Miles de estudiantes colombianos a lo largo de los 60, 70, 80, 90s y hasta hoy nutrieron las filas de la revolución armada en las diferentes siglas existentes y en aquellas que aún permanecen. Miles fueron perseguidos, encarcelados y asesinados, también fueron víctimas y victimarios. La universidad pública, espacio de aprendizaje, lugar natural para la confrontación de ideas y centro de formación de la sociedad fue y es escenario de las armas y de la violencia. Conspiraciones, seguimientos, homicidios, actividad clandestina son parte de la historia de la Nacional, de las universidades del Valle, de Antioquia, del Caquetá, de Nariño, de Córdoba, del Atlántico, en fin. La universidad pública por más de seis décadas y hasta nuestros días ha vivido el conflicto armado de manera activa. En ella han hecho presencia todos los actores del conflicto armado interno llámense guerrillas, organismos de seguridad del estado y grupos paramilitares. Es cierto que ha habido esfuerzos desde estudiantes y profesores para rechazar la violencia al interior de los claustros y el uso del campus como teatro de operaciones por parte de los armados. Por ello proponer a los 65.000 estudiantes y egresados de la Nacional sede Bogotá recuperar por la vía de relatos la violencia que viven y han vivido en los años recientes, es una apuesta profunda si se tiene en cuenta que estamos adelantando un proceso de conversaciones, que debe traer el fin del uso de las armas como ingrediente del debate político y de la pugna por el acceso al poder. Y lo es más aún, cuando en medio de las conversaciones en La Habana, se ha constituido una Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Carlo Tognato, profesor asociado y director del Centro de Estudios Sociales en el departamento de sociología de la Universidad Nacional, es el impulsor de la iniciativa de construcción de “Relatos sobre violencia, miedo e intimidación” al interior de la Nacional sede Bogotá, lo que es un reto no sólo para la comunidad universitaria sino también para todos los habitantes de la capital. Del Alcalde para abajo. Y lo es porque cuando un grupo de estudiantes decidió rechazar la violencia al interior de la Ciudad Blanca, los dejamos solos. Fueron titular de prensa dos días y de nuevo la mayoría estudiantil tuvo que enfrentar en solitario a los grupos armados que arropados con una u otra bandera impusieron su criterio. Hacer transparente, entregar a lo público el cotidiano de la universidad, fortalece la autonomía, permite superar la estigmatización histórica sobre la universidad pública y desnuda ídolos con pies de barro que de un lado, románticamente hacen ver a la “Nacho” como eje de la revolución y del otro, malévolamente como epicentro de la conspiración terrorista. Tognato ha planteado su visión sobre el tema en el marco del evento: “¡Adiós a la Guerra!, Los colores de la Paz” el pasado 21 de Julio en el Salón Oval Edificio Posgrados de Ciencias Humanas Rogelio Salmona de la Universidad Nacional. Este es el texto: Decir Adiós a la Guerra: Empecemos desde las Universidades. Esta iniciativa es frágil si desde el conjunto de la sociedad no la acompañamos, si la misma no tiene eco en los formadores de opinión, en los partidos políticos, en las iglesias, en los gremios, en la sociedad. También será frágil si en otros territorios y universidades que han enfrentado situaciones iguales o parecidas no se abordan experiencias semejantes de construcción de una verdad sobre universidades, armas, militancias y contrainsurgencia. La academia debe hablar también desde la incomodidad que devela omisiones y responsabilidades históricas frente a la acción política armada en los claustros universitarios. De lo contrario, discursos y frases grandilocuentes sobre calidad educativa, estándares, acreditación y rankings serán ajenas al cotidiano de las universidades pública que en cierto modo han sido privatizadas por armados y directivos de todos los pelambres. La iniciativa de Tognato no puede dejarse encerrada en la universidad pues de ella afloraran verdades que harán posible enfrentar estigmas y fantasmas que debilitan la universidad pública.