La semana pasada, una mamá cuyos hijos estudian en el Liceo Francés escribió una reflexión dirigida principalmente al senador Gustavo Petro, quien también tiene a sus hijos matriculados en esa institución. Como informó SEMANA, en su texto, María Elena Bonilla invita al exalcalde de Bogotá a darle un nuevo sentido a las redes sociales, esas plataformas desde las que tanto él como los convocantes de las manifestaciones han invitado a la ciudadanía para que salga a las calles.  Desde su propia orilla, y desde su calidad de egresado de ese colegio, Stefan Ortiz comparte este texto que dirige a esa madre y que, antes que defender a alguien en particular, pretende sumar a una discusión obligada en estos días de Paro. Esto dice: La carta que una mamá del Liceo Francés le escribió a Gustavo Petro "Sobre las consecuencias no dimensionadas del paro A María Elena Bonilla, Leí su carta a Gustavo Petro, en la que destaca los “pilares fundamentales” de la educación de origen francés del colegio en el que estudian sus hijos: la libertad, la fraternidad y la igualdad. Soy egresado de esa misma institución, a la que le debo buena parte de mi forma de pensar y analizar la sociedad, de controvertir y criticar. También le debo mi capacidad de entender mi privilegio: el de haberme formado en un colegio de élite que me significó ciertas ventajas a la hora de ingresar a la universidad pública en Colombia y en Francia.  El privilegio no implica falta de esfuerzo, o que todo llegue regalado, pero sí implica una serie de ventajas que se suman unas a otras y que me permitieron escoger unos caminos que la mayoría de jóvenes colombianos no podrían ni considerar entre sus opciones. Muchos de esos jóvenes, sus familiares, padres y madres, son los que están saliendo hoy a las calles con creatividad y convicción, como lo estaba haciendo Dilan Cruz cuando fue asesinado por un agente del ESMAD. Lo hacen en un país que suele cerrarse a la crítica y a la controversia. Es alentador que tantas personas decidan expresarse con libertad, fraternidad e igualdad, en las calles de un país que no les ofrece oportunidades. Es esperanzador que, en el tercer país más desigual del mundo según la ONU, marchas multitudinarias hayan ayudado a que tengamos una constitución como la del 91 o un acuerdo de paz histórico que ahora nos toca defender nuevamente de las políticas que lo debilitan. No dimensionamos las consecuencias pero, en retrospectiva, vemos estas nuevas marchas como una de las consecuencias no dimensionadas de la Constitución del 91 y de los Acuerdos de Paz. Al menos por un instante, el paro nos saca de nuestras pantallas y nos invita a mirar a los otros, a “aquellos que por el azar están ahí”, como usted bellamente dice, a los que siempre han estado ahí pero no habíamos volteado a mirar, y a los que salimos a marchar buscando construir un mejor país.  Valoro su esfuerzo por mostrar su perspectiva sobre el paro y las marchas. Me gusta su llamado a la empatía y a la solidaridad con tantas personas que ven su cotidianidad afectada. Me gustan varias de sus ideas: cuidar lo público, compartir los carros, modificar los horarios de trabajo. Me alegra mucho que el paro motive tanta creatividad y formas de adaptación. Espero que siga promoviendo esas ideas más allá del paro. Ojalá esa creatividad empática se vuelva poco a poco una constante en la vida social colombiana: con las comunidades y familias de líderes sociales asesinados, con el 48% de los trabajadores que están en la informalidad y que ganan menos de un salario mínimo sin acceso a seguridad social, con el millón de familias campesinas que tienen menos tierra que una vaca en promedio, con las víctimas de la violencia que aún esperan que se respeten los acuerdos de paz.  Ojalá esa empatía sea una de las consecuencias no dimensionadas de este Paro Nacional. La invito a ampliar su enfoque. El paro genera grandes costos, y tendremos que ser creativos para buscar en lo colectivo la forma de reducirlos. En especial para no repetir lo que le criticamos a las políticas públicas: que los más desfavorecidos asuman desproporcionadamente los costos. Pero la solución no es dejar de controvertir. La controversia permite ir más allá de los análisis excesivamente reduccionistas e irresponsables a los que nos acostumbramos en Colombia.  Por ejemplo, insinuar que Petro es el causante del paro es tergiversar los hechos y subestimar la capacidad de crítica, de análisis y controversia que tienen las miles de personas que han salido a las calles. Es irresponsable insinuar que las marchas son principalmente vandalismo y saqueo, asumir que las víctimas de la fuerza desproporcionada de la policía lo son por culpa del paro, desconocer los esfuerzos de los “protestantes”, como los llama, por transformar la forma de expresarse y frenar las violencias. Las marchas pacíficas y las propuestas de soluciones para el país han sido predominantes.  La controversia nos permite también preguntarnos cuáles son los costos de décadas de gobiernos y políticas que han mantenido la desigualdad y la violencia estructural en nuestro país. Políticas impregnadas de corrupción. Actitudes y decisiones de gobernantes y grupos de interés que buscan mantener sus privilegios mediante la exclusión de la mayoría de la población.  La invito a nunca olvidar por qué marchamos masivamente a partir del 21 de noviembre de 2019 y a seguir aportando para que una de las consecuencias no dimensionadas de este paro sea que los hijos de todas las familias colombianas, como los suyos, puedan crecer en un ambiente que fomente la crítica y la controversia. La invito a escuchar a los que no callan porque, por fin, encontraron un espacio donde expresarse. La invito a que se una a los que queremos ampliar y generalizar los principios de solidaridad y empatía que este paro ha despertado en Colombia". Carta Abierta de Boaventura de Sousa Santos al Presidente Duque