El Catatumbo sigue siendo una de las zonas más paradigmáticas del conflicto del país. Todos los actores armados han hecho presencia en sus municipios a lo largo de la historia y ha sido la región menos fértil para el desarrollo de los distintos acuerdos de paz ocurridos en el siglo pasado y el firmado en lo que va del actual. Entre otros males, la dominancia conservadora en el Catatumbo, los problemas fronterizos, los cultivos y negocios ilícitos, la guerra entre grupos al margen de la ley, su casi inexistente industria y su debíl infraestructura sumadas a una de las más altas tasas de desempleo del país, son insuficientes para explicar la trágica situación que viven sus comunidades. Desde cuando Lucio Pabón Núñez, gobernador de Norte de Santander junto a los alcaldes de Ocaña y Convención en 1949 decidieron castigar el “acto de rebeldía” de los habitantes del municipio de El Carmen por erigir una estatua de Jorge Eliécer Gaitán, no cesan las tragedias para estos pueblos. Las mencionadas autoridades de esa época, promovieron y miraron para otro lado durante los diez días que duró la orgía de licor, sangre, vivas al Partido Conservador, violaciones a niñas y mujeres y el asesinato de 70 ciudadanos de esa localidad. 71 años después de estos hechos, los niños, ancianos, hombres y mujeres que habitan ese rincón de Colombia siguen presenciando estos horrores. Se repiten las historias, los dolores y la actitud de buena parte de las autoridades complacientes con el horror actual, por acción o por omisión. En estas montañas verdes, de ríos transparentes, tierras fértiles preñadas de petróleo y minerales para todas las ambiciones, por orden de Salvatore Mancuso se instalaron hornos crematorios en el carnaval de la muerte que ha significado la actual violencia entre guerrillas, paramilitares y fuerzas del Estado. El 9 de agosto de 2018, dos días después de haber asumido la presidencia, Iván Duque viajó hasta esta región con dos certezas que expuso en tono vehemente. La primera, que el Gobierno Santos era responsable del dominio de la ilegalidad y el crecimiento de los cultivos de coca. La segunda, que con su llegada al gobierno se ejercería la “paz con legalidad” frente a la ilusión de “paz territorial narcofarcsante” -denominada así- y aborrecida por los fieles seguidores de Uribe entre sus electores. A dos años de esa visita, el escenario no puede ser más desalentador. Los asesinatos de campesinos, los desplazamientos, los heridos y muertos por minas antipersonal, los retornados que encuentran las puertas de sus casas anudadas con explosivos y el regreso de las masacres son la impronta de estos dos años. Cuanto dolor acumulado, cuanto abuso soportado, cuanta miseria, cuanto compatriota abandonado a su suerte en medio de la indolencia de sus dirigencias y gobiernos. Howard Buffet el filántropo estadounidense que visitó la región del Catatumbo y comprometió una donación de 46 millones de dólares para vías terciarias sostuvo durante un conversatorio realizado en Nueva York el 23 de septiembre de 2019, que: ‘la construcción de la paz no es fácil. Pero el factor primordial es poder contar con un gobierno que lo quiera lograr. Y les podemos decir que nosotros hemos estado en otros países, donde con el devenir de las cosas nos damos cuenta de que los gobiernos no son muy serios. Pero les podemos decir que este Gobierno en Colombia, es serio y que sabe que el futuro de Colombia depende de sostener la paz. Y nosotros queremos ayudar a lograrlo”, agregó el empresario. Por el devenir actual de las cosas y por conversaciones adelantadas con el liderazgo social y comunitario del Catatumbo, crece la certeza de que el gobierno de Iván Duque no ha sido serio frente al futuro y los compromisos de paz en esta región. Por ello, bienvenida una iniciativa para que organizaciones sociales y comunitarias presentes en el Catatumbo junto a alcaldes de los 13 muncipios de esa región, inviten al señor Howard Buffet, al congresista de los Estados Unidos Jim McGovern a constatar en voz de las comunidades, no solo de la institucionalidad, el nivel de compromiso frente a la paz que observa la región por parte de Iván Duque y sus funcionarios. Sería una gran oportunidad para recordar a Dimar Torres, disculparse, indemnizar a sus familias, mostrar los avances de la investigación, comprometerse con la no repetición y verificar si recursos de cooperación de los Estados Unidos han sido usados para perseguir períodistas e integrantes de la oposición. Adenda: Los ciudadanos y periodistas estadounidenses como John Otis, Juan Forero y sus familias al enterarse que el Congreso de su país reclama la violación de sus derechos en Colombia y toma decisiones para defenderlos deben sentir lo que en Colombia muchos llaman “orgullo patrio”. Los poderes públicos son para defender a los ciudadanos, lo contrario es y ha sido una vergüenza.