Colombia es un barco a la deriva en términos económicos y los síntomas del gran deterioro que actualmente se evidencia tienen como único responsable al presidente Gustavo Petro.

Tan solo la semana pasada tres eventos dejan claro que el país va mal y para el abismo. Primero, se conoció que la cantidad de empresas que solicitaron insolvencia el año pasado fue superior al registrado en la pandemia; segundo, que los bonos de Ecopetrol son ahora considerados basura por los mercados internacionales; y tercero, que uno de los bancos más importantes del mundo ha perdido la confianza en nuestro país. Peor imposible.

Sobre la insolvencia de las empresas, las arterias económicas de cualquier economía, los datos son escabrosos. Según la Superintendencia de Sociedades, con corte a diciembre de 2023, se registraron 4.471 empresas en ley de insolvencia. Es un dato que representa un aumento del 16 por ciento con respecto al año pasado y 10 por ciento con respecto a 2020, año de la pandemia y que desembocó en una de las peores crisis económicas más severas del mundo. En otras palabras, hoy por hoy, durante la administración del presidente Gustavo Petro hay más empresas quebrando que durante el covid. Impresionante.

La semana también fue sacudida violentamente en términos económicos por la determinación de la agencia Moody’s de bajarle la calificación de riesgo a los bonos de Ecopetrol y dejarlos en categoría basura. La calificadora reveló que considera que está perdiendo la confianza en la empresa más importante del país por su alto endeudamiento, aumento del pago de dividendos y un ambicioso pero irreal plan de inversiones durante los próximos tres años. Todo esto sin mencionar el presunto involucramiento de Ricardo Roa, presidente de la petrolera, en las denuncias de violación a los topes y corrupción que, hoy por hoy, enfrenta la campaña de Gustavo Petro, que él gerenció.

Y, tercero, como una espada de Damocles cayó el documento del Bank of América en el cual les advierte a sus clientes que no inviertan en Colombia por el manejo económico de la administración de Gustavo Petro. Según el informe confidencial para sus clientes de la institución considerada una de las más importantes del mundo, la situación financiera de Colombia es más grave de lo que se cree. El escrito dice: “En nuestra opinión, los inversores están infravalorando el riesgo de que el Gobierno modifique los objetivos fiscales para 2024 o 2025” y sostiene que “los ingresos, como los tributarios, han estado por debajo de lo presupuestado, por lo que mantener la regla fiscal implicaría recortar el gasto público”, algo que, según la entidad, es un costo político que ni el Congreso ni el Ejecutivo van a querer asumir.

Lo interesante es que esta catástrofe económica que Colombia está sufriendo y que es evidenciada en estos tres eventos noticiosos tiene como hilo conductor un solo elemento: Gustavo Petro. El presidente y su pésima administración económica son la variable predominante en la insolvencia de las empresas, la baja de calificación de Ecopetrol y la recomendación de Bank Of America. ¿La razón? El jefe de Estado y su equipo carecen de credibilidad y no generan confianza a nivel nacional e internacional.

El presidente desde el primer día eligió el camino de los dogmas y las narrativas de extrema izquierda populista para enmarcar el norte de su administración y eso ha preocupado a los inversionistas grandes, medianos y pequeños. Pero hay más. Las constantes peleas del Ejecutivo y sus adicciones en redes sociales han generado un panorama sombrío del cual nadie quiere formar parte.

Gustavo Petro tiene cómo tomar el timón del barco y recuperar algo de confianza económica de su Gobierno, y eso se materializa en algo tan sencillo como dejar el celular y no trinar desde las vísceras. Pero teniendo en cuenta su talante pendenciero y egocéntrico, difícilmente podrá controlar sus instintos de dedicarse a la trifulca, así con ella se lleve por delante la economía del país.