Bolivia durante muchos años fue, después de Haití, el país más inestable y pobre del continente, en el que además los golpes militares eran de común ocurrencia. Evo Morales, en una forma u otra se las arregló para que la estabilidad llegara a la nación y para que, de la situación de postración económica en que se encontraba, pasara a colocarse a la cabeza en el crecimiento de los países latinoamericanos. Sin embargo, tenía el síndrome de ser sucesor de los dioses del antiguo imperio aymara. Para su posesión se trasladó a la ciudadela prehistórica de Tiahuanaco en donde recibió, con la vestimenta de rigor y de manos de las sacerdotisas del Pachamama. el bastón de mando. Naturalmente que “fiel a sus creencias” hizo todo tipo de artimañas para perpetuarse en el poder. Lo que además es atractivo para muchos, menos para el ilustre Darío Echandía (“el poder para qué”) y les va generando la convicción de que son los salvadores de la república y que sin ellos la nación inexorablemente caerá como el Imperio Romano. Cuando la crisis en Bolivia llegó a su momento más álgido, Morales salió hacia la provincia de Chipare, donde se encuentra el fuerte de la producción de coca y se concentran buena parte de sus partidarios. Después de que exmandatario viajó a México, Andrónico Rodríguez, el vicepresidente de la coordinadora de las seis federaciones de los productores de coca, ha hecho un llamamiento a todos los cocaleros del país para que marchen para exigir el retorno de Evo. Don Andrónico calificó a la presidenta de Bolivia, como usurpadora, ya que se había “autoproclamado” como presidenta del senado y en esas condiciones había asumido la presidencia, lo que era inconstitucional. No le falta razón, ya que la señora Añez, no podía asumir la presidencia del senado, ya que esa designación debía haberla hecho la corporación que, sin embargo, al no asistir los miembros del partido de Evo Morales, ni siquiera tuvo el quórum exigido para reunirse. Los llamamientos de la OEA para restablecer la institucionalidad, no obstante el logro de haber descalificado el proceso electoral, difícilmente serán tenidos en cuenta. Evo aceptó el asilo ofrecido por el presidente de México, que se encuentra bajo la férula de los carteles de la droga. Hace pocos días se presentó el capítulo de la rendición ante la frustrada captura del hijo del “Chapo” Guzmán. El mandatario mexicano sigue manteniendo una favorabilidad por encima del 60 %. En Colombia, el Catatumbo es una bomba de tiempo, solo atenuada por la esforzada labor de las Fuerzas Militares. Los cocaleros, especialmente después de los acuerdos de paz con las FARC, se sintieron fortalecidos. Saben muy bien que en cualquier momento pueden paralizar al departamento de Norte de Santander. No hablemos del Cauca, donde los cultivadores de coca amenazan marchar si les quitan la energía eléctrica con la que sostienen los cultivos. Para no mencionar las protestas indígenas ni la situación en otras regiones del país. Además del siniestro poder de los carteles de la droga, se está consolidando el de los productores de coca que paulatinamente van imponiendo sus exigencias. (*) Profesor de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario