Luego que SEMANA publicó una investigación (‘¿Quién quiere ser millonario?’) sobre cómo una veintena de empresas parecieran haber encontrado la fórmula mágica para multiplicar el dinero, las autoridades decidieron meterse de frente con el tema para revisar que es lo que está sucediendo. La Dian y la Superintendencia de Sociedades decidieron ayer sumarse a las investigaciones que vienen adelantando la Fiscalía General y la Superintendencia Financiera sobre las actividades de varias firmas que ofrecen altos beneficios económicos en breve tiempo. Cada entidad manifestó que hará lo que está dentro de sus competencias y que colaboran entre ellas. Sobre las empresas del “mercado de dinero fácil’, como lo calificó la Supersociedades, recae la sospecha de que estarían incurriendo en actividades ilegales como lo es la captación de dinero. El personaje que inspiró en todo el país este mercado es el polémico empresario David Murcia Guzmán, presidente internacional del Grupo DMG. Sobre esta empresa la Supersociedades anunció que será sometida a vigilancia inmediata “considerando el alto monto de sus ingresos y las actividades presuntamente comerciales que desarrolla, con ofrecimientos de pagos de intereses o rendimientos que superan, supuestamente, a los del mercado financiero”. Y además encontró que “pese a que la Superfinanciera le ordenó cesar sus operaciones de captación masiva, sigue operando en el Putumayo, Huila y Bogotá, entre otras regiones” Durante el trabajo de investigación SEMANA habló con Murcia Guzmán. Él insiste en la legalidad de sus actividad y dice que todo el ruido en torno a su negocio es por ser el de extracción humilde. Estos son algunos apartes de la entrevista: SEMANA: ¿Quién es David Murcia Guzmán? DAVID MURCIA GUZMÁN: Hago empresa desde los 15 años. Ahora tengo 27. Estudié actuación y trabajé cinco años en la televisión colombiana. Fui coordinador de extras, y alcancé a reunir unas 2.000 personas. La gente pagaba los cursos de actuación y luego los llevábamos a trabajar. Yo llevé la mayoría de gente de la película ‘Bolívar soy yo’. Por una decepción amorosa me fui para Santa Marta. Trabajé haciendo videos turísticos como dos años. Llegué a tener 17 camarógrafos y dos salas de edición. Luego me fui para Pitalito, Huila, donde monté una red solidaria. La idea era ayudar a los pobres. Yo no tocaba un peso de lo que donaban. Nunca le dábamos plata a la gente. Si necesitaban medicina, se compraba y se entregaba. Empezaron a hacerme la guerra, a decir que yo me estaba guardando la plata y entonces decidí irme y llevar la red a La Hormiga, Putumayo. SEMANA: ¿Usted siente que lo persiguen? D.M.G.: Es normal que persigan a una persona exitosa que surgió de estrato bajo –yo vengo de estrato uno–. Que investiguen si estoy con narcotráfico. SEMANA:¿En qué consistía su negocio en ese momento? D.M.G.: En La Hormiga yo hacía el programa radial de la red solidaria, pero necesitaba sostenerme, entonces comencé a vender productos naturales. El negocio empezó a crecer mucho. Arrendé un local y nombré un director en cada vereda. Repartía las ganancias con la gente. Les decía: si usted me ayuda a vender este vaso, le doy 100 pesos y yo me quedo con otros 100. Vendíamos entre todos. Yo daba garantía, devolvía la plata si el producto no servía. El negocio creció más, le metí una línea americana de productos y luego electrodomésticos. SEMANA: ¿Cómo manejó la presión de los grupos armados en una zona tan conflictiva como Putumayo? D.M.G.: Nunca me metía con ellos y ellos no me molestaban porque veían que yo no era el típico personaje que se quiere llenar a costa de los demás. Al contrario, yo hago que la gente también progrese; me preocupo por el bienestar de los demás. Tal vez esa era la gran diferencia entre los comerciantes de allá y lo mío. De vez en cuando sí pasaban por sus vacunas. Eran paramilitares. SEMANA: ¿Cuándo aparecen las tarjetas prepago, que son la fórmula con la que funciona hoy DMG? D.M.G.: El sistema prepago aparece desde ese entonces cuando la gente comienza a encargarme cosas. No tenía el dinero para traer todo lo que me pedían. En 2003 le dije a la gente que la única forma de que les podía llevar los productos era que me hicieran