Hasta hace unos días, Zulay Rodríguez era desconocida en Colombia. Se trata de una diputada panameña del Partido Revolucionario Democrático (PRD) que ha ido adquiriendo cada vez mayor figuración en el escenario político de su país. De profesión abogada, se presentó a las urnas y obtuvo un sólido respaldo –300.000 votos– que le permite fajarse ahora desde la Asamblea con su mayor oponente, el expresidente Ricardo Martinelli. Ambos mantienen desde hace años una pugna en la que cada cual esgrime acusaciones gravísimas. El exjefe del Estado insiste, por ejemplo, en que ella quiere asesinarlo. “Por ahora no ha podido porque tengo escoltas”. ¿Desistirá? “No. Seguro irá a matar a mi familia”. Ella, por su parte, lo acusa de haberla hostigado, de utilizar agentes secretos para seguirla, asustarla y de chuzarle sus teléfonos. Incluso denunció que en una ocasión entraron a su vivienda, le robaron un video en el que hay imágenes con su esposo teniendo relaciones sexuales. A pesar de todo, sigue en sus denuncias: “No me voy a dejar chantajear. Ni siquiera porque me amenacen con poner en el internet mi vida íntima”. Su tesis es que Martinelli cometió gravísimos delitos cuando ejerció la Presidencia, entre ellos, corrupción e interceptaciones ilegales a sus opositores. Y que en la actualidad se ampara en su fuero para eludir la justicia. Zulay es noticia en nuestro país porque llamó “escoria” a los colombianos. Ella precisa que no a los 44 millones, sino a algunos de los casi 2.000 presos nacionales que hay en los penales del istmo. Argumenta que sus declaraciones –como en otras ocasiones– fueron editadas y filtradas para minar su credibilidad. ¿Sacarían sus palabras fuera de contexto para generarle un problema adicional? Lo cierto es que tras la divulgación, casi de inmediato, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia protestó. “Estamos enviando al gobierno panameño una nota de rechazo por esas declaraciones discriminatorias”, dijo la canciller, María Ángela Holguín. La ministra fue vehemente: “Expresamos nuestro rechazo y no vamos a dejar que insulten a los colombianos”. La información se conoció de manera simultánea con una serie de señalamientos del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, contra Colombia. Desde un avión Tucán que va a salir de aquí para ir al frente de la avanzada a darle un golpe de Estado hasta las caricaturas que no le causan nada de gracia. Sus afirmaciones más recientes no fueron editadas, ni grabadas clandestinamente sino a la luz del día y frente a decenas de periodistas: “colombianos asesinos”. Maduro exigió la “máxima alerta”, pues dijo haber recibido información de que desde Colombia tratan de “infiltrar” paramilitares vestidos de civil para realizar crímenes y matanzas, primero en los estados fronterizos de Zulia, Táchira y Apure, y posteriormente “infiltrarse hacia el centro del país”. “Quieren infiltrar grupos armados entrenados por los paramilitares de Colombia porque desde el norte (Estados Unidos) se ha dado la orden de, como sea, destruir la patria de Bolívar”. El pronóstico de Maduro de lo que van a hacer las bandas armadas de colombianos es catastrófico: van a asesinarlo o a desaparecerlo a él. La narrativa de Maduro de estos días va en línea con otras acusaciones hacia aquí también muy sonoras en el último año. En una ocasión acusó a Uribe de la muerte del diputado chavista Robert Serra. “Los autores intelectuales estoy más que seguro están fuera del país, por las informaciones que manejo, apuntan hacia Colombia y la banda de criminales que ha dirigido toda la vida el expresidente Álvaro Uribe”. En otra oportunidad levantó su dedo acusador hacia acá por unas protestas que dejaron tres muertos. “Ya le he mandado un mensaje muy claro (...) a este canal de noticias colombiano, NTN24, donde detrás está la mano de un fascista enemigo de Venezuela, Álvaro Uribe”. Según Maduro, Uribe “está detrás financiando y dirigiendo estos movimientos fascistas”. Cuando la captura, en Aruba, del exjefe de la inteligencia militar Hugo Carvajal, sindicado de narcotráfico, Maduro no dudó: “Fue una situación delicada esta detención por presiones indebidas, por un expediente falso, por un montaje, como lo demostraremos en los próximos días, hecho por Álvaro Uribe, un falso positivo organizado por el mafioso de Uribe”. Por estos y otros señalamientos no ha habido –al menos de manera pública– una nota de protesta contra Maduro. Sin embargo, esta no es la única diferencia entre los dos casos. La diputada pidió perdón en medio de las lágrimas. Él, por su parte, levantó aún más la voz y conminó a la “clase obrera” a salir a la calle “junto a la fuerza armada” por si algún día amanece con la noticia “de que el presidente Nicolás Maduro no aparece” o que fue “atacado el palacio presidencial”, para unirse en una confrontación contra “los enemigos” que ya “se sabe vienen desde Colombia”. * Director de Semana.com Twitter: @armandoneira