Pocos días antes de que la presidenta de Taiwan, iniciara en estos días una visita oficial a Centroamérica, Honduras estableció relaciones diplomáticas con China, lo que implica necesariamente el rompimiento con Taiwan. Por lo tanto, la visita de la señora Tsai Ing-wen, se limitará solamente a Belice y Guatemala, los dos únicos países de América Latina que continúan reconociendo a Taiwan como “la verdadera China”. En esas condiciones, se reducen a diez los estados de la comunidad internacional que siguen esa línea.
Colombia hace muchas décadas pasó por ese trance. Durante los años setenta, los Estados Unidos amenazaron con imponer sanciones a los países que realizaran transacciones comerciales con China. Ni hablar de los que tuvieran relaciones diplomáticas, ya que de inmediato el Estado era calificado de procomunista y contrario a los ideales de la democracia occidental. Así le sucedió al régimen del general Velasco Alvarado en el Perú. El más intransigente en esa política era el Secretario de Estado Henry Kissinger.
La mayor parte de los estados latinoamericanos reconocían a Taiwan como la verdadera China. Colombia no era la excepción. Además, Taiwan tenía un excelente embajador acreditado en nuestro país, que se había granjeado los afectos de todos los estamentos nacionales. Ofrecía deliciosas y opíparas cenas en su residencia; imponía condecoraciones; e invitaba a Taiwan, con todos los gastos pagados a dirigentes políticos, funcionarios gubernamentales, ministros, periodistas, jefes militares, diplomáticos y a lo más granado de la sociedad bogotana.
Un día trascendió más como chisme, que como noticia, que no obstante que los Estados Unidos supuestamente no tenían ninguna relación con China, por intermedio de una planta instalada en la Argentina, vendía miles de tractores a China. El presidente Turbay Ayala resolvió establecer relaciones con China. Designó al magnate Julio Mario Santodomingo, como en embajador en Beijing.
Se generó en nuestro país una fuerte reacción en los sectores que habían sido cultivados por el veterano embajador taiwanés. Tanto más cuanto que Taiwan debía entregar a China, sin ningún pago o compensación, la residencia que tenía en Bogotá, con todos sus enseres y los vehículos de la embajada.
Más tarde, los Estados Unidos sorpresivamente establecieron relaciones con China, dejando a las naciones que habían seguido la línea norteamericana en una incómoda posición. Taiwan se volcó a preservar los vínculos diplomáticos con los países que quedaron a su lado, entre ellos varios de América Latina. Concertó acuerdos de cooperación e incrementó su ayuda, incluyendo la construcción de edificios para los ministerios de relaciones exteriores en varias capitales.
China, con el establecimiento de relaciones con Honduras, da un paso adicional en la estrategia de aumentar su influencia en países que eran incondicionales de los Estados Unidos. Además, ahora sus empresas están presentes en grandes obras en países de América Latina y de África.
Entre tanto, sigue en la guerra comercial con los Estados Unidos; se aproxima a Rusia en la guerra con Ucrania; defiende a capa y espada su soberanía sobre las islas en el Mar de la China; y, amenaza seriamente a Taiwan.
Seguiremos expectantes…