Durante la segunda posesión del contralor general de la nación, Carlos Hernán González, el presidente de Colombia dijo algo que pasó desapercibido por la opinión pública, mas no por los analistas del Gobierno del “cambio” (transcribo un apartado del enredado discurso del mandatario, aún disponible en el canal de YouTube de la Presidencia de Colombia, minuto 7:40 en adelante): “(...) yo sí creo en ese principio liberal, puede ser una ingenuidad, puede que haya sido sobrepasado por la historia, de tener independencias que permitan equilibrar los poderes. Y tienen un efecto fundamental, es en lograr que efectúa que el poder no sea autocrático. Y que pueda haber permiso para que entre esa diversidad de poderes que, en cierta forma es una disgregación del poder, pueda lograr su máximo cuando el poder se disgrega en la sociedad misma, que es el máximo de democracia. Un principio ácrata no liberal. Porque yo soy un tanto ácrata. Ya me entenderán los que saben de esto”.
Como siempre, fue incomprensible este nuevo ataque de logorrea del mandatario. Sin embargo, sí resultó curiosa esta mención de Petro para “los que saben de esto”, que él es un ácrata. Para los que no saben de “esto”, el mandatario se refiere a una doctrina política que niega la necesidad de autoridad.
Días después de la posesión del contralor, Petro incurrió en otra falta de respeto a su cargo y a la dignidad que representa. Durante la posesión del general Hugo López como jefe del Estado Mayor Conjunto, el primer mandatario prefirió quedarse literalmente “echado” en su poltrona, al tiempo que movía sus manos con desprecio cuando el general hizo su saludo oficial a quien, constitucionalmente, es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
Lo visto es una muestra más de que el mandatario confunde, o no entiende, el concepto de acracia. Más bien, Petro se comporta como un caprichoso adolescente que hace pataletas para llamar la atención. ¿Cómo es posible que al presidente le importe tan poco el significado del honor militar y el servicio que todos estos hombres y mujeres y sus familias les han prestado al país y a todos los colombianos? Si al presidente no le gusta la autoridad y por eso se la pasa desafiándola, ¿está capacitado para ser el comandante en jefe de las FF. MM.? ¿Cómo gestiona el ácrata Petro la gestión de la autoridad del cargo de presidente?
La acracia es una doctrina que reflexiona sobre el rol de la autoridad y que apela a un nivel ético muy estricto en el que cada persona sabe lo que tiene y puede hacer sin dañar al otro. Es un concepto utópico de sociedad que se rige por el criterio individual y el supuesto del correcto comportamiento de cada persona, de forma tal que no se necesita de una autoridad que vigile, ajuste o castigue. Poco reflexiona la acracia sobre la recuperación de equilibrios de mercado, la administración de justicia, la distribución de excedentes sociales y otros que sí tienen que ver con el rol que debería desempeñar Petro.
Es humillante para la fuerza pública, sus mujeres, hombres y familias, la actitud displicente, soberbia e irrespetuosa de Petro. Todo gobernante sabe que son los ejércitos los que defienden sus territorios, la vida de sus ciudadanos y la propiedad privada. Petro desprecia a los soldados de Colombia, pero se siente “en su salsa” ondeando banderas o defendiendo las causas de grupos irregulares y criminales como el ELN, las Farc y el M-19, quienes desafiaron la autoridad del Estado, asesinaron y masacraron a hombres, mujeres y niños, y arrastraron por el suelo las nociones más básicas de la dignidad humana y los derechos humanos. ¿Esa es la acracia que defiende Petro?
Cuando aún los colombianos no se reponían de este insulto y de la nueva tanda de escándalos de la “potencia mundial”, el presidente se presentó el 20 de julio al desfile militar de conmemoración de la independencia con dos horas de retraso, con un atuendo inapropiado para la solemnidad de la ocasión y, sobre todo, para la dignidad y estatura que representa su cargo. ¿Qué asunto de seguridad retrasó al mandatario y no le dio tiempo de ajustar su vestuario a la celebración de la independencia de la patria que gobierna? ¿Estaba amanecido? ¿Tomó mucho café? ¿La acracia es insultar con indiferencia el trabajo y el servicio honesto de las FF. MM.? Como si fuera poco, en su muy corta estancia en la ceremonia, se le vio desatento, en la pantalla de su celular, como si la preparación, los ensayos y el tiempo de los hombres de la patria no fuera un evento digno de la atención de un líder galáctico. ¿La impuntualidad, la indiferencia, el irrespeto y la falta de admiración por los soldados de la patria forma parte de esta enferma acracia del “cambio”?
El presidente Petro no es un ácrata. Es un simple provocador. No es ni libertario, ni filósofo, ni intelectual, ni “transformador” como alguna vez sugirió, ni siquiera le da para su propia acracia. Es un presidente incumplido, irresponsable, irrespetuoso, bastante flojo para trabajar, que en su megalomanía osó poner su cara encima de un eclipse y que todavía pretende hacernos creer que es un “superhombre” que se rebela contra la autoridad, cuando todo el país sabe que, en realidad, es un autócrata mesiánico, admirador de las dictaduras de Cuba y Venezuela, violadoras de los derechos humanos. Y nada esto tiene que ver con esa supuesta acracia de la que Petro tanto se regodea.