Mientras que el mundo ha estado obsesionado con la narrativa del ascenso meteórico de China, surge una pregunta: ¿Hemos subestimado la silente reinvención de Japón?
China, con su desarrollo que desafía la gravedad del 9% anual, ha sido el protagonista de una globalización que, francamente, ya está pasada de moda. Pero, ¿es China realmente la historia de éxito definitiva? Mirando hacia atrás en la historia, China simplemente está replicando patrones de antiguas dinastías. Xi Jinping, reconociendo un patrón cíclico, advierte de una inminente “tormenta de un siglo”. A pesar de su crecimiento vertiginoso, el titán chino se encuentra ahora en una encrucijada, enfrentando desafíos de deuda que recuerdan a la Japón de los años 90. El globo se preocupa por la inflación, no obstante China está en deflación.
Ahora, el mundo está en una disrupción. Las antiguas reglas de la globalización están desmoronándose y, en medio de este caos, Japón está re-emergiendo silenciosamente, listo para desafiar la hegemonía china. ¿Por qué? La razón es simple: la robótica y la automatización. En una era donde la ventaja competitiva ya no se basa en la mano de obra barata, sino en la innovación tecnológica, Japón, con su historia de invención, tiene la delantera.
El indicador que todos deberíamos estar mirando no es simplemente el desempeño del Hang Seng Index contra el Nikkei, sino el potencial disruptivo del último. Desde 2013, si apostaste por Japón, ganaste.
Japón no está solo observando; está actuando. Con su visión de la “Sociedad 5.0″, Japón está diseñando el futuro: ciudades energéticamente autosuficientes, impulsadas por IA y el Internet de las cosas. Mientras que otros países se encuentran enredados en políticas pasadas, Japón está forjando una nueva narrativa para el siglo XXI.
En resumen, en esta partida asiática de ajedrez, mientras que todos han estado observando el rey chino, el caballo samurai ha estado haciendo su jugada silenciosa y estratégica. Y quizás, solo quizás, está listo para dar jaque mate.