El tema no es solamente para la fuerza pública, esta tiene una responsabilidad muy importante, como su misión constitucional descrita en el artículo 217 de la Constitución establece: Salvaguardar la Soberanía, la Independencia, la Integridad del Territorio y la de preservar el Orden Constitucional, pero corresponde a todos los colombianos, desde el rol que cada uno de nosotros desempeñe, actuar para defender las instituciones.
Hoy aprovecho este espacio para dar mi visión, desde mi experiencia como soldado y como general de la República de Colombia, que asumí el mando de la institución en los tres últimos años del cuatrienio del periodo presidencial del Doctor Iván Duque Márquez, sin dejar de lado también el aspecto político del sector defensa en cabeza de los tres ministros con los cuales tuve la oportunidad de trabajar e interactuar: Guillermo Botero, Carlos Holmes Trujillo y Diego Molano y por supuesto, en lo que era para la época mi responsabilidad; como era la de observar con estricto seguimiento las necesidades de la fuerza y de manera oportuna proveer a los hombres de la institución bajo mi mando y responsabilidad, del equipo, material, entrenamiento, pertrechos y demás, necesarios para el óptimo desempeño de las tropas en las áreas de operaciones, aspecto que hoy preocupaa todos los colombianos.
¿Qué significa y cómo se podría describir a un general?
Es un militar que, luego de 28 largos años de carrera como Coronel, aplica para ascender al grado de Brigadier General. Es decir, casi 30 años y cuando termina su primer grado y busca ascender a mayor General ya estaría alcanzando sus 35 años de experiencia. Este contexto es necesario, para que todos entiendan cuál fue el primer acto irresponsable del gobierno actual, al decapitar profesionalmente a más de 50 oficiales generales sumando los del ejército y los de la policía nacional.
En pocas palabras:
Acabó con la experiencia de la institución.
Asi como él lo suele decir en sus entrevistas chu, chu, chu, chu… como las fichas de un domino.
Empecemos por hablar de la transformación que han sufrido las Fuerzas Militares de Colombia desde varios aspectos.
a. El proceso de paz, es decir: La maquiavélica mal llamada “PAZ TOTAL”, y en esta, las dificultades que se han presentado a lo largo de su anuncio y pésima forma como se implementó. Es decir, esto ha sido una situación muy, muy compleja. A pesar de las operaciones militares exitosas, hoy vemos, que en este proceso no se ha abordado de forma seria el tema de la justicia frente a los bandidos de estas estructuras criminales, que fueron capturados en su momento y con quienes sin ningún escrúpulo hoy se sentaron en las mesas para negociar una pretendida paz con impunidad que nada bueno va a dejarle al país.
Más aún, cuando todos estamos viendo cómo estos criminales participan tranquilamente imponiendo condiciones y peor, donde en cada uno de los procesos vividos, tenemos la experiencia que estos terroristas al final terminan saliéndose con las suyas, burlándose de los colombianos, mientras el Estado queda totalmente debilitado y burlado. ¿Y todo lo anterior en qué impacta? … en una desmoralización de quienes se han jugado todo… si todo, hasta sus propias vidas, por defender la patria. Lo anterior envía un mensaje que cae muy mal en las tropas. Y quiero manifestarles que ¡la moral es un aspecto intangible, pero es el más importante en la vida de un soldado!
Entonces, no solo tenemos que analizar lo que está haciendo el gobierno sino también las formas. Sí, la forma que está empleando el gobierno en cada caso. Maltratando las tradiciones, reglamentos, doctrina y, en fin, todo lo que en su camino pueda desajustar para dar el siguiente paso.
b. Me preocupa la actitud del gobierno frente a la obsolescencia en todo el equipo de las fuerzas militares, lo cual no ha permitido que las fuerzas puedan avanzar y se desarrollen de la manera como normalmente se hace en cualquier nación. Todo el equipo estratégico de la nación, ¡óigase bien! entró ya en su etapa de obsolescencia o su final en la línea de vida útil de los mismos. (ejc, arc y fac.)
- Armamento
- Municiones
- Medios (movilidad, helicópteros MI-17 (rusos) y demás temas como:
Equipos técnicos de Inteligencia, vigilancia y reconocimiento y aquí hablo de vehículos blindados, buques, aviones, que nos permiten poder defender la soberanía y lo más delicado, debilitando de esta manera la seguridad y defensa de la Nación.
