Primero fue agredido Timochenko. Unas energúmenas huestes uribistas que no pudieron contener su ira –alentadas por los trinos incitadores de un senador del Centro Democrático– casi lo linchan en un acto de campaña. A la escoria, se le trata como escoria, fue la consigna con que se justificó este intento de saboteo.La crispación que reflejó ese grave incidente fue registrada por varios medios como si se tratara de un acto de protesta legítimo, y pocos recabaron en el hecho de que sectores del uribismo hubieran transgredido las líneas de la protesta pacífica. Aunque la Farc denunció con nombres propios los nombres de los saboteadores, la Policía no capturó a nadie. Tan condicionado está el país al libreto que nos imponen los odios y los medios, que los pocos analistas que salieron a registrar el hecho diciendo que era un acto de intolerancia fueron vistos de nuevo como “auxiliadores de la guerrilla”. A los pocos días, en Popayán, el expresidente Álvaro Uribe fue objeto de duras arengas y rechiflas durante su visita a esa ciudad. Lo señalaron de “paraco” y de “asesino”. Uribe, echando mano de su talante, resistió el embate protegido por una barrera de policías que de inmediato lo protegieron de los manifestantes y así enfrentó las duras preguntas de los jóvenes estudiantes. Cuando terminó su acto, se subió a la camioneta fuertemente custodiado en medio de un ambiente crispado. Para dispersar a los manifestantes la Policía se empleó a fondo y lanzó gases lacrimógenos, que fueron respondidos con varias papas bombas y con ataques vandálicos a la sede de un candidato a la Cámara del Centro Democrático. Según los medios, la Policía capturó a cuatro manifestantes.Días más tarde, sucedió el saboteo del acto político del candidato Gustavo Petroo en Cúcuta. Su carro blindado fue impactado varias veces por lo que podría ser una pistola de balines -la cual puede ser tan mortal como una bala-, tal y como lo muestra el video grabado desde el interior de la camioneta por Gustavo Bolívar, el candidato al Congreso por las listas de Petro. La Policía de Cúcuta, en lugar de protegerlo de los saboteadores como se hizo en Popayán con el expresidente Uribe, lo llevó al lugar donde estaban sus opositores -en ese preciso instante es cuando su carro recibe los impactos-. La Policía de Cúcuta en lugar de proteger al candidato se dedicó a dispersar a los petristas y hasta el momento el único capturado es un seguidor del candidato.Es cierto que Petro ha utilizado este grave incidente para magnificar lo sucedido, pero eso no borra el hecho de que la Policía actuó de manera distinta en esos tres episodios. Las agresiones contra Timochenko, contra el expresidente Uribe y contra Gustavo Petro hay que rechazarlas por igual. Yo no voy a votar por ninguno de ellos, pero precisamente por eso mismo hay que escucharlos aun con más tolerancia, con el ánimo de controvertir con ellos, no de destruirlos. No podemos dejar que estas elecciones se conviertan en una contienda entre unos candidatos de primera y otros candidatos de segunda, como si los primeros fueran ‘colombianos de bien’ y los segundos por ser de izquierda fueran la escoria y el lumpen que hay que extirpar de nuestra sociedad. A la política hay que llenarla de racionalidad y entenderla como un escenario de tolerancia y de esperanza y no como el teatro de la próxima guerra. No votemos movidos por el odio o por el miedo. Ya no más. Comencemos a votar por las ideas que nos impulsan a mirar hacia adelante.