¡Colombianos!, nuestra nación y su sociedad a lo largo de la historia han sido burladas, maltratadas, utilizadas más para fines individuales y grupales que para fines y propósitos comunes. Sí, hablamos de esos mismos fines que están muy bien definidos en nuestra Constitución, y que apuntan a buscar el bien común que nos arrope a todos.
Es por esta razón que hoy los quiero invitar a buscar nuevas alternativas en personas conocedoras de nuestra problemática. El país atraviesa momentos de incertidumbre, la inseguridad es creciente, la confianza inversionista se ha perdido y, por ello, las empresas tienen congelada la inversión; los jóvenes han perdido sus empleos, el hambre sigue estando más presente que nunca en los hogares de la población vulnerable, la falta de capacidad del Gobierno para materializar sus promesas ha dejado a sus votantes inquietos, con desasosiego y sumidos en la desesperanza. El ‘gobierno del cambio’ solo ha cambiado para empeorar las cosas.
No se puede desconocer la manera irresponsable, mezquina, soberbia, desobligante e irrespetuosa como se viene gobernando en nuestro país. Ya son muchas las acciones que nos dejan ver la falta de vocación de servicio de los dirigentes actuales y nos llevan a concluir tristemente que esto no es más que lo que teníamos que experimentar. Ya conocíamos las cualidades del líder como persona durante sus años de juventud, como funcionario público en el Concejo, en la Alcaldía, en el Senado y pues… qué más podían esperar quienes le dieron la oportunidad de gobernarnos.
La manera en la que se ha venido gobernando el país es atropelladora, aspecto que, de forma directa, afecta muchos índices que, de una u otra manera, han ido desgastando la confianza de quienes buscan seguir invirtiendo y apostándole a Colombia, con las consecuencias que ello trae para el país.
No en vano, ya hemos empezado a ver cómo, al revisar las cifras del Dane, estas empiezan a mostrar signos de recesión económica. El Gobierno se ha declarado abiertamente enemigo de los empresarios, al tiempo que demuestra su falta de capacidad para asumir directamente aquellas tareas que pretende arrebatarles. Fieles a sus ideas, buscan hacer decrecer la economía, estatizar el mayor número de actividades económicas, limitar al máximo la propiedad privada, volver cien por ciento pública la educación —no para mejorarla, sino para ideologizarla—, se persigue al empresario y se premia al delincuente.
Quienes estén esperando un cambio de actitud de este gobierno están equivocados, porque todo lo que hoy está ocurriendo estaba cantado desde el primer día y, desafortunadamente, ya llegamos al punto de no retorno.
Colombia entera debe exigir respeto. Sí, respeto a la Constitución y a la ley. Respeto a la libertad y al orden, respeto al orden constitucional, respeto al ciudadano colombiano, respeto a los periodistas, quienes a diario también exponen su vida para mantenernos enterados de la realidad del país.
En este orden de ideas, solo estamos pidiendo lo que normalmente se le debe brindar a un pueblo que eligió democráticamente a su gobernante, independientemente de los cuestionamientos que hoy enfrenta por situaciones administrativas y de malos manejos en su campaña. Quien nos gobierna tiene la obligación de garantizar las condiciones necesarias para el desarrollo del país, para la generación de empleo, para la adecuada prestación de los servicios de salud, para la prestación oportuna y de calidad de los servicios públicos.
La inseguridad está desbordada en todo el territorio nacional, empezando por la capital del país, donde constantemente se viven momentos de zozobra en los restaurantes, medios de transporte público y en las calles. Todo esto pasa en las barbas de quienes deben garantizar la seguridad, que hoy la mayoría de Los colombianos pide a gritos.
No se puede gobernar un país a punta de posts en las redes, muchos de ellos salidos de todo tono y buscando intimidar a quienes piensan de una manera diferente al Gobierno. Ya no es momento de seguir lanzando improperios contra las instituciones que hoy el mismo Gobierno representa. Ya no son oposición y tienen que medir las consecuencias de sus palabras, como cuando se expresa que muchos le temen a la Fiscalía. Hoy podría decirles que los colombianos no le tememos a la Fiscalía, la respetamos, esté quien esté en este cargo de gran importancia. Quienes sí deben temerle son aquellas personas que no cumplen la ley.
Sigo insistiéndoles a todos los que amamos este país que, sin las garantías de seguridad a lo largo y ancho del mismo, seguiremos cayendo más bajo. Es muy importante frenar esta ola de criminalidad y de violencia, porque lo que se está vendiendo en este gobierno es una ‘paz total’ que aún nadie entiende. La paz no se logra debilitando las instituciones, que tienen la responsabilidad de garantizarla, sino, por el contrario, dándole herramientas jurídicas, fortaleciendo sus capacidades distintivas en cada fuerza, y una voluntad clara, definida y con carácter.
Se hace imperativo que sigamos haciéndole seguimiento desde el Congreso de la República y desde los entes de control a todas estas políticas a las que se comprometió este gobierno y dejar muy bien documentado lo que hemos venido observando y, de esta manera, evitar que disfracen la realidad reescribiendo la historia, que para eso son expertos.
Paralelamente, se hace necesario que vayamos educando al pueblo para elegir muy bien a nuestros gobernantes y a los congresistas que nos representarán en un poco más de dos años. Porque, sin duda alguna, las falencias que hemos visto en algunos de ellos no podemos repetirlas en el 2026-2030, por una Colombia gobernada con sabiduría, carácter y ejemplo.
Finalmente, quiero enviar un saludo muy especial a nuestros soldados, suboficiales, oficiales y personal civil en actividad y de la reserva de nuestras fuerzas militares, así como a todos los policías, para que sigan sirviéndole a su nación con vocación y convicción.
Quiero decirles que sigan garantizando la seguridad y defensa de la nación. Recuerden que el entrenamiento y alistamiento debe ser permanente y riguroso. No podemos permitirnos repetir historias del pasado, donde cada proceso de diálogos con las diferentes estructuras criminales ha traído implícito su fortalecimiento y la burla al pueblo colombiano.
Indiscutiblemente, lo hemos podido evidenciar con las Farc y sus “disidencias”, con el ELN amparado en un cese al fuego y con las últimas imágenes en el reciente acto violento frente a las instalaciones del Palacio de Justicia, donde de manera irrespetuosa se vio ondear la bandera del M-19. Los colombianos exigimos respeto.