de tambores, batería, bajo, guitarra eléctrica, pitos, trompetas, teclados y sintetizadores”, comenta Arias. Desde hace 10 años, él viene haciendo experimentos musicales con diversas fusiones de instrumentos y géneros. Arias es una buena muestra de que ese tipo de trabajos sí que se ha sabido hacer en Colombia. De hecho, hay una gran revolución en esta materia y, lo mejor, no responde sólo a una moda, sino que es como un ansia colectiva de aprovechar las raíces culturales para crear ritmos nuevos que se podrían convertir en la nueva música popular. Poca difusión Pero el camino ha estado lleno de dificultades, sobre todo, porque la irrisoria difusión que se ha hecho se estanca en las grandes estrellas. Por ejemplo, pocos saben que antes del gran acierto musical de Vives con Clásicos de la provincia, hubo quienes hacían lo mismo. Arias recuerda que previo a éste, en Colombia el grupo Génesis hacía atractivas mezclas instrumentales y que más tarde un grupo llamado Distrito Capital empezó a utilizar el acordeón en el rock y eso le gustó al samario. Y son menos aun los que recuerdan que dentro de los créditos de aquel trabajo de Vives aparecía el nombre de Antonio Arnedo como intérprete de instrumentos de viento. Él es el mismo que hoy tiene como bandera el jazz para mezclarlo con músicas de las costas atlántica y pacífica, de los Andes colombianos y de comunidades indígenas. En este tipo de matrimonios musicales se han basado los cuatro discos que ya tiene en el mercado. En silencio y sin ser un famoso de afiche, Arnedo ha marcado buena parte de la generación de músicos que quieren hacer fusiones de la música colombiana con otros sonidos. De hecho, el jazz se ha convertido en un género clave para las tantas conjunciones que se están dando. La mejor explicación de esa intromisión la da Leonardo Gómez, manager del grupo María Mulata y quien desde hace una década está metido en todo este cuento. “Lo que pasa es que el jazz nos seduce a casi todos los músicos porque es un equilibrio entre lo culto y lo popular. Tiene espacio para la improvisación y es atractivo para los oídos de los músicos”. Y explica que “hay movimientos muy fuertes en el mundo de incorporarlo en todas las músicas. En ese sentido, es normal que se haya convertido en una alternativa casi incondicional”. Pocos lo entienden. Por eso, las grandes disqueras no han puesto sus ojos en ellos. Pero hay esfuerzos que han servido en algo. Un ejemplo es el que ha hecho Millenium Representaciones. Un reconocimiento internacional Su trabajo se ha concentrado en impulsar a los artistas de música fusión de Colombia. El pasado fin de semana se anotaron un ‘hit’ con el premio que ganó la agrupación María Mulata en el festival de Viña del Mar. El tema Me duele el alma, de este grupo, fue reconocido como mejor canción folclórica. Me duele el alma tiene un ritmo tradicional colombiano llamado bullerengue, que se basa en tambores. “Eso nos demuestra que en este tipo de música hay madera, y de la buena. Por eso les apostamos a estos artistas que buscan recuperar la música olvidada y que no figuran entre los intereses de las grandes disqueras”, opina Rafael Sánchez, de Millenium Representaciones. La idea que tiene su organización es mostrar estos grupos para que, cuando se hable de música fusión, se piense en muchas otras más cosas distintas a las que el pensamiento viene evocando hasta ahora cuando se habla de ella.