Cuando me quejo de la mala ortografía de los colombianos, no me refiero a los chats con amigos: todos nos confundimos entre a ver y haber o, por afán, se nos olvidan las tildes. Me refiero a los textos públicos: los menús de los restaurantes, los anuncios comerciales, las comunicaciones de las compañías, etc. Uno esperaría que estos escritos fueran revisados por suficientes personas antes de publicarse. Pero no. Ayer me topé en Carulla con un aviso que buscaba corregir un pequeño lapsus. En su Súper Bingo, el almacén había prometido un premio final (o "fina", como dice la fe de errata) de "500.000.000 Millones de pesos", una cifra similar a la que la Unión Europea necesitó para rescatar a Grecia hace un par de años. Chévere que lo hayan corregido, pero al mirar con cuidado lo que escribieron para hacerlo y ver la cantidad de nuevos errorcitos que se les escaparon a uno solo le da ganas de darse una palmada en la frente.