Se cumplen sesenta años de la crisis de los cohetes en Cuba, en la que el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear. Este hecho ha sido objeto de múltiples análisis en centros docentes en los cuatro puntos cardinales y de millares de publicaciones. Cabe recordar un ángulo menos conocido derivado de charlas personales y de entrevistas con Fidel Castro.
Castro fue advertido por Jrushchov de que después de una entrevista que había sostenido con Kennedy en Viena, había llegado a la conclusión de que el proyecto de la invasión a Cuba, que había sido preparado por la administración del general Eisenhower, sería un hecho en cualquier momento.
Los soviéticos enviaron a Shatai Rashidov, secretario del partido en Uzbekistan, y al general jefe de las fuerzas estratégicas de la URSS, mariscal Serguei Biryuzov, a hablar con Fidel Castro. Sugirieron la colocación de cohetes de alcance intermedio en Cuba para disuadir a los norteamericanos de la invasión. Fidel pidió unos minutos para ir a un salón contiguo a consultar con sus colaboradores, entre los que se contaba su hermano Raúl. La respuesta fue unánime: aceptar el ofrecimiento.
Los soviéticos instalaron los cohetes, pero no tomaron ninguna otra medida militar o política para impedir la eventual invasión norteamericana. Un coronel soviético, Oleg Penkosvky, dio a los norteamericanos la ubicación exacta de las instalaciones, que fueron corroboradas por fotografías tomadas por un avión espía U-2.
El 27 de octubre otro avión norteamericano U-2 es derribado sobre Cuba, pereciendo el piloto. Simultáneamente un avión de las mismas características sobrevoló sin autorización de sus jefes a la Unión Soviética, activando todas las alarmas en ese país.
Nikita Jrushchov no supo que se había derribado el avión espía con un cohete soviético. Se enfureció. Tampoco Kennedy se enteró del sobrevuelo del U.2 sobre territorio soviético. Cuando supo, exclamó enfadado un “en estas situaciones siempre hay un hijo de puta (sic) que haga cosas así”.
Aunque los jefes del Pentágono aconsejaron a Kennedy una acción masiva para destruir los cohetes, el mandatario anunció el 22 de octubre de 1962 en una alocución por radio y televisión que había dispuesto el bloqueo naval a Cuba hasta que los cohetes fueran retirados.
En ese momento de máxima tensión, los soviéticos le enviaron a Kennedy la propuesta de que sacarían los misiles de Cuba, con la condición de que Estados Unidos retirara los cohetes Júpiter que habían instalado en Turquía apuntando contra la Unión Soviética. Igualmente, que no invadirían a Cuba. Kennedy aceptó.
Los misiles fueron retirados por los soviéticos sin siquiera notificarlo a Fidel Castro, que se sintió profundamente ofendido. Luego, la Unión Soviética, para reivindicarse, suministró a Cuba una ayuda económica y militar sin precedentes que se acaba con la caída del socialismo. Vino luego el llamado “período especial” en el que Cuba afrontó la miseria y privaciones ingentes. Los que pudieron, se fueron; los otros, precariamente tuvieron que sobrevivir.
Tiempo después, en 1999 en un discurso en la Universidad Central de Venezuela, Fidel Castro expresó: “Estoy convencido de que la revolución solo puede ser hija de la cultura y de las ideas”.
Ahora, algunos dirían en Colombia que es la voz de un oligarca.