Lo ocurrido esta mañana en un juzgado de Paloquemao va más allá de una confrontación jurídica entre dos posiciones diferentes sobre los símbolos religiosos. Lo trascendental es que se dictó un fallo que protege la libertad de expresión, valor supremo de las democracias modernas. El juez 32 penal del circuito revocó el fallo anterior dictado por el juez 3 penal municipal y precluyó todo trámite adelantado en contra de la revista SoHo por el caso que comenzó cuando la publicación hizo una representación del cuadro de Leonardo Da Vinci La Última Cena. Después de escuchar las intervenciones de la Fiscalía, el Ministerio Público, los defensores y los querellantes durante cuatro horas de audiencia, el juez 32 penal del circuito determinó que Daniel Samper Ospina, en su calidad de director; Fernando Vallejo, como escritor del articulo que acompañó las fotografías; el fotógrafo, y las personas que sirvieron de modelos para la representación no incurrieron con sus actos en ningún tipo penal, es decir no cometieron ningún delito. Esto porque para los querellantes significaba que habían sido agraviados y que se había cometido el delito de injuria y calumnia. Por esta razón habían formulado las acciones judiciales que dieron inicio al trámite judicial. Como se recordará en un principio se citó a varias audiencias conciliatorias sin llegar a ningún acuerdo lo que dio paso al inicio formal de investigación. El caso llegó al juez municipal, quien primera instancia no aceptó la petición de preclusión presentada por la Fiscalía, decisión que fue revocada este martes. El juez escuetamente resolvió revocar la deciisón, hecho que tiene un enorme significado porque protege el derecho fundamental a la libertad de expresión, tal y como lo destacó Daniel Samper Ospina. Para el joven director de Soho, el hecho trasciende un tema publicado en una revista y va más allá porque involucra aspectos pilares de una sociedad pluralista y democrática. La audiencia pública se inició a las 8 de la mañana. Los demandantes, entre ellos el consejero de Estado Alejandro Ordóñez, el grupo Laicos por Colombia y otras organizaciones religiosas, expresaron que habían llegado a este punto porque para ellos la publicación de la revista, en su edición de julio de 2005, era una ofensa a la que había que ponerles limites. En realidad el encuentro fue una confrontación entre los defensores de la tradición católica y los defensores de las libertades individuales. Los simpatizantes de ambos lados se encontraron en frente del juzgado de Paloquemao donde se realizó la audiencia. Los periodistas de SoHo (revista de Publicaciones Semana, dueña de Semana.com) y sus amigos, vestidos con una camiseta negra y con carteles con el eslogan “Por la libertad de expresión” se hicieron a una orilla de la calle. Ante ellos, los denunciantes exhibían su propio cartel: “La libertad de expresión no da derecho a la agresión”. Mientras los periodistas guardaban silencio y se limitaban a mostrar el mensaje estampado en la camiseta, los amigos de los querellantes cantaban canciones, tocaban guitarra y repartían cartelitos con imágenes y oraciones a la Virgen. En todo momento primó el respeto porque al fin y al cabo era adentro, en la sala de audiencia, donde las partes confrontarían legalmente. Pero, ¿qué fue lo que molestó tanto a los querellantes? ¿Por qué Samper Ospina, director de SoHo, el escritor Fernando Vallejo, la presentadora Alejandra Azcárate y a otros personajes de la vida nacional fueron a dar al banquillo de los acusados? La respuesta está en la demanda de los querellantes que consideran que las imágenes usadas en la revista era un atentado contra su fe. Se trata de una serie de imágenes que empieza con la carátula en la que Azcárate aparece semidesnuda haciendo una alegoría al cuadro de Leonardo Da Vinci La Última Cena. En las páginas interiores, Azcárate, los apóstoles (Guillermo ‘la Chiva’ Cortés, Mauricio Palo de Agua, Lucas Jaramillo, Juan Martín Caicedo, entre otros) hacían una representación de la famosa pintura. Para los editores de la publicación se trató sencillamente de una bella y estética representación con unas excelentes fotografías de Mauricio Vélez. “No. Eso no es arte sino daños y agravios a personas o cosas destinadas a nuestro culto”, manifestaron los contradictores. Inicialmente, la Fiscalía en la investigación preliminar determinó que no había mérito para investigarlos porque no se había producido un daño a un objeto destinado al culto ya que el artículo en cuestión es una mera alegoría a una pintura que está en un museo. También desestimó la acusación de injuria o calumnia, porque no se podía determinar una persona exacta contra la cual fueran proferidas las críticas de Vallejo. “Las palabras que utiliza en su escrito como ‘cabrones, pirobos y maricas’ no están dirigidas a personas determinadas, simplemente se refiere en forma general a judíos y cristianos”, argumentó la Fiscalía. Sin embargo, como con el nuevo sistema penal acusatorio todas las decisiones de la Fiscalía deben ser avaladas por un juez penal, cuando el caso pasó al juez Alberto Rodríguez, este consideró que sí había mérito para investigarlos y revocó la decisión del fiscal. SoHo y los denunciados apelaron y en la audiencia de hoy se les dio nueva y definitivamente la razón. Para los periodistas, el problema no era que si los hubieran encontrado culpables habrían sido condenados a uno y tres años de prisión (excarcelable) y una cuantiosa multa, sino que se crearía un precedente que cercara la libertad de expresión para todos los medios. Eso, por su parte, era lo que buscaban sus contradictores. “No queremos verlos en la cárcel”, dijo a Semana.com Fernando Castro, uno de los querellantes, también presente en la manifestación frente al juzgado. “Sólo queremos que el Estado se pronuncie y prohíba este tipo de publicaciones que violan el derecho constitucional a la libertad de cultos”. Castro, como los demás querellantes, considera que el texto de Vallejo con las fotos de Azcárate es “muy agresivo para el cristiano comprometido”. “Que Alejandra haya representado a Cristo es una agresión a nuestros símbolos religiosos. El vía crucis también fue burlado”. J.J. García, el abogado de SoHo, discrepó de los querellantes. Consideró que el escrito de Vallejo significa “la opinión de un escritor independiente que revela su pensamiento religioso y ético y que cualquier sanción que se le quiera aplicar constituye una censura a la libre expresión de un ciudadano”. Frente a las fotos, considera que se trató de una creación artística. “Se llamó la Pasión de Alejandra Azcárate y no la pasión de Cristo”, explicó García. “Esta creación de arte por sí sola no significa un ataque a símbolos religiosos, entre otras cosas, porque La Última Cena de Leonardo Da Vinci fue pintada en 1457, lo que significa que el pintor no fue como un fotógrafo de ese evento”. Samper Ospina, por su parte, reiteró su defensa de su derecho como ciudadano a publicar esas fotos o cualquier otro tipo de material. “Tenemos derecho a reelaborar los íconos religiosos como queramos. Es igual a cuando Fernando Botero recrea un Cristo gordo”, dice. Poco después del mediodía, el juez dictó el fallo y anunció que el próximo 13 de septiembre se entregará el texto completo. Lo vital es que en éste, al margen de consideraciones jurídicas, la libertad de expresión habrá ganado una batalla más.