abonos. Algunos confiaban tanto que me dejaban la plata completa. Monté oficinas pequeñas con el mismo sistema por todo el Putumayo. Llevábamos catálogos y productos de muestra; la gente empezaba a hacer sus pedidos y se creció la cosa. El prepago se aumentó tanto que me vine para Bogotá en 2005 cuando manejaba entre 150 y 200 millones de pesos. Necesitaba asesoría para poder controlar el negocio. Dentro de esas asesorías conocimos las tarjetas prepago. La idea principal es que siempre se pueden hacer muchas cosas entre todos. Soy una persona que ayuda muchísimo a la gente y me gusta. SEMANA: ¿A partir de que momento comienza su éxito en Bogotá? D.M.G.: La empresa que constituí en Bogotá se llamó DMG S.A. Comenzamos a utilizar el sistema de tarjeta prepago, como la operan las compañías de celulares, con un valor y con un código para poderla utilizar. Así me evito una cantidad de trabajo manual. Con el sistema la gente prepaga 50.000 pesos, 100.000... lo que necesite en consumo. En ese momento empecé a tener amistades con federaciones que se dedicaban a la comercialización y exportación de productos. Fui a conferencias acerca de esquemas comerciales. El posicionamiento de marca lo aprendí con un conferencista que trabajaba en Coca Cola. Me interesó el tema y vi que era un negociazo tener una marca. Es una industria, y además es de sólo papeles. Así que diseñamos un logotipo, lo registramos y empezamos a trabajar sobre la marca. SEMANA: ¿Al cierre de 2007 cuánto sumaron las actividades comerciales de su grupo? D.M.G.: No sé la cifra exacta. Pero más o menos están en 33.000 millones los movimientos. Las empresas de Panamá, que se manejan aparte, han movido 500.000 dólares. Las de Ecuador están como en 300.000 dólares. En Venezuela todavía no ha comenzado la operación. México y Brasil empezarán pronto. SEMANA: En su empresa dicen que no pagan rendimientos sino que ofrecen puntos por publicidad, ¿cómo es eso? D.M.G.: Igual que las grandes cadenas. Sólo que allá no le dan la opción a la gente de que puedan convertir esos puntos en dinero. Nosotros tenemos el concepto de pago por publicidad, para la gente es una plata ganada. SEMANA: ¿De qué depende la variación en el pago de los puntos? D.M.G.: Todo esto viene de estrategias porque esto es una combinación de muchas cosas. Con nuestra tarjeta prepago usted puede comprar desde un mercado hasta un carro, dependiendo de lo que tenga la tarjeta. Si no quiere cambiar lo que recarga es problema suyo. Nosotros no podemos obligar a la gente a que lo consuma. Esa era la pelea con la Superintendencia, que dice que nosotros tenemos que pelearnos con la gente y decirles ‘ya perdió’. Eso no va con las políticas de la compañía, y la compañía ha progresado por eso. SEMANA: ¿Insistimos en cuál es el criterio para decir que se paga el 100, el 30 o el 40? D.M.G.: Por el número de clientes. Yo no le puedo pagar lo mismo al que me trae unos clientes de 20 millones al que me trae gente de 100.000 pesos. Necesitamos cumplir con una meta. Si no hemos cumplido con la meta, lo que hacemos es incentivar a la gente para que traiga más personas y para que compre más tarjetas. Entonces lo que hacemos es aumentarle. Esto sigue siendo publicidad personalizada, así la contabilizamos nosotros y así es la inversión que hacemos en la marca. Que suba o baje el número de puntos por publicidad es dependiendo del número de clientes que tengamos. Todo está debidamente soportado, no estamos infringiendo la ley. Tenemos abogados que nos asesoran en todos los temas, economistas, contadores. Asesores es lo que sobra. SEMANA: ¿Cuántas personas están vinculadas ahora a DMG? D.M.G.: Por lo menos en DMG S.A. no tenemos ninguno porque tocó obedecer la orden de la Superintendencia. En holding, hay como 7.000 afiliados. Todas las empresas que pertenecen al grupo tienen unos 800 empleados. El dinero sale de las tarjetas. La entidad que tiene las tarjetas coge el dinero y se lo pasa a una comercializadora que es la que tiene la función de atender a los clientes. La comercializadora puede hacer lo que quiera con el dinero, siempre y cuando no se le niegue ningún producto al consumidor. Hay una estrategia de división de dineros, y uno sabe qué promedio de