Si usted quiere participar como fuente de esta nota escriba su experiencia con la desmovilización en su región a columnasdellector@semana.com Estas son las historias que han enviado varios lectores de Semana.com contando su experiencia en varias regiones del país luego de la desmovilización de 30 mil autodefensas en toda Colombia: SUR DEL CESAREs irónico e ilógico creer que el país esté convencido de que los paramilitares se extinguieron. Considero que primero se acaban los zopilotes o chulos como los conocemos, que esa plaga llamada paramilitarismo. Y lo digo porque vivo en un municipio del sur del Cesar y es increíble ver la película tan grande que se montó para la desmovilización del Bloque Norte de las AUC al mando del ilustre don ‘Jorge 40’ y cuyo encargado por esta zona es el señor de alias Omega. Se supone que estos comandantes quedarían en Santa Fe Ralito. Me contaron algunos compañeros que se desmovilizaron que Omega se hizo pasar como un subalterno o como ellos los llaman patrulleros, y que pusieron al mando a otro más pendejo, y que muchas de las armas que entregaron no sirven para un sieso. Es increíble ver cómo un municipio como Pailitas se ha visto dominado por el azote de violencia e imperialismo que estos sinvergüenzas han implantado ante la mirada atónita de sus habitantes, que ven un municipio que cuenta con miembros de la fuerza pública y no hacen nada, pues simplemente están comprados por estos tras las vacunas que les dan mensualmente, para que dejen hacer y deshacer. Las mejores casas de este municipio las tienen estos señores como es el caso de alias El Bachiller, o alias El Móvil 15, quien cuenta con una casa finca ubicada en el sitio conocido como la vuelta a la oreja, y además con una gallera en el barrio Sanpedro, exclusivamente para criar sus gallos de pelea. Además otros como alias Camilo, encargado del negocio del combustible en este municipio. Y alias Tocayo que tiene fama de haber matado a cientos, igual que alias Cheli, considerado el matón de los matones. Pero como en este país todos ven pero nadie habla, estos tipejos ahora legalizados con el asunto de la desmovilización se hacen llamar Las Águilas Negras. Javier CASANAREEn el Casanare se vive el más grande conejo para del país. Hordas de estos delincuentes, aparentemente desmovilizados, se mueven escoltados por el DAS, visitando comerciantes, empresas y ganaderos, a quienes conminan a seguir aportando cuotas, que bien llamadas son extorsiones. El silencio de la muerte ronda y nos obliga a callar. Es más, los delincuentes citan a las víctimas a la propia oficina de reinserción ubicada en la capital en Yopal, donde el director del DAS local debería dar una explicación del criminal proceder. Que Uribe no se entere porque los llama triviales. Por Dios, ¿es normal semejante atropello? Asdrúbal SUR DE BOLÍVAR¿Se acabaron los paras? Pero dónde, si es que ahora están disfrazados en gran parte de los pueblos y corregimientos de Colombia. En la mayoría de los casos se convirtieron ahora en "vigilancia privada", en donde no es muy claro hasta dónde es legal el asunto. En la región del Sur de Bolívar se encuentran miles de historias que narran sus pobladores, de la cruel vivencia con estos grupos. El problema está en que la población afectada, por sus condiciones, no tienen la oportunidad de acceder a este tipo de medios para contar sus experiencias, porque la percepción general es que en realidad no se han ido. Es una estrategia por aquello de las elecciones. Es conveniente mostrar buenos resultados que favorecerán a Uribe, pero pronto volverán, pues es más rentable para ellos la guerra. Qué bueno sería que Semana, en su transparente e impecable labor de comunicación, lograra visitar estas regiones afectadas por el paramilitarismo. Con seguridad, muchas historias reales y tristes encontrarán, tal como me pasó a mí en un corto paso por estas tierras. María Clara COSTA NORTE¿Acabar los paras? Es una gran mentira, sólo seguimos viviendo de ilusiones y en un estado que no sale del latifundismo. Los colombianos no acabamos de conocer nuestro país porque queremos ser ciegos, preferimos cerrar nuestros ojos a una realidad evidente antes de aceptarla, porque la verdad es dolorosa. Un simple ejemplo, en Minca, en la costa norte, estamos en un estado autoritario y dominado por los paras, pero es mejor no decirlo en voz alta porque los señores pueden molestarse y mandarnos callar para siempre, pues esa es su ley, la muerte o la intimidación. ¿Que Colombia no tiene paras? es más fácil aceptar la negación que la confirmación evidente. Claudia ANTIOQUIANo pude evitar la risa al leer el anuncio de nuestro Comisionado. Es que son hasta descarados, cómo se les ocurre decir que se acaban cuando ni siquiera han empezado. He sabido de historias en mi ciudad, por ejemplo que llegaban personas persuadiendo jóvenes de esos que no hacen nada, de esos que están en las esquinas riéndose de la vida para que se fueran con ellos dos ó tres meses, prometiéndoles sueldos después de un tiempo de “inducción”. Y luego de este tiempo eran presentados a la sociedad como paramilitares desmovilizándose, cuando nunca en su vida habían