Claudia López ha sido elegida alcaldesa de Bogotá, y el mundo mira hoy hacia Colombia con asombro y satisfacción. Se trata de una noticia histórica: es la primera vez que una mujer, que además es lesbiana, es elegida para este importantísimo cargo político. La imagen de la alcaldesa celebrando la elección con su pareja se ha convertido en un icono instantáneo.
Por supuesto, no han faltado a su cita los ofendidos (casi siempre hombres, por cierto) que han repetido como loros los manidos tópicos que suelen emplear en estas ocasiones: "A mí qué me importa con quién se vaya a la cama"; "No sé por qué tienen que restregarme su sexualidad en mi cara"; o el pseudo-modernillo, pero igualmente irritante, "qué más da que sea lesbiana, lo importante es que sea alcaldesa". Por supuesto, cuando un político heterosexual sale electo, toda esta gente calla y sonríe, y misteriosamente, el mismo tipo de evento (un beso) deja de ser motivo de alarma, o deja de representar una sexualidad agresiva, para convertirse en algo "normal" y lógico. Es precisamente por eso, por su carácter todavía perturbador para muchos, que esta imagen es importantísima. Especialmente en sociedades como las nuestras, en las que todavía imperan el machismo y la LGTBfobia. Hace unos meses escribí algo parecido cuando en Chicago elegimos a Lori Lightfoot (también lesbiana, y para más inri afrodescendiente) como alcaldesa. ¿Es necesario "hacer bandera de la homosexualidad"? ¿Es necesaria la imagen de Claudia López besando a su pareja, o a su amante, o a su mujer? Sí, es necesaria. Más aun: es imprescindible. La gente que vive en el privilegio (sexual, de género, racial, económico) necesita un grado extra de empatía para entender lo crucial que resulta para la gente que pertenecemos a colectivos en riesgo de discriminación que personas como Lori Lightfoot o Claudia López se vuelvan visibles en posiciones de prestigio y liderazgo. Primero, porque ofrecen un ejemplo positivo, un modelo para personas que a menudo se han visto privadas de modelos: Claudia López nos ofrece un mensaje de valor: puedes tener una vida digna, puedes tener respeto aunque seas mujer en un mundo machista, aunque seas lesbiana en un mundo LGTBIfóbico. ¡Cuánto me hubiera gustado tener un ejemplo así en mi infancia! ¡Y cuántas niñas y jóvenes, en Colombia y en todo el mundo, van a cargarse de valor y empoderarse a través de este beso!
Esta imagen es, además, toda una declaración de intenciones contra la invisibilización de la gente LGBTI y de las mujeres en posiciones de poder. Porque la sociedad heteronormativa sólo nos acepta siempre que seamos capaces de mimetizarnos con la norma, de hacer un calco lo más fiel posible de las familias tradicionales en un sistema tradicional, es decir, uno en el que es el hombre el que manda y la mujer quien está sometida. La imagen de Claudia López con su mujer ataca a la línea de flotación de estos prejuicios, y afirma, de manera contundente, que los sujetos subalternos estamos aquí para quedarnos. Hay quien dice, con supuesta buena intención, que "no es necesario mostrar estas cosas", que "a mí no me importa con quién se acueste esa mujer". Esta gente está cayendo en las mismas estrategias de invisibilización de los que usan los discursos misóginos y LGTBIfóbicos. "Que sea lesbiana no tendría que ser noticia", dicen. Ya. Pero es que, muy a nuestro pesar, todavía lo es. Estamos muy lejos del día en que esto deje de ser noticia, porque hoy en día, aunque nos duela reconocerlo, un hombre tiene más facilidades que una mujer, un blanco tiene el camino más llano que un sujeto racializado, y un hetero tiene la vida más simple que una persona LGTBI o queer. Así pues, antes de repetir como loros pseudo-argumentos sin ningún tipo de reflexión crítica, llenos de esa condescendencia y superioridad moral propias de nuestro tiempo, mejor pensar un poquito en lo que decimos o escribimos. Porque si este beso fuera con un hombre, nadie saldría a vociferar diciendo que "van presumiendo de su heterosexualidad". El afecto no-normativo todavía violenta a muchas personas: concretamente, a todas aquellas cuya visión conservadora e irreflexiva de la vida las hace incapaces de aceptar algo que se salga de lo que ellos son. Precisamente por esto la foto es importante. Porque está diciéndonos, claramente, que no hay marcha atrás. Que estamos aquí, y que no tenemos miedo. El mundo sólo gira hacia adelante. Y por supuesto, mis mejores deseos para la alcaldesa Claudia López. Tengo ahora muchas más ganas que nunca de regresar a mi queridísima Colombia, a mi adorada Bogotá.