consumo tienen mensualmente. Como se tiene un alto flujo de caja, se tienen cuentas en participación haciendo diferentes empresas, creando nuevas empresas o adquiriendo empresas que sirvan para el mismo sistema. SEMANA: En la práctica usted recibe 10 pesos por la compra de un determinado bien. Al cabo de seis meses usted entrega 10 más, adicionales al artículo o, si el cliente lo prefiere, reembolsa de 10 pesos que le entregaron inicialmente. ¿Cómo hace eso? ¿De dónde sale la plata? D.M.G.: Eso es inversión. La comercializadora puede invertir en lo que quiera. Entonces lo que hace es invertir en otra compañía que se dedica posicionamiento de marca, y la marca se va engordando. Eso nunca lo vamos a llevar al gasto. Simplemente se está invirtiendo en una marca que es aparte de DMG S.A. SEMANA: ¿Pero el valor de la marca no se hace líquido...? D.M.G.: Si se necesitara, sí. Si vendo en tarjetas 100 millones. Yo transfiero eso a la comercializadora. ¿Qué hace la comercializadora con esos 100? Si ella tiene proyectado que el consumo mensual de la gente es de 20 millones pesos, entonces, en consumo, yo tengo que darle vía libre a ese dinero. Sé que tengo que tener 20 ahí. Hay unas cuentas en participación para nuevos proyectos y nuevas empresas. Eso me está consumiendo, digamos, 30 millones. En inversión de marca, se me está comiendo, digamos, otros 30 millones. Y en inversión en inmuebles se me está comiendo 10 millones. Nosotros no llevamos ni un solo peso de lo que gastamos en publicidad al gasto; eso es inversión. SEMANA: ¿Cómo se hace líquida esa inversión? D.M.G.: Cuando se necesite. Si necesito liquidar la empresa, lo que hago es poner en venta la marca y los inmuebles y las cuentas en participación. SEMANA: Si hoy la gente quisiera pedir su dinero y sus utilidades, ¿tendría la empresa cómo responder? D.M.G.: Sí tendría. Porque todo está en inversión. Tocaría venderla, lo que se hizo con DMG S.A., que se tenía en cuentas de participación con varias empresas y lo que tocó fue recoger esas cuentas. Lo mismo con la marca. Con DMG S.A. no se liquidó la marca porque pudimos amortizar la inversión con las mismas ganancias que tenemos de productos y servicios que vendimos durante todo el año. Además de vender por tarjeta prepago, vendemos en efectivo. Clientes particulares pueden comprar en nuestros negocios. Y con todas esas ganancias podemos amortizar la inversión en la marca. SEMANA: No suena convincente el argumento porque en ningún momento se hace la marca líquida. Digamos que DMG Fashion usted lo avalúa en 50 millones. Cada aviso que coloca, cada volante, todo eso se lo va sumando a la marca. Mañana vale 56 millones. ¿Pero cómo se vuelve líquido eso para soportar lo que le están ofreciendo a la gente? D.M.G.: Se saca a la venta. Hay que comprender qué es una inversión. SEMANA:¿Qué otras inversiones tiene aparte de las marcas? D.M.G.: El activo más fuerte de nosotros es la marca. También tenemos propiedades y vehículos que las empresas que se han adquirido. SEMANA: ¿Pero tienen algo que genere capital? D.M.G.: Todas las empresas generan capital. Una comercializadora genera capital con todas las ventas que se hacen. DMG Fashion vende ropa y genera capital. SEMANA: Cuando usted compra una moto en volúmenes, como lo que hace DMG, quizá tenga un descuento del 5 por ciento fuera de eso se vende un poco más cara, un 10 por ciento. O sea, ahí hay una generación de capital del 15 por ciento de ese valor. Pero cómo es que logra compensar el 85 por ciento restante que le devuelven a la gente, llámelo puntos o como lo quiera llamar. ¿De dónde saca ese 85 por ciento restante? D.M.G.: Es una inversión. Y una inversión se hace a término de un mes, dos meses, un año... Obviamente yo tengo un flujo de caja. SEMANA: ¿Ese 85 por ciento lo saca de la gente que llega? D.M.G.: Obviamente yo tengo un flujo de caja. Si tengo un flujo de caja de ventas, también lo saco de ahí. Si tengo flujo de caja porque hoy me pagaron un comercial de televisión, también lo saco de ahí. Es del flujo de caja. El flujo de caja es el que uno coge y es el que empieza a distribuir. Pero son netamente inversiones nuestras. Yo no puedo dejar la plata quieta. La idea es mirar cómo invierto esa