No entiendo la bulla alrededor de la constituyente. Qué más dará esa u otra maniobra de distracción. Ya lo vimos en Chile. Se la pasaron hablando, reuniendo al supuesto pueblo en asambleas mamertas y votando por una nueva carta magna que terminó en nada, derrotada.

Poco le gusta más a nuestro señor cordobés, que ganó las elecciones gracias al apoyo del centro y la socialdemocracia, algo que siempre ignora, que echar cháchara. Le dan un micrófono y suelta cualquier río de frases delirantes, aderezadas de diatribas contra quien sea. Lo que le aburre a morir es gobernar como un buen gerente.

De ahí que, en el colmo de la engañifa, el mandadero santista que acaba de reclutar para su gabinete, clama que trabajará para organizar la primera etapa de su ansiada constituyente y servirla en bandeja al próximo Gobierno a fin de que culmine el proceso.

Es decir, la madre de todas las tomaduras de pelo. El petrismo y sus advenedizos santistas montan el andamiaje de la tramoya y los siguientes lo desmontan. Porque si no hacen trampas, desviándose por atajos, y si los opositores se ponen las pilas y empiezan a actuar de manera inteligente, será difícil que los pésimos presidente y ministros que ahora mandan, repitan. Aunque no imposible.

En todas las encuestas, el actual inquilino del Palacio de Nariño –que hasta se permite falsear la historia del lugar donde reside para dárselas de pobre abrumado por los lujos del entorno– conserva su 30 por ciento de seguidores. Esa cifra solo la tiene Álvaro Uribe, que ni se presenta ni es traspasable. Y recuerden que Petro solía tener un porcentaje de rechazo altísimo, dato que no impidió su victoria.

Lo desmoralizador es ver a politiqueros de siempre en los mismos puestos de toda la vida. Si yo fuese petrista, estaría brava al observar que al primer Ejecutivo izquierdista, por el que soñé toda la vida, incorporan a un excelso protagonista del Proceso 8.000. Y que Samper, el tipo que conquistó el poder con los dineros ensangrentados del cartel de Cali, sea la foca (o el elefante) que más aplauda la burlesca maniobra.

Recomiendo el libro Rehenes de la mafia, escrito al alimón entre el periodista Édgar Torres y el exfiscal Armando Sarmiento. No encontrarán una coma inventada, todo es real. Y adivinen qué escudero figura en el elenco principal, en el bando del desvergonzado presidente de entonces. Ni más ni menos que el flamante ministro del Interior, Juan Fernando Cristo. Es incombustible, un corcho que siempre escapa del sumidero y flota campante. Otro paso atrás del Gobierno del cambio.

Pero al cordobés todo le vale, como demuestra nombrando embajador en Chile al sujeto dispuesto a enlodar con graves calumnias a Fico Gutiérrez. Tiene bemoles que el jefe de Estado pida respeto a su vida privada, que él quiso hacer pública en Panamá, cuando caen en tamaña vileza. Además de que demuestran que siguen manoseando las embajadas a las que dizque mandarían diplomáticos de carrera, otra de sus clamorosas falacias.

El sinuoso Santos sabrá qué negoció con Petro, en qué turbias maniobras andan. Lo único evidente es que no se les puede creer porque se la pasan haciendo lo que juraban que jamás harían. El expresidente va a lo suyo, aunque no conozcamos esta vez qué persigue. Lo seguro es que le vale cinco que el país camine hacia el despeñadero.

Sería ridículo venderse para que la semana entrante Petro clame en la ONU que la pazSantos era buena, pero la extrema derecha de Duque la hizo trizas. Ambos saben que Duque es un moderado de centroderecha, al que su partido criticaba por pusilánime y por no sacar a los santistas como a perros, y que hizo lo que estaba en su mano para poner en marcha los programas que Juan Manuel Santos dejó desfinanciados, mal ejecutados, peor planeados y desorganizados.

Ahora Cristo ejercerá de jefe de campaña de su nuevo jefe, con la excusa de la constituyente. Gastarán millonadas en inútiles foros con asociaciones sociales de bolsillo y demás “pazólogos”, cuando en realidad solo estarán preparando el asalto a los comicios de 2026 con un descaro insultante.

Porque la Constitución actual incluye todos los derechos que merece un ser humano, así en este país sean papel mojado en muchos casos. Pero los problemas no se arreglan con más artículos y más discusiones bizantinas.

Además de que Petro no conseguirá su objetivo de arrebatar territorios a Antioquia para debilitarla al máximo porque no soporta que los paisas no lo veneren. Nunca tendrá el respaldo necesario. Lo mismo pasará con otras regiones que pretenda trocear.

Ni hablar de lo preocupante de tener un mandatario que propone consultas previas para su embeleco del tren transoceánico que arrase las selvas del Darién, después de concluir que es inviable su macondiano Buenaventura-Barranquilla. Y un ministro de Transporte que afirme que la obra faraónica, que iría por encima de la manigua para respetar a los animales, hágame el favor, estará lista en unos cinco años. ¡Qué tropa nos gobierna! Dios.