A todo lo anterior súmenle “la tecnología”, y alineado a todo ello, el entrenamiento: No podemos olvidar que “el mejor bienestar que un comandante le puede brindar a sus soldados es una excelente instrucción y un riguroso entrenamiento”.
c. Así mismo, hay algo muy importante en la seguridad y defensa de la Nación que es la experiencia, la cual no se adquiere de la noche a la mañana, y de manera perversa debilita al Ejército, que es la fuerza hegemónica, por su misma misión como componente terrestre. Y es por esta razón por la que hoy vemos los territorios bajo la amenaza de las estructuras criminales que, sin duda alguna, están empoderadas y peor aún expandidas en buena parte de la geografía nacional. Lo que estamos viendo hoy, por medio de las redes y programas televisivos como el del domingo “Los Informantes”, por el Canal Caracol, que se refería al “Proceso de Paz” que pretende adelantar el gobierno con La Oficina de Envigado, estructura delincuencial organizada, que nos deja ver también el problema del crimen urbano.
Y así como en Medellín, les puedo asegurar que el tema es igual en muchas ciudades del país. Es triste ver que después de los avances de los gobiernos anteriores para atraer la inversión extranjera, y de habernos consolidado como una de las economías más robustas de América, hoy estamos viendo como cada vez somos menos atractivos para invertir.
Todo lo que hoy estamos viviendo, impacta negativamente en la seguridad y defensa nacional, la cual es el pivote desde el cual se mueven todas las naciones y, por supuesto, termina minando la inversión.
¿Qué hacer frente a todo lo anteriormente expuesto?
Preguntarnos todos cómo participamos en la solución para NO dejar que nuestro país siga autodestruyéndose día a día.
Para ello, lo primero es un cambio de actitud en todos los colombianos, para que, de manera positiva, nos enfilemos a trabajar para sumarnos a sacar del lodo al país que, por derecho, nos pertenece a todos.
Es hora de comportarnos como seres humanos con una conducta de aspiraciones, y no de ambiciones.
No podemos permitirnos como país una conducta ambiciosa e inescrupulosa, como la que hemos visto en muchas personas, que sin duda alguna deberían estar condenados al ostracismo. Los ciudadanos de bien somos los primeros llamados a vigilar el actuar de nuestros conciudadanos, para que todos podamos sumar en la construcción del país, dejando de lado las vanidades y beneficios personales.
Hablamos de acabar la corrupción y esta sigue vigente y, peor aún, desafiante ante las críticas a la misma.
Hablamos de lograr la tal “paz total” y hoy estamos peor, retrocedimos más de 30 años.
Hablamos de atención a las víctimas, y paradójicamente, hoy se atiende mucho mejor a los victimarios.
La única manera de recuperar el rumbo del país es que tanto civiles como fuerza pública obremos con apego y estricto cumplimiento a la constitución y a las leyes.
¿Desde la sociedad civil cómo podemos aportar?
Pues lo primero, es cumplir nuestro papel de veedores del gobierno en todos los niveles. No debemos quedarnos callados ante lo que vemos que sucede en el país.
Hoy por hoy, además del poder de los medios de comunicación, tenemos una herramienta poderosísima para ejercer ese control y son las redes sociales.
La izquierda, durante muchos años, ha entendido y utilizado el poder de las redes para lograr sus objetivos, y tenemos que admitir que nosotros nos quedamos cortos en el uso de estas para dar a conocer nuestros avances y políticas y contrarrestar de manera efectiva la campaña de desinformación que gestaron como parte del estallido social.
Ahora, nos corresponde utilizar las redes para denunciar los hechos de corrupción, las injusticias sociales y el abuso de autoridad que se comete en el gobierno de turno. Nosotros no vamos a utilizar las redes para desinformar, ni para gestar un “estallido social” contra este gobierno. Pero tenemos que ser activos vigilando y denunciando, porque solo mostrando lo que está ocurriendo, podemos allanar el camino de cara a las elecciones del 2026.