caja también a corto, mediano o largo plazo; como el canal, del que tenemos un retorno más o menos a los 10 años. SEMANA: Convénzame de que no está cogiendo la plata de uno para cubrir la del otro... D.M.G.: Se llama flujo de caja, que viene de muchas partes. Es cuestión de interpretación. Yo les digo flujo de caja, y ustedes interpretan que lo que entra de la gente, se coge y se vuelve a pagar. Es inexacto. Tengo que tener en cuenta que debo pagar por publicidad, que tengo que pagar los productos que consuma la gente, que de pronto alguien quiere la devolución del precio de la tarjeta y no los productos... todo eso lo tengo que tener en cuenta dentro de mi flujo de caja. Todo esto compone un flujo de caja. SEMANA: Usted dice que el mayor activo de su empresa es la marca ¿en cuánto están avaluadas esas marcas? D.M.G.: Con la red de clientes, está más o menos en 40.000 ó 50.000 millones de pesos. Si alguien viene a comprarme la marca yo la avalúo en eso. No la vendería por menos. Porque la proyección que tengo con la marca, las ventas futuras, obviamente que me dan a mí una cierta cantidad de dinero. SEMANA: Si mañana todos los inversionistas que tienen tarjetas de DMG decidieran retirar su dinero y exigir el pago de lo prometido, ¿el soporte de DMG es decirles: ‘Aquí está su marca. Véndanla y con eso vuélvanla líquida y recojan de ahí el dinero? D.M.G.: No. Uno no es tan tonto como para hacer una cosas de esas. En Panamá soy muy respetado como empresario, tengo las puertas abiertas y muchas amistades y empresarios interesados que quisieran tener la marca. SEMANA: ¿La meta de este año es llegar a operaciones por qué monto? D.M.G.: La idea sería superar al año pasado, que fue de unos 30.000 millones. La idea serían 60.000 millones. SEMANA: ¿Es verdad que tiene cercanía con Palacio de Nariño? D.M.G.: Especulaciones. SEMANA: ¿Pero hay cercanías con funcionarios del alto gobierno? D.M.G.: Sí, se han pronunciado personas que nos han mandado a decir que cualquier cosa nos pueden ayudar. No de altos cargos, pero sí alcaldes. SEMANA: ¿Ustedes financian campañas políticas? D.M.G.: No. SEMANA: ¿Qué piensa de empresas como People Winner, Network, H y R, que están ofreciendo beneficios iguales o superiores a los que ofrece DMG? D.M.G.: Desde que empecé a escuchar de esas cuestiones yo he dicho que, Dios no lo quiera, los van a tumbar. Quieren asemejarse a DMG, pero no tienen ni flujo de caja, ni el mismo sistema. Si uno hace un cálculo financiero rápido, sabe que una empresa de esas se destortilla en cualquier momento porque no hay inversión, no hay producto de por medio, no hay nada. SEMANA: ¿Qué pasó con la orden que les dio la Superintendencia de devolver el dinero? D.M.G.: Pues que tocó devolver el dinero para hacerle caso. Teníamos plazo hasta el 31 de diciembre. SEMANA: Y trasladar la actividad a otra firma del mismo grupo, ¿no es hacerle un esguince a la sanción? D.M.G.: No es trasladar. Es seguir haciendo las cosas por el lado que es. SEMANA: ¿Hasta dónde quiere llegar con su negocio? D.M.G.: Yo tengo proyecciones, en el ámbito empresarial, de tener la marca distribuida más o menos en 100 países. Tener el sistema de comercialización novedoso, aunque sea escandaloso. Porque solamente tener una red de mercadeo como la que tengo en estos momentos es el futuro. Hoy pueden montar 100 almacenes aquí alrededor, pero la gente se va a ir donde le den calidad de vida, donde la tengan en cuenta. SEMANA: La meta es 100 países... D.M.G.: La meta es ser la empresa comercializadora número uno. Tener una comunidad como la judía. Que quien esté vinculado con DMG también tenga muchos beneficios de trabajo, que le apoyemos los proyectos que tenga; o si tiene una empresa pequeña, y es una buena idea, invertir en esa compañía para que crezca. Y tenemos proyectos sociales que son iniciativa mía. Hay que acabar con el hambre, la idea es montar restaurantes sociales donde se le dé desayuno, almuerzo y cena a la gente. Es un modelo que se puede aplicar en Colombia y en cualquier país. SEMANA: ¿Usted tiene aspiraciones políticas? D.M.G.: Pues si en un momento dado tengo que entrar a la política para defender el negocio lo haría. Aprenderé de política y defenderé esta empresa.