Desde que se posesionó el presidente Álvaro Uribe en 2002, uno de los hechos positivos para mostrar era el de vertiginoso descenso en las masacres de civiles indefensos. Esa situación, lastimosamente, parece estar cambiando. En menos de una semana, el país ha visto con dolor las noticias sobre dos masacres. La de la semana pasada, atribuida a nuevos grupos paramilitares -el Ministerio de Defensa señaló a un hermano de Freddy Rendón, ‘El Alemán’, detenido en la cárcel de Itagüí, como el posible autor- y en las últimas horas ocurrió otra en Puerto Asís, Putumayo, de la que se sindica a las Farc. En esta, nueve campesinos, entre ellos cuatro menores de edad, fueron asesinados el domingo al parecer por guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en un área rural del departamento de Putumayo, fronterizo con Ecuador, dijo la policía. El coronel Harold Martín Lara, comandante de la policía del Putumayo, precisó en declaraciones a la radio Caracol que se trató de dos familias campesinas que no pagaron una extorsión que le exigían guerrilleros del frente 48 de las FARC, que opera en la zona. “Las informaciones que hemos recopilado hasta el momento nos indican que había algunas amenazas al dueño de la finca donde se llevaron a cabo estos hechos... por el no pago de extorsiones”, declaró el oficial. La masacre ocurrió en la vereda La Paila, zona rural de Puerto Asís, localidad ubicada a unos 550 kilómetros al suroeste de Bogotá. Informes recogidos en Puerto Asís y entregados por Jesús Bernal a la emisora dijeron que los campesinos asistieron a un acto religioso desde el sábado por la noche hasta la madrugada del domingo. Algunos vecinos llegaron a la finca en la mañana y hallaron a las personas asesinadas. Según Bernal, una menor de 13 años que se quedó dormida fue la única persona que se salvó de la matanza. Tres de los menores tenían 4 años de edad y uno tenía 13. En otra parte del país, la misma organización secuestró el domingo a tres personas en la región de Urabá, al noroeste de Colombia, reportó el secretario de gobierno del departamento de Antioquia, César Hernández. Las FARC, la guerrilla más antigua del hemisferio, mantiene aterrorizados a los campesinos del sur del país con el secuestro y la extorsión. Los obliga a sembrar coca, materia prima de la cocaína, negocio en el que está inmersa esta organización ilegal como mecanismo de financiación de su lucha contra el Estado colombiano.