La historia siempre es la misma. Entrenadores que tienen contratos de prestación de servicios por un par de meses y no les pagan. Jóvenes que buscan de forma desesperada apoyo para competir y crecer en sus disciplinas deportivas. Escenarios que se caen a pedazos y que acogen a promesas del deporte, la mayoría de ellas desperdiciadas por la falta de recursos y la indiferencia.

Esta es la realidad del deporte en Colombia. Excepto un par de departamentos que han logrado impulsar deportistas que han llegado a la cúspide de sus disciplinas, la realidad de los institutos descentralizados que se crearon para impulsar al deporte en las ciudades y departamentos es que se convirtieron en parte de la repartija política, que paga con cargos las inversiones en campañas y que luego se cobra a través de contratos mentirosos y amañados que terminan en los bolsillos de los políticos y no en los deportistas.

Un gran ejemplo de esto es lo que ocurre en el Instituto Departamental de Recreación y Deporte de Santander, Indersantander, entidad adscrita a la Gobernación de este departamento, que desde hace mucho es lugar de pago de favores políticos y en donde lo último que importa son los deportistas.

El mejor ejemplo de lo que aquí se afirma es la denuncia hecha por el veedor ciudadano y excandidato a la Gobernación Emiro Arias, luego ampliada por la prensa regional, del contrato firmado por el Indersantander para implementar el programa de escuelas de especialización deportiva para niños, niñas y adolescentes, por 500 millones de pesos.

Este contrato fue firmado por el director del Indersantander, Pedro Belén Carrillo, con la Corporación Soluciones Técnicas Agropecuarias y Ambientales, Sotea, una entidad sin ánimo de lucro domiciliada en Quibdó, en el Chocó, en cabeza de Lewis Mosquera, que se presentó como único interesado.

La justificación de este contrato habla de dignificar el deporte y lograr 20 medallas para Santander en los Juegos Nacionales, y un montón de lugares comunes sobre la niñez, el deporte y el orgullo regional, palabrería a la que siempre se recurre cuando se quiere justificar lo injustificable: ejecutar un contrato lleno de actividades y sobre costos vulgares que, por supuesto, en nada contribuye a los deportistas.Estos 500 millones, según los documentos del contrato, se destinaron a la compra de implementos para la práctica de esgrima, tenis, natación y taekwondo. ¡Pero, válgame Dios! ¡Cualquiera que ve la lista de compras que según este contratista realizó, podría concluir que Rafa Nadal entrena ahora en la Villa Olímpica del Alfonso López o que Michael Phelps nada en las piscinas del estadio!

De acuerdo con el acta de ejecución, se compraron flotadores de cintura a 269.000 pesos, aletas de 592.000 pesos, tablas de natación de 240.000 pesos, balones de fútbol de 564.000 pesos, cascos de taekwondo de 4’550.000, raquetas de tenis de 3.870.000 pesos y pelotas de 258.000. Todo esto sumado a un gimnasio multifuerza de 20 millones de pesos, uniformes de 500.000, capacitaciones por 70 millones y un entrenador de cada disciplina por tres millones mensuales, además de un largo etcétera de descaros.

Ni siquiera se sabe cómo se utilizaron estos implementos, pues el objeto del contrato no es claro. Habla de la realización de dos festivales, el alquiler de carpas, sonidos y refrigerios, pero no sabe siquiera si estos implementos se utilizaron en estos festivales deportivos o si fueron entregados a una liga o simplemente si existieron.

Para que el lector se haga una idea, la raqueta con la que juega Rafael Nadal, la Babolat Play Pure Drive, vale 400 dólares, cerca de dos millones de pesos (con el dólar a precio de viernes), la mitad de los casi cuatro millones de pesos que supuestamente pagó el Indersantander por unas raquetas para niños sin ningún tipo de formación deportiva. Y hasta el día de hoy no he visto ningún tarro de bolas de tenis que llegue a los 250.000 pesos que insiste el contratista tuvo que pagar en su contrato.

En entrevista dada a Radio Melodía, el director del Indersantander justificó estas compras alegando la alta calidad de las raquetas, y aseguró que serán entregadas a la liga santandereana de tenis para que estén a disposición del deportista que las necesite para ir a competir. “Yo debo pensar es a futuro”, aseguró Carrillo. Si en verdad este contrato se hubiera ejecutado como se afirma, lo primero que le habría dicho el entrenador de tenis que supuestamente contrataron es que es imposible comprar raquetas para “tener ahí para ir a competir”, pues cada raqueta debe responder a la necesitad del tenista según su peso, altura, fuerza, por lo que cada una tiene un peso, tamaño y característica distinta, dependiendo de la necesidad del jugador.

Según explicó la Unidad Investigativa de Vanguardia, el Indersantander ha contratado más de 2.700 millones de pesos en el 2022 con entidades sin ánimo de lucro y con objetos bien gaseosos. De acuerdo con las publicaciones de este diario, la fundación chocoana ejecutora de este contrato tiene como objeto social “generar, fomentar, desarrollar soluciones y capacidades productivas, agropecuarias, ambientales, sociales y alianzas estratégicas con enfoque diferencial para fortalecer a las comunidades étnicas y rurales a través de innovaciones técnicas, agrícolas, pecuarias, ambientales y sociales…”, objeto que nada tiene que ver con actividades deportivas. Dice Vanguardia que para ganar el proceso, Sotea certificó dos contratos, en Piendamó (Cauca) y Mutatá (Antioquia), pero dichos contratos no aparecen en el Sistema Electrónico de Contratación Pública, Secop.

Este contrato fue denunciado por el veedor Emiro Arias ante la Fiscalía.

Señor fiscal general, Francisco Barbosa; señora procuradora, Margarita Cabello; señor contralor Carlos Hernán Rodríguez, por favor, pongan su mirada en lo que está pasando en el Indersantander, pues a pesar de que todo ha sido denunciado en los medios locales, en las regiones nada pasa si ustedes no piden celeridad en estos casos

.¡Claro que Santander sí está siendo campeón, pero en la robadera de recursos públicos!