Cuidado con el discurso del oportunismo Desde don Andrés Bello ha existido empatía intelectual con muchos chilenos, acciones comunes y diferencias. Los expresidentes Carlos Lleras y Eduardo Frei, con otros mandatarios de la región, concibieron el Pacto Andino. Después Chile se retiró, lo consideraron mera ampliación geográfica del proteccionismo; se lanzaron a alcanzar mercados de más de 5.000 millones de personas. Con nuestro Gobierno se firmaron tratados de libre comercio, protección recíproca de inversiones y desmonte de la doble tributación. También se concibió la creación del Arco, hoy Alianza del Pacifico.
Fue clara la asimetría entre la dictadura y nuestra democracia.
Muchos admiran el desempeño económico de Chile y la disminución de la pobreza. En ambos países hay marcada desigualdad en el ingreso, que aquí, sin tan alta informalidad, sería menor.
Algunas diferencias, por ejemplo, nuestra Constitución es explícita en los derechos fundamentales y sociales, el Estado ejerce gran activismo en las relaciones sociales. En Chile, una de las razones para la nueva Constitución es la consideración de que el Estado ha sido subsidiario.
En Colombia el subsuelo y el agua son propiedad del Estado. Fue contundente la reforma constitucional Lleras Restrepo de 1968.
Una queja contra Colombia ha sido la suma de altos impuestos y regalías. Chile tiene solamente los fondos de pensiones, toda la cotización la paga el trabajador. Aquí subsisten con el sistema de prima media y el empleador cotiza la mayor parte. Aquí hay devolución de saldos cuando no se cumplan los requisitos para la pensión, con la posibilidad de acumularlos para obtener un beneficio económico permanente, que lo completa el subsidio oficial. En Chile cualquier pequeño saldo genera una pensión pírrica que causa malestar. Colombia cuenta con la garantía de pensión mínima. Para asegurar a los colombianos de ingresos medios mejores pensiones futuras, se debería pensar en aumentar la cotización de los empleadores.
Los fondos son de los trabajadores, los rendimientos colombianos han sido buenos. Además, sus reservas protegen la economía en las crisis y garantizan que los pensionados no tengan que vivir de la caja inflacionaria de la emisión estatal como en Argentina.
El sistema de salud de Colombia tiene solidaridad, la mayor parte de la cotización la pagan el empleador y el Estado, se exige plan de beneficios igual para todos sin importar su nivel de cotización. En Chile, en las Isapres, todo lo paga el trabajador de acuerdo con el plan de beneficios que quiera comprar. El daño en Colombia lo ha hecho la corrupción, bastante combatida por la actual Superintendencia de Salud.
El riesgo de Chile no es la consagración más expresa de los derechos sociales, el temor es a que se pase del Estado subsidiario a proximidades del Estado totalitario. En este escenario, aún sin expropiación ni supresión de libertades, podría llegarse a unas libertades con amenaza del Estado y de grupos violentos como los Colectivos de Venezuela. Y también a hacer inoperante a la empresa privada, cuyos efectos son semejantes a las expropiaciones, esto es, la dejan sin capacidad de generar recursos para una política social sostenible.
No nos dejemos desorientar del discurso oportunista, cuya veneración por Allende se le revivió a raíz de la elección del presidente Boric.