A los gremios económicos les corresponde tener los ojos bien abiertos para poder reaccionar oportunamente ante las diferentes amenazas que enfrentan como consecuencia de las desafortunadas decisiones económicas que se adoptan desde el gobierno nacional. Los frentes son muchos: la reforma a la salud, ante cuyo hundimiento en el congreso el gobierno reaccionó destrozando el sistema vía decretos; la reforma pensional que nos enfrenta a un escenario fiscalmente insostenible, la reforma laboral que antes que generar empleo formal, lo que hace es desincentivar la formalización; la reforma agraria, que disfrazada de mecanismo de redistribución de la riqueza enmascara un mecanismo expedito de expropiación; la reforma a la justicia, que en realidad lo que pretende es generar nuevas formas de impunidad, la reforma a la educación, a través de la cual se busca implementar un nuevo régimen de adoctrinamiento en nuestros niños, niñas y adolescentes, punto fundamental para garantizar la permanencia en el tiempo de su proyecto político.
Hoy vemos cómo en lugar de combatir la minería ilegal se ha combatido a las empresas mineras formales lo cual ha generado una nueva forma de violencia. En lugar de fortalecer el sistema de salud, se logró quebrar el sistema destruyendo sistemáticamente uno de los más preciados logros sociales de los últimos 30 años. En lugar de continuar con la excavación de nuevos pozos de petróleo, desmontaron el plan de exploración y nos dejaron en manos de Venezuela… que, dicho sea de paso, ya manifestó que no tiene como atender nuestra demanda. Ahora, van enfilando baterías en contra de la Federación de Cafeteros y el Fondo Nacional del Café, que ha sido uno de los más emblemáticos gremios del país, que ha contribuido a su crecimiento apoyando a gobiernos de todas las corrientes con diferentes programas sociales. Para que no logren acabarlo, como ya lo han hecho con los otros, nos corresponde como colombianos alzar la voz para respaldarlos.
Todos sabemos que el único camino para salir adelante es unirnos; y suena muy fácil, pero en realidad es complejo de cristalizar. Considero que una forma que puede funcionar es empezar por construir acuerdos, desde una lista de deseos en los cuales podamos encontrar consensos. Por ejemplo, en materia de seguridad y defensa, podemos con el apoyo de expertos empezar a construir unas Fuerzas Armadas más profesionales, con mejores equipos, organizadas para el contexto actual, con un respaldo jurídico acorde con los retos que hoy enfrentan, pero con visión de futuro, un liderazgo que genere y mantenga la confianza, unos beneficios acordes con el sacrificio que cada día hombres y mujeres con sus familias hacen para poder proteger a nuestros ciudadanos.
Esto puede continuar en otros campos, como el manejo financiero del país, con la forma realista en que vamos a afrontar el cambio climático y la transición energética, y que hablar de salud, de educación, de trabajo, de manejo de cultivos ilícitos y la lista es interminable.
Soy un convencido que son más las ideas que nos unen y en lo que no haya acuerdos tendremos que ceder con tolerancia. ¡Ojo con la endogamia! no podemos escucharnos entre unos pocos sin abrir nuestras mentes y oídos a escuchar las múltiples ideas que traen por ejemplo los jóvenes, al final hay ideas valiosas en todas las vertientes generacionales e ideológicas.
Luego viene los más difícil; dejar atrás los egos para que podamos definir a través de diferentes mecanismos, quien es la mejor persona que nos va a representar en el próximo periodo, recordando que esa persona es solo un parte del engranaje de una tecnocracia impecable, con cero corrupciones, donde el más capaz, el más preparado, y el mejor líder, es quien juega el partido de su vida en la cartera o cargo que le corresponda. No más clientelismo, no más amiguismo, no más nepotismo. ¡Estoy convencido que en la medida que podamos unirnos en un acuerdo con ideales nobles pero rigurosos, basados en las realidades y la evidencia es el camino, pero hay que empezar a construirlo ya!
Yo, en este momento de mi vida, colgué el uniforme con HONOR y no pienso volver a ponérmelo; porque ese ciclo ya quedó cerrado para mí. Me fui con HONOR y seguiré viviendo al lado de mi familia con el mismo HONOR. Respetando las formas, las tradiciones militares y la institucionalidad. Ahora el uniforme lo llevó en el alma, con el único deseo de servir a mi país ahora desde la vida civil; pues, amando como amo a mi país, no puedo permanecer impávido ante todo lo que está sucediendo. En estos momentos de mi vida, mi único interés es trabajar por salvar la democracia de mi país y para ello pondré al servicio mis conocimientos y mi tiempo. Siempre fui y seguiré siendo un hombre de inquebrantables convicciones y de aspiraciones más no de ambiciones; eso me enseñaron en mi casa y esa enseñanza fue luego reforzada en mi formación militar.