militado en esas filas. Y conozco historias similares en pueblos de Antioquia donde hacían la misma práctica, pocos meses antes de las entregas de armas. Todo sin contar de los emporios que tienen los supuestos desmovilizados en zonas por las cuales se supone ya pasó el proceso de desmovilización. En lo personal, es la cochinada más grande que han podido hacerle al país ¡Valiente desmovilización! Óscar NORTE DE SANTANDEREn Cúcuta, los tentáculos son tan grandes y especiales que directa o indirectamente el 99.9% de la población sabe y está relacionada con algún comentario de los paras. En esta ciudad existe más de un efelante en la sala de la casa. Una pista: ¿por qué no averiguan sobre los ingresos de los desmovilizados para adquirir casas, fincas, terrenos (precios inimaginables) y hasta hacer fiestas diabólicas de muchos de los residentes en esta ciudad?. Un concejo: no confíen en lo que dicen las autoridades regionales. Ricardo SUR DE BOLÍVAR Lamentablemente, para una población como San Pablo, en el Sur de Bolívar, esto sólo acaba de empezar. Hace pocos días fue muerto uno de los capitanes de los paramilitares que controlaba la zona de San Pablo y las veredas que se despliegan por la Serranía de San Lucas. Y aunque para la opinión pública Uribe ya terminó con el paramilitarismo, en la realidad lo que ha sucedido es que paramilitarizó el paramilitarismo. Este fenómeno, aunque ridículo, funciona ahora como una justicia zonal, que ahora, sin el escudo de un movimiento paramilitar como el BCB (Bloque Central Bolívar) de las AUC, comenzará a callar uno a uno a los que se desmovilizaron y a los que aún siguen en las tierras que ahora pertenecen a los terratenientes paramilitares. Me gustaría que el señor Presidente- candidato visite la vereda de San Luis, donde la ley serán por siempre los paramilitares. Aprovecho para decirle a Semana que indague esta realidad, o que indique al Gobierno que no se quede exclusivamente analizando el fenómeno del paramilitarismo, sino que vea cómo en San Pablo, el municipio con más desplazamiento del país, el fenómeno de la desmovilización de los paramilitares entregó a la población a un paragobierno, donde el alcalde que suba sólo podrá ayudar a que sigan llegando recursos del gobierno, y de ONG de la Unión Europea, para sostener algunos de los negocios productivos que los paras tienen a través de campesinos, jóvenes y mujeres pobres que por el miedo JAMÁS, ÓIGASE BIEN, JAMÁS podrán salir adelante, y dejar de tener este miedo que en las ciudades como Bogotá o Medellín, es un chiste, cuando se siente que en cualquier momento uno será el cadáver en la calle, o el de un ser querido. Policlean Pit NARIÑO La reinserción se ha realizado de manera improvisada al igual que las soluciones presentadas que no constituyen en ningún caso soluciones reales a una problemática crítica. Los desmovilizados que vuelven a la vida civil vienen de una larga lucha, con muchas habilidades, capaces de soportar las inclemencias del tiempo, de adaptarse a topografías hostiles y con una larga experiencia en el combate, que los hace valiosos para todo tipo de organizaciones al margen de la ley que puedan solicitar sus servicios. Nacen así grupos que han logrado superar barreras ideológicas, organizacionales y territoriales para crear un aparato armado, con base a alianzas y acuerdos de orden económico, nutrido por los ricos medios de financiamiento así como el abundante y capacitado material humano que se ofrece para la guerra con la permisividad del Estado. Esto genera una confrontación frontal que va a realizarse en cada uno de los rincones, afectando a todos los poblados y grupos humanos o económicos derivada de un escalamiento del conflicto y de un número cada vez mayor de hombres en armas, capacitados para el combate que buscan mas ingresos y que no creen en las políticas de Estado, ni tampoco en procesos de paz, donde simplemente está el juego por el poder, el territorio y el dinero, consecuencias lógicas de un proceso mutante de violencia generalizada y creciente. El diario EL TIEMPO habla de varios grupos que aparecen en zonas donde se desmovilizaron las autodefensas, que empezaron a actuar en sus antiguas áreas de influencia. Menciona en Nariño la presencia de dos grupos. Tienen presencia en zonas que les convierte en dueños porque las han despejado de toda suerte de potencial enemigo, donde nunca ha hecho presencia el Estado. Por sus tierras fértiles, su proximidad a la frontera con el Ecuador, la selva amazónica y la costa pacífica es un terreno estratégico para todo tipo de comercio lícito e ilícito y por ello propicio para todo tipo de conflicto. En junio existían 30 personas separadas de los grupos en conflicto y hoy suman 800 hombres armados en Nariño. La pregunta es: ¿qué relación costo-beneficio tuvo para el Estado la desmovilización del Bloque Libertadores del Sur con más de 600 hombres en julio de 2005, si en menos de un año la suma de hombres sin contar las guerrillas supera la de los desmovilizados en corto tiempo? Y si es así, ¿cómo será el crecimiento en un año o dos?. Javier Calle (Director del Departamento de Servicios Fundación Solidaridad y Paz)