Del medio millón de centenarios que viven en este planeta, posiblemente la única persona de 100 años cuyos dos hijos pagan largas condenas de prisión es Samuel Moreno Díaz. Sí, el padre del exalcalde que saqueó a Bogotá, Samuel Moreno Rojas, y del exsenador y cómplice, Néstor Iván Moreno Rojas. Moreno Díaz celebró la efemérides publicando su primer libro de poemas, pero no será recordado como poeta, sino como uno de los pioneros de la corrupción y porque fue pájaro, sinónimo de asesino y perseguidor de liberales durante la Violencia. Nacido en Málaga, Santander, el 20 de octubre de 1921, Moreno Díaz se convirtió en personaje nacional en febrero de 1955 por un acontecimiento que fue reseñado en Time, que era entonces el semanario del mundo: su matrimonio con la hija del Excelentísimo Señor Presidente de la República Teniente General Jefe Supremo Gustavo Rojas Pinilla. No tardó en montar una oficina de abogado donde se dedicó al tráfico de influencias.

En connivencia con la Administración de Hacienda, antigua Dian, ese bufete se encargaba de que a una empresa le llegara una multa tributaria, digamos, por 350.000 pesos, entonces una cifra enorme, pues el cambio del dólar estaba a 2,50, y a renglón seguido la oficina de Moreno Díaz se comunicaba con la compañía para ofrecer un arreglo por apenas 50.000 pesos. Como se trataba del yerno del presidente de la república –lo llamaban el Yernísimo–, la empresa entendía que no tenía otra opción que contratar los servicios del jurista. Además, se sabe que Moreno Díaz recibió un soborno de 100.000 dólares de la Philips por permitir la importación de televisores, que solamente podía autorizar el Gobierno. Nunca tuvo que responder ante la justicia por esa comisión. Su esposa, María Eugenia Rojas de Moreno Díaz, era la directora de Sendas (Secretaría Nacional de Asistencia Social), pero el ingenio bogotano decidió que Sendas quería decir Sueldo en