“DIME DE QUÉ PRESUMES Y TE DIRÉ DE QUÉ CARECES”, dice el adagio popular, y parece venir como anillo al dedo al Gobierno que se hizo elegir con la bandera de la lucha contra la corrupción, y que solo se ha destacado por ser el de los mayores escándalos.

Utilizaron las bolsas de dinero que acostumbraban a manejar para construir bodegas dedicadas a desprestigiar a todo aquel que los alejara de su objetivo. Por eso, en su momento, ante las infames acusaciones dirigidas a los generales de la república, salí a defender a la institución más preciada para los colombianos durante muchos años.

Como comandante del Ejército, cuando el entonces candidato Gustavo Petro acusaba sin fundamento a los generales del Ejército de pertenecer a la nómina del Clan del Golfo, afirmé en mi cuenta de Twitter de la época: “A ningún general he visto en televisión recibiendo dinero mal habido. Los colombianos lo han visto a usted recibir dinero en bolsa de basura”. ¡Cuánta agua ha corrido debajo del puente desde aquello! Siempre tuve claro que yo no formaría parte del Gobierno espurio que empezaba el 7 de agosto de 2022, por ello, en una muestra de total respeto a la Constitución que juré defender, me aparté antes de que culminara el Gobierno del presidente Iván Duque.

Me hubiera gustado equivocarme, pero el tiempo me ha dado la razón, han sofisticado sus técnicas de corrupción: el dinero ya no lo mueven en bolsas, según afirman Sneyder Pinilla y Olmedo López, sino en maletines, se adicionan presupuestos y se adjudican contratos, la mermelada la esparcen en el Congreso para engrasar la maquinaria y, con ello, consiguen avanzar en sus reformas. Les cambian el nombre a los programas de siempre, y con un discurso lleno de falacias se anuncian como los redentores del pueblo entregando los mismos subsidios de antes, al tiempo que el manejo integral dado a la economía convierte dichos subsidios en insostenibles y a nosotros en un país inviable. Pero claro, le apuestan a que eso pase después de perpetuarse en el poder.

Creíamos que ya lo habíamos visto todo, cuando nos sorprenden con una noticia más: la adición al presupuesto de la UNGRD supuestamente tiene como objeto financiar contratos con el ELN. Esto sobrepasa todo lo imaginable y se podría enmarcar como traición a la patria.

Como colombiano me siento preocupado e indignado por estar callados, por este silencio alcahuete ante la guillotina que se ve venir sin reparo alguno. No entiendo cómo estamos asimilando tanto despropósito.

No podemos acostumbrarnos a que día a día sumerjan al país en una incertidumbre inmerecida para la estabilidad de la nación. Nos restan dos años de este periodo presidencial; seguro no serán nada fáciles, sobre todo con el comportamiento de quienes desde sus cargos han dejado que campee la corrupción en sus diferentes vertientes. Jamás pasó por mi mente –estoy seguro de que por la de ninguno de los que servimos a nuestro país con amor, entrega y decoro– que hoy estaríamos viviendo momentos tan aciagos.

Algunos que me califican de “opositor de este Gobierno” utilizando sus reconocidas bodegas, pretenden a punta de engaños y mentiras descalificarme como soldado y general ante los colombianos; escriben en sus cuentas falsas de X injurias con el propósito de silenciar mi opinión, pues ¡NO!, no me rendiré jamás, ni seré impasible ante el daño que le causan al país, porque carecen de preparación profesional, la falta de mérito en algunos funcionarios, carentes de solvencia moral y ética, para representarnos como colombianos.

Se me advierte por muchas personas: “Tenga mucho cuidado, que hay personas inescrupulosas que no dudarían en montarle alguna trama”; a estas personas les he respondido que no me cabe duda, pero no le debo nada a nadie y lo que hice en mi vida militar me tomé el trabajo de escribirlo para no permitir que alguien más lo haga por mí; porque ellos reescribiendo la historia son expertos, y mucho más hoy, que dicho por quienes han formado parte de este mismo “Gobierno” cuentan con maletines y bolsas de dinero para hacer de las suyas.

Seguiré dándolo todo por el país al que serví durante 40 años. Por ello, exhorto a mis compatriotas a luchar por lo nuestro, eso sí, con decoro, decencia y honradez, como ha sido siempre la postura de quienes sí tuvimos quien nos criara como personas de bien y con total apego a la Constitución y la ley.

Hoy, tenemos un real compromiso con nuestra nación: mostrar el inconformismo que nos invade con carácter y dignidad. No es el momento de quedarnos callados, porque el silencio es un alcahuete ante la guillotina. Hacerlo, sería aceptar todo este atropello a la Constitución, a las instituciones y a nosotros mismos.