Durante tres años Andrés Sanín, Sebastián Chalela y Juan David Sánchez estuvieron recorriendo Bogotá, leyendo la letra menuda de los clasificados, sacando recortes del periódico, repasando de la A a la Z las páginas amarillas, recibiendo papelitos en las calles, leyendo los carteles que pegan en las paredes, en las cajas de electricidad y en los postes de la luz y abriendo bien los ojos y los oídos para encontrar cualquier pista que los llevara a los lugares más extraños, sorprendentes, estrafalarios y atrevidos de la ciudad e incluirlos en una guía a la que bautizaron: Bogotá Bizarra: la única guía para perderse en la ciudad. El libro estará en las librerías a finales de la próxima semana con el sello de la Editorial Aguilar, se lanzará en Lux (Calle 58 No 10 - 40) el próximo 20 de septiembre con una fiesta bizarra y su único propósito, según sus autores, es que quienes la lean empiecen a mirar la ciudad con otros ojos y terminen perdiéndose en ella y, ojalá, descubriendo lugares aún más insólitos. He aquí una lista con 10 lugares bizarros de todo tipo para que se pierda este fin de semana en la oscuridad de la ciudad, buscándolos. 1. Para rumbear con Elvis y Superman La Plaza En donde quedaba antes el teatro Astor Plaza la gente ahora baila merengue, salsa o lo que le pongan en una plaza típica de pueblo, con balcones, fuente e iglesia. En cualquier momento un bombazo interrumpe la rumba. La iglesia desaparece y todos miran con asombro el escenario. Primero aparece un hombre diminuto vestido de esquimal, cambian de música y sale el mismísimo Elvis Presley, cantando, bailando, batiendo las piernas, los hombros y la cintura a ritmo de rock and roll. ¡Elvis más vivo que nunca!, pero también más chiquito que nunca. Elvis personificado por Luis Andrés Arenas, un hombre de 1,25 cms que estudiaba criminalística y estaba a punto de dedicarse a la dactiloscopia, el levantamiento de cadáveres, la balística y la investigación cuando se topó su mirada en la calle con la del coreógrafo mexicano Alex Molina, el mismo que bailó junto a Madonna y que ahora se encarga de montar los más de 40 espectáculos que hay en la Plaza. 2. Para levantar pollos Los Pollos.com Si usted es de los que le encanta estar desnudo o en ropa interior y no le molesta que a su alrededor haya más hombres desvestidos, éste es el lugar. Busque una puerta de metal en la Caracas con 59, timbre y un pequeño hombre bajará a abrirle para que suba las escaleras. Lo primero que encontrará es un pequeño cuarto donde sólo cabe usted. Ahí hay una ventana para que pague la entrada. Con 3.500 pesos será suficiente para que el barman-portero-video jockey lo deje seguir. Cuando entre a este templo de adonis semidesnudos verá una sala con tres sofás y un televisor donde pasan alguna película pirata que aún no está en cartelera. Seguramente se sentirá incomodo pues será el único completamente vestido. 3. Para irse de carnaval Muelle Mackenzie ¿Quién no ha soñado con ir a un Carnaval de Barranquilla? El problema es que no hay plata para echarse el viaje hasta Curramba o si la hay, no coinciden las vacaciones con las de las festividades costeñas. Jairo Mackenzie encontró la solución. Trajo el carnaval 2.500 metros más cerca de las estrellas y trabaja con ahínco para transformar la cultura cachaca, caracterizada por la timidez, la introversión y el sentido del ridículo, en toda una cultura festiva. Para eso abrió su bar, restaurante y discoteca Muelle Mackenzie. Para eso pintó sus paredes con los amarillos, azules y rojos chillones del carnaval y con los personajes característicos del Carnaval de Barranquilla: la marimonda, el garabato y la negrita pulai. Para eso trabaja junto a otros dueños de bares y discotecas del sector en la realización del Carnaval de Chapinero. 4. Para que lo azoten mientras azota baldosa Abnocto bar gótico boutique Aquí no va a encontrar vampiros, aunque sí unos grandes espejos en los que se reflejan las caras sombrías de los góticos que allí se reúnen. También, podrá toparse con una boutique donde unos maniquíes desmembrados lucen prendas oscuras, predominantemente negras, algunas con un corte romántico y otras con uno sadomasoquista. Las pulseras de cuero y taches, los collares de metal y los amuletos mágicos que están en el mostrador le dan pistas al visitante sobre los arcanos secretos de la magia. Las paredes son negras y en ellas cuelgan dibujos, fotografías, todo tipo de objetos artísticos que recuerdan lo oculto, la sangre, la tortura, el placer, la seducción y la sensualidad, características comunes de los clanes que viven de noche y alaban la luna. Lo que encuentre en las paredes cambiará ya que ese espacio, aunque tiene algunos cuadros permanentes, está allí para exposiciones temporales que hagan juego con el lugar y sean aprobadas por los socios. Los candelabros botan su luz sobre los recordatorios fúnebres, las flores marchitas, las manos de uñas negras que sirven los tragos en la barra. Detrás de ésta, de las copas y el hielo, se mueven figuras andróginas, pálidas, con cortes de pelo que en pocas partes se ven, vistiendo terciopelos morados o cuero hasta los dientes, protegidos por una gran cruz o una estrella mágica colgada al cuello. 