En el intercambio de prisioneros entre Joe Biden y Vladímir Putin en julio, Rusia liberó a ciudadanos de los Estados Unidos injustamente condenados y Occidente entregó a asesinos y espías de Putin. Este fue a recibirlos al aeropuerto como si fueran héroes. A los dos espías rusos que se hacían pasar por un matrimonio argentino que tenía dos hijos menores que solo hablaban español, Putin los saludó de beso y abrazo. A ella le entregó un enorme ramo de flores, igual que a su hija adolescente. ¡Qué detallazo el del tirano! A los jóvenes, que no sabían hasta ese día que sus padres eran espías, Putin los saludó con un “buenas noches”. ¡Qué ternura la del sátrapa!
Los falsos argentinos decían llamarse Ludwig Gisch y María Rosa Mayer Muños Gisch. Utilizando documentos falsos vivieron varios años en Buenos Aires y luego se radicaron en Eslovenia, el país donde nació Melania, la esposa de Donald Trump. Allí fueron detenidos en 2022. La nevera de la casa tenía un compartimiento secreto con centenares de miles de euros. María Rosa montó como fachada una galería de arte online y viajaba por toda Europa con ese pretexto. Su marido creó una empresa de tecnología. Los supuestos argentinos se llamaban en realidad Artem Viktorovich Dultsev y Anna Valerevna Dultseva. Dultsev alegó que era ciudadano austríaco nacido en Namibia. Dultseva adujo que era hija de mexicana y se nacionalizó en Argentina. Nada de eso era cierto. Todo estaba sustentado en documentos apócrifos.
Estos falsos gauchos se casaron en Buenos Aires en 2015. Cuando los detuvieron, las autoridades de Eslovenia pidieron a las de Argentina información sobre dos vallecaucanos que figuran en los documentos como testigos del matrimonio. Se trata de Alejandro Holguín Díaz y Mayerlyn Santacruz, hoy de 42 y 43 años, respectivamente, y esposos entre sí. Decían vivir en Crámer 1700. La policía judicial argentina indagó si los conocían o recordaban en esa dirección; los moradores contestaron negativamente.
Esta semana, Gerardo Reyes, de Univisión, y el diario La Nación de Buenos Aires revelaron el seguimiento que les han hecho a los colombianos. Holguín Díaz trabajó un año en una IPS hasta 2009. En 2010 fue médico general del hospital Carlos Holmes Trujillo de Cali. Luego viajó a Argentina. Se especializó en Radiología en la Universidad de Buenos Aires y luego fue ecografista en el sanatorio Mater Dei de 2013 hasta 2014. En 2015, él y su esposa Mayerlyn Santacruz estaban en Buenos Aires porque actuaron como testigos del matrimonio de los espías rusos en el registro civil de la comuna 13 de Buenos Aires. No se sabe cuándo volvieron a Colombia, pero Holguín Díaz aparece desde 2021 en el registro de operadores de rayos X de la Gobernación del Valle del Cauca. En 2023 trabajaba en el Centro Idime de Cali. El radiólogo no contestó los mensajes de los periodistas, que además se comunicaron con el consultorio de un hermano que también es médico en Cali.
¿Qué relación tenían los topos rusos con los dos colombianos que firmaron como testigos de su matrimonio en Argentina? Es la pregunta que formulan Univisión y La Nación de Buenos Aires. Nadie ha acusado a los colombianos en Argentina o en Eslovenia. Si simplemente conocieron casualmente en Buenos Aires, mientras compraban pan de miga, a un matrimonio argentino, sin saber que eran espías enviados por Putin, no se entiende por qué el doctor Alejandro Díaz Holguín no lo aclara ante los periodistas. Su silencio es sospechoso porque en Eslovenia los falsos argentinos no se relacionaron prácticamente con nadie. Los vecinos de la casa que tomaron en alquiler contaron que la pareja no recibía invitados. Los dos hijos no sabían que sus padres eran rusos, pues siempre hablaban en español con ellos. Y de paso: ¿quiénes son los espías de Putin en Colombia? ¿Vienen reciclados de cuántos países? Seguramente Putin nos honra con algún espía. Recordemos que en los años ochenta, en su primer cargo como espía de la KGB en la extinta República Democrática Alemana, Vladímir Putin solo logró reclutar como informantes a dos colombianos que estudiaban becados en la RDA.
Vladímir Kara-Murza, condenado a 25 años de prisión por criticar la invasión a Ucrania y canjeado por los falsos argentinos y otros esbirros, dijo hace poco sobre Putin: “No es solo un dictador. No es solo un líder autoritario. No es solo un déspota. Es un asesino. Ese hombre es un asesino. Debe ser juzgado. La muerte sería un castigo demasiado leve”. Viva Kara-Murza. Viva Navalny (+). Viva Nemtsov (+). Viva Magnitsky (+). Viva Litvinenko (+). Viva Kasparov.