La gente prefirió informarse sobre el coronavirus en los medios de comunicación y en las fuentes oficiales, con lo que la información curada y el tratamiento profesional de las noticias obtuvieron su primera victoria en estos años de reinado de las fake news y la estupidez informativa en las redes sociales. “Los medios de comunicación golpearon la mesa para recuperar ese terreno aparentemente perdido”, dijo Fernando Vega, de la firma Comscore, cuyo informe de la semana pasada reportó que entre el primero y el 18 de marzo, los medios ocuparon los primeros lugares en Facebook, Twitter e Instagram en las interacciones sobre covid-19 o coronavirus, en seis países analizados: Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia y Perú.
Todos los monitoreos sobre el comportamiento de las redes llegaron a los mismos resultados. En el caso colombiano, Barbara & Frick, que sigue las conversaciones en internet en el país, identificó que, entre los diez mayores influenciadores de la conversación sobre la pandemia en los últimos 30 días, hay siete medios de comunicación, dos entidades del Gobierno y un líder de opinión individual (el padre Linero). LookApp, una empresa de estudios de mercado, encontró que los colombianos buscaron información sobre el coronavirus así: en medios de comunicación (87,9 por ciento); en redes sociales (71,5 por ciento); en sitios de Gobierno (54,9 por ciento). La relevancia de estos datos radica en que, durante los años recientes, fuentes de noticias falsas, influenciadores fantasmas enfocados en atraer clics y tráfico a partir de noticias engañosas y raras, así como estrategias perversas de manipulación de conciencias y de polarización política, han sido el principal motor de conversaciones en las redes. No se trata de defender el negocio de los conglomerados de medios tradicionales, sino de valorar el periodismo de calidad y de promover la salud cultural de la sociedad digital, enferma de fake news y manipulación. Los movimientos antivacuna (que ya provocaron el rebrote del sarampión en Estados Unidos el año pasado), los terraplanistas (que creen que la Tierra es plana), los creacionistas (que se oponen a la teoría de la evolución de las especies) y otras expresiones anticientíficas en auge en las redes sociales pasaron de agache en esta coyuntura informativa, en la que el público prefirió contactar a la ciencia, a la medicina y a las fuentes confiables de información para protegerse del virus y organizar la reacción ciudadana en el mundo.
Desde luego, hay maquinarias de noticias falsas en marcha. Una cuenta llamada AiertaNews24 –que plagia a otra de nombre parecido y que sí es legítima– difunde información inexacta en el Twitter colombiano orientada a desprestigiar a la izquierda, a los musulmanes y a China. Pablo Medina, director de Colombiacheck, la iniciativa de periodistas y medios para chequear la veracidad de noticias virales, dijo que su equipo está “absolutamente desbordado por estos días” debido a la avalancha de información sospechosa que debe ser verificada diariamente. Pero eso es también un síntoma saludable. Las visitas al sitio web de Colombiacheck se dispararon debido al interés del público en verificar los rumores que circulan sobre recetas caseras para curarse del virus, o noticias falsas sobre las medidas adoptadas por el Gobierno. Colombiacheck ayudó a demostrar la falsedad de informaciones como que el Gobierno de Duque autorizó despidos masivos, o que aspirar vapor de agua hirviendo durante cinco minutos elimina la covid-19. En el internet colombiano se publicaron 2,1 millones de comentarios sobre el coronavirus en los últimos 30 días. La cuarentena obligatoria es el primer tema, seguido del simulacro liderado por la alcaldesa de Bogotá. El número de nuevos infectados es la tercera tendencia de mayor relieve. Aunque nuevamente allí, el público prefirió buscar a orientadores espirituales reconocidos y a los médicos en lugar de las fuentes falsas que trataron de sembrar el pánico apocalíptico. “El miedo pone a la gente en un terreno espiritual, y eso hizo que el padre Linero fuera uno de los principales influenciadores en la conversación”, explica Esteban Guerrero, CEO de la firma Barbara & Frick.
Hay que decir que las empresas propietarias de las principales redes hicieron esfuerzos por garantizar la prevalencia de información verdadera. Facebook y Google modificaron su algoritmo para asegurar que los resultados de las búsquedas sobre el virus arrojen en primer lugar las fuentes oficiales de información, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o las autoridades de salud nacionales. Parece apenas lógico, pero en realidad no funcionaba así antes de la pandemia. En YouTube, los videos de los terraplanistas y de los antivacunas ganaban siempre las primeras posiciones en los resultados de las búsquedas sobre ciencia. Facebook eliminó los posteos falsos sobre tratamientos caseros y los intentos de oportunistas comerciales por sacar provecho publicitario con la palabra coronavirus. Esa red social ya había eliminado con cierto éxito la desinformación sobre el sarampión en Samoa en 2018 y los prejuicios contra la vacuna para la poliomelitis en Pakistán. Google lanzó un panel de información con datos de la OMS y de los ministerios de cada país a fin de asegurar la difusión de datos oficiales. Twitter eliminó una cuenta falsa que utilizaba el logo de Noticias RCN para difundir información tendenciosa, y hasta borró un trino de Nicolás Maduro sobre supuestos antídotos desarrollados en Venezuela, porque violaba los términos de uso de la plataforma, que comprometen a cada usuario a abstenerse de publicar noticias falsas. Queda un territorio sin supervisión: el temible WhatsApp, en donde nadie puede controlar los contenidos. Allí muchos usuarios difunden toda clase de estupideces. Por la manera como funcionan los planes de datos en Colombia, millones de personas no pueden acceder a internet, sino solamente a WhatsApp y a las redes sociales. Así que, ante la imposibilidad de navegar directamente en las páginas de fuentes confiables, las únicas noticias que reciben son los memes que envían sus amigos y las cadenas en los grupos familiares. Allí pululan las recetas caseras, los chistes sexistas y la xenofobia contra China. Paralelamente, la pasajera moda TikTok mostró el semblante más patético de lo que pueden llegar a ser las redes sociales si sus creadores no asumen una actitud responsable: adolescentes lamiendo sanitarios y otros retos absurdos que solo dejan ver el lado más enfermo de la cultura digital de nuestros días.
La difusión de información falsa es un serio problema. Una joven barranquillera fue sometida al escarnio público en un video compartido en Twitter. Ella solamente tuvo tos, no era portadora, pero un tuitero irresponsable la convirtió en criminal. Dijeron que aviones de la Fuerza Aérea planeaban rociar fumigantes sobre Bogotá; circularon audios pavorosos acerca de cepas compuestas de covid-19 y VIH; y se desprestigió al ibuprofeno. No obstante, también hubo usos saludables. Un bot creado por Facebook para ofrecer información autorizada permitió enviar 100 millones de consultas a la OMS, según reportó el propio Mark Zuckerberg, CEO de la empresa.
La televisión también ganó audiencia, tras varios años de pérdida frente a YouTube. La firma Kantar Ibope informó que en Colombia aumentó 29,4 por ciento el consumo de este medio durante marzo. Hay discusión entre expertos sobre la duración de estos cambios en los hábitos de consumo digital, como la hay en torno a las transformaciones generales en los estilos de vida, forzados por la llegada del virus. Pero es un éxito compartido el hecho de que las noticias falsas no lograron dominar el escenario, al menos hasta ahora.