5. Para recalentar motores Aroma y tanga Cra. 15 # 95-52 Cerveza $3.500 Baile $40.000 Aroma y tanga es el kínder del striptease. No porque se quede en pañales, ni empleen menores, sino por su aire inocente. Es una barra de bar que va a lo largo de un corredor angosto. Los hombres se sientan a tomar cerveza, a charlar con sus amigos y a coquetearle a la mesera, mientras persiguen con sus ojos los atributos de las demás camareras. Ellos tienen más cara de colegiales que de viejos verdes. Ellas, más cara de porristas que de estriptiseras. Maquillajes suaves en vez de talcos apelmazados y lentes de contacto de colores; disfraces de enfermera, mucama, esmoquin o policía, según el día, en telas brillantes tornasoladas y tacones de puntas de aguja les dan un toque de fina coquetería. 6. Para no pasar la noche en ceros... Platinoz 74 ¿Es usted un macho man? Demuéstrelo en OZ 74. No se cohíba cuando la bailarina lo elija para tener sexo en vivo delante de una jauría de desenfrenados. Todos los que pagaron su respectiva cuota de 3.000 pesos estarán babeando por ver el show. No sería justo decepcionarlos. ¿Que es impotente? Nadie se lo creerá y menos después de presenciar el baile de la marinera erótica, el orgullo del lugar, una mona natural’ de sombrero marinero y gafas oscuras de piloto que se va desnudando mientras baila en una especie de alberca rodeada de hombres. Acostada en el baldosín blanco con las piernas entreabiertas sube y baja sus caderas. Luego lanza una pierna contra el cuello de algún inocente, le hace una llave y le sujeta la cabeza entre sus muslos sin que la víctima sepa qué cara poner. Las compañeras también juegan con los clientes, se suben sobre sus cuerpos temblorosos, los provocan y si usan gafas se las quitan y las lamen como si fueran paletas. 7. Para menear las caderas con Gayshira Theatron Un antiguo teatro porno es ahora el lugar de reunión de cerca de 3.000 personas que semanalmente bailan en alguno de sus ambientes. Hombres con hombres, mujeres con mujeres, hombres con lo que parece ser una mujer o mujeres con lo que parece ser un hombre, eso no importa. No importa quién sea, no importa qué haga, no importa qué le guste. Sólo importa que no le importe lo que los otros hacen. Theatron está dividido en cuatro. Primero está el restaurante para comer algo ligero durante la rumba (que en el día se convierte en cafetería para los transeúntes de la trece). Otro espacio es el Teatrino, que está dedicado a la música electrónica más fuerte: tech, jungle y algo de trans. Dos barras y cientos de ‘transeros’ se encuentran en este lugar. Las luces de fiesta de 15 se mezclan con el humo de cigarrillo y el vapor que sale de cada uno de los cuerpos. Algunas sillas de teatro rodean las mesas junto a las barras, que se llenan de gente esperando tomar un poco del elíxir prometido. Theatron es una de las discotecas gay más grandes de Latinoamérica. 8. Para enrumbarse en el mundo de Almodóvar La Pantera Roja La atmósfera del lugar es roja como la pantera que se alza sobre la barra, una escultura que más parece una esfinge egipcia que el emblema de uno de los bares más antiguos de la ciudad a los que acuden todas las noches hombres enamorados de otros hombres para bailar merengues y vallenatos y disfrutar de los shows de transformismo que allí hacen cada noche y dentro de los que se destacan el de la Lupe, un transformista que dobla la voz de Helenita Vargas y Chavela y el de otros que, vestidos de charros mexicanos, hacen shows de ranchera acompañados de un enanito que canta con el pecho hinchado de orgullo enano: “....pero sigo siendo el rey”. Uno de los más importantes eventos que allí celebran cada año es el Reinado Gay del Bambuco. Participan transformistas del todo el país en representación de cada departamento, se presentan en trajes de gala y de fantasía y bailan a la perfección el Sanjuanero, antes de ser coronadas. 9. Para viajar a Kingston con lo del bus Congo Si el billete no le alcanza para tomar un crucero por el Caribe, si San Andrés no es más que un sueño ligado a esas vacaciones que nunca llegan, si está que se baila como en los videos de MTV pero el frío de la capital lo tiene envuelto como un tamal, su solución está en Congo. Este local, que cabría en la categoría de bar, es en realidad una playa en donde la rumba no se detiene. Sus caderas sucumbirán al ritmo del reggae, el ragga, el booty, la socca, y sentirá el calor de las costas llenando su cuerpo. Aquí se puede tomar cocteles de sombrillita y bailar descalzo sobre la arena. Los tambores se conectarán con ese ser indómito que el día a día le obliga a encadenar y en una noche podrá sentir como si hubiera viajado todo el fin de semana a orillas del mar. 10. Para echarse un duelo de vaqueros El Rodeo Los vaqueros no sólo están en las películas de Hollywood, por eso en Bogotá hay un rancho subterráneo donde los apasionados por el ganado y los caballos se sentirán como en casa. Esta es la cantina que se podría encontrar a la salida de una mina de oro para celebrar con sus compinches la adquisición de su fortuna. Las paredes son troncos y la luz viene de algunos faroles colgados de las vigas. Abundan los cueros decorativos y las meseras vestidas de vaqueras. Fustas, lazos, riendas y sombreros completan la ilusión del lejano oeste. Las puertas de vaivén de los baños completan el escenario en donde ni el sheriff falta pues anda sirviendo tragos detrás de la barra. No verá duelos ni malhechores de bigotes largos que acaban de escapar con el botín de un banco pero podrá disfrutar de la música de nuestra rumba colombiana mientras hace parte de lo que parece un pasaje de las historias del Llanero Solitario.