Pobre Petro, debe andar desconcertado. Ya se descubrió lo que él sabía, pero no dijo: que fue el Gobierno del demócrata Joe Biden el que proporcionó Pegasus. Y encima gana Trump, al que consideraba hitleriano. Escribo en pasado puesto que corrió a felicitarlo. Igual que hicieron Maduro y Diosdado. Tan asustados andan en Miraflores que intentan aplacar con buenas palabras las ansias de trumpistas, como Elon Musk, de derrocarlos.
Pues les tengo malas noticias. Con mayoría en las cámaras legislativas, los senadores Marco Rubio y Rick Scott sacarán su propuesta de elevar la recompensa a 100 millones de dólares por cada cabeza de la mafia chavista.
No solo los capos entraron en pánico, también su círculo cercano. Pensarán que esta vez sí van por ellos. Por si dudan, que lean lo relativo a Pegasus para anticipar lo que puede pasarles.
Y tengan presente que fue Trump el que puso precio a Maduro y compañía e impuso sanciones para obstaculizarles el robo del erario. También en su primer gobierno, el republicano pidió en la ONU, en 2017, la colaboración del mundo libre para derrotar la dictadura chavista. Nadie antes en la Casa Blanca había sido tan directo. El sátrapa socialista respondió llamándole Hitler y demás lindezas.
También Trump declaró entonces estar dispuesto a reunirse con Maduro y discutir un único punto: cuándo dejaba el poder. Nunca se encontraron.
Nuestro Petro, sin embargo, ha estrechado las manos ensangrentadas del tirano en demasiadas ocasiones. Y replica la mentira de culpar de la ruina de Venezuela a las sanciones estadounidenses. No solo la repite por su cercanía ideológica al chavismo sino porque necesita a la dictadura para que protejan a sus aliados: ELN e Iván Márquez.
Aunque en su anterior administración Trump no pasó de ladrar a Miraflores, ahora tendrá motivaciones extras para morderlos. La migración ilegal es una de sus banderas, y sin esos forajidos al mando miles de venezolanos no querrán emigrar y millones regresarán a su patria.
De paso, haría un favor a su amigo Netanyahu, dadas las visitas a Caracas de altos mandos de inteligencia rusos e iraníes, y los pasaportes venezolanos que entrega a miembros de Hezbolá.
No pretendo ilusionar con la caída de la tiranía porque la decepción duele más que el escepticismo. Pero la información de El Tiempo sobre Pegasus confirma la hipótesis que escribí en una columna anterior y abre un espacio al optimismo.
Era evidente que Pegasus existió, pero no para la nimiedad de destapar la falta de escrúpulos del embajador en Chile o la participación de Verónica en la estrategia electoral. Si hubiesen espiado a Petro para evitar su triunfo, habrían sacado a la luz el origen de los millones que gastó en su precampaña y las demás trampas que le ayudaron a ganar.
Mi apuesta es que con Pegasus dieron golpes certeros a las bandas criminales, aliadas de los narcos mexicanos.
Al dar de baja a Óscar Montero, alias el Paisa, y a Romaña, y dejar malherido a Iván Márquez, lograron descabezar a la Nueva Marquetalia. Si Maduro no lo acoge en su clínica para mafiosos, y si Petro y su ministro Iván Velázquez no ayudan a resucitar una guerrilla que Mordisco había dejado al borde de la desaparición, Pegasus habría coronado uno de sus objetivos.
Gracias a su espionaje, localizaron sus campamentos a unos cien kilómetros de la línea fronteriza. El Paisa, el cerebro militar, era el verdadero jefe para los guerrilleros que se unieron a la nueva banda delincuencial. Romaña se ocupaba de las finanzas y contaban con John 40 para las relaciones con el cartel de los Soles y los mexicanos.
No dudo de que fue nuestro Ejército el que realizó el impecable operativo en el santuario venezolano. Maduro guardó silencio para no reconocer que protege a la guerrilla. Lástima que se escapara vivo Márquez, aunque los quebrantos de salud deben mortificarlo. Si Petro ordenara perseguir a la Nueva Marquetalia como a Mordisco, la acaba. Pero pareciera que prefiere tenerla de aliado fortalecido.
También creo que con Pegasus atraparon a Otoniel. Y atacaron a Mordisco. En la rueda de prensa en la que anunciaron, con bombos y platillos, que lo habían eliminado, siempre me sorprendió el protagonismo del general Vargas de la Policía Nacional y el exceso de detalles. Algo extraño flotaba en el ambiente y luego se comprobó que quedó herido, no lo mataron.
Su baja habría supuesto un mazazo para las poderosas Farc-EP, al tratarse del auténtico líder de esa guerrilla. Gentil Duarte era solo la cara visible.
A Santrich le segó la vida una mezcla de información militar colombiana, cazarrecompensas y guerrilla enemiga. Con el impulso de Elon Musk y los 100 millones por cada criminal de Miraflores, se puede soñar con que militares venezolanos descontentos se unan a la causa y hagan algo similar. Nunca estuvieron Maduro y sus lugartenientes tan aterrados y débiles. Pero no se irán si nadie los empuja.