Respeto profundamente a la Corte Suprema de Justicia, pero, con gran preocupación y tristeza, tengo que decir que ya no es lo que fue. Atrás quedaron aquellos tiempos memorables de esa corte intachable, valiente y sabia. Hoy solo es historia. Cómo olvidar a los inmolados magistrados que lucharon hasta su último aliento en la toma del M-19 al Palacio de Justicia, o a quienes se la jugaron con sus decisiones en medio del proceso 8000, o incluso a los perseguidos que destaparon la parapolítica. Nos sentíamos orgullosos. Pero vino el cartel de la toga, llegó la corrupción, con ella la falta de confianza de los ciudadanos, las dudas, los reproches, los intereses políticos y hasta la venta de fallos, y, cuando menos pensamos, la Corte se convirtió en un grupo de buenos magistrados que lucha contra las malas prácticas de algunos de sus compañeros, que, aunque sean pocos, hacen un gran daño. Los que imparten justicia no se pueden torcer. Al final, el alto tribunal se transformó en una selva de chantajes internos y ambiciones personales; incluso el magistrado Álvaro García, presidente del alto tribunal, habló de extorsiones por el bloqueo de las grandes decisiones administrativas como la elección de fiscal general, el nombramiento de los nuevos magistrados y la designación de presidente y vicepresidente de la corporación.

La corte ya no es una de las instituciones con mayor credibilidad en Colombia, como en épocas pasadas. Las encuestas de opinión lo demuestran. Esto es grave para la justicia y la democracia. Los pactos de honor entre los magistrados o los acuerdos se transformaron en chantajes: “Yo te elijo, tú me eliges”, “yo te elijo, tú qué me das”. El ambiente interno es tenso. De hecho, un bloque de por lo menos diez togados ha buscado infructuosamente que la votación sea pública por transparencia. Otro bloque minoritario defiende el voto privado. Me confirmaron que supuestamente este grupo es liderado por los magistrados Jorge Luis Quiroz, actual vicepresidente, Fernando Castillo y Eyder Patiño. De otra parte, la estrategia para bloquear los nombramientos ha sido clara: dejaron juntar todo y así poco a poco armaron una especie de carrusel de chantajes. “Tú me eliges presidente y yo voy por tu candidato a fiscal”, “yo voto por ti a fiscal y tú me das este paquete de puestos”, “destrabo la elección de magistrados, pero tú votas por mi candidato a fiscal”. Incluso algunos magistrados contaron aterrados que en una sala plena alguien en su momento se atrevió a decir frotando los dedos que cómo iban a hacer con la elección de registrador, algunos interpretaron que hablaba de todo el presupuesto que mueve esa entidad. A esa persona varios la pararon en seco. No es una fábula. El 27 de febrero podría ser un día negro si continúan bloqueados los nombramientos. Algunos dicen que vendría una hecatombe. Un magistrado preocupado me aseguró que el lobby en la Corte es aterrador. Si bien hay quienes deciden por convicción su voto, otros solo trabajan para sus objetivos personales. También me dijo que quién sabe qué pasaría si las paredes de los despachos y de los restaurantes bogotanos hablaran. Hoy la puja es por la presidencia: el magistrado Quiroz la reclama. Otros quieren que sea Clara Dueñas, por ser la más antigua de la Sala Laboral. Aunque aseguran que el magistrado Eyder Patiño también tendría interés, y eso que se quedó sin visa y, además, su nombre ha sido mencionado en el escándalo del cartel de la toga. De igual manera, hay molestias en la Sala Penal, que quiso imponer en anteriores elecciones a sus candidatos, pero fue obligada a cambiar varios nombres. Hoy en esta sala hay quienes quieren vengarse.

Como si esto fuera poco, el alto tribunal está en alerta roja. El 27 de febrero podría ser un día negro si continúan bloqueados los nombramientos. De ser así, algunos dicen que vendría una hecatombe. Ese día vence el periodo del magistrado Ariel Salazar y el tribunal quedaría solo con 15 magistrados. Así no podría llevar a cabo ninguna elección pendiente. La situación es peor aún: fuentes me confirmaron que Salazar, que es de carácter fuerte, tiene la carta de renuncia lista sobre su escritorio porque está que explota por los chantajes internos para elegir. Sin embargo, varios compañeros no se la han dejado presentar. Es decir que la crisis se podría adelantar si el doctor Salazar no aguanta más y se va antes de tiempo. Algunos aseguran que en tal escenario, solo la conmoción interior permitiría que la Corte pudiese hacer nombramientos. No obstante, los más pesimistas dicen que esta medida no tiene sustento jurídico y se caería en la Corte Constitucional, y, con ella, todo lo que venga detrás. La esperanza es que todo se destrabe el jueves en la primera sala plena de este año. Que elijan las vacantes, que entiendan que la interinidad en la Fiscalía solo favorece la impunidad, que los magistrados que se han convertido en un obstáculo piensen en la institución y en sus obligaciones sin mezquindades. Necesitamos recuperar la Corte Suprema de Justicia urgentemente y rodearla. De tal forma, sus decisiones serán más respetadas. De lo contrario, estarán en entredicho. Los magistrados tienen que dar ejemplo y no pueden tener tacha. Por último, no podemos permitir que regresemos a las épocas horribles de la Corte chuzada y seguida. Por ahora, Compensar asegura que son de su propiedad los micrófonos encontrados en el despacho del magistrado César Reyes. Es clave que una autoridad lo certifique, mientras tanto, no se puede condenar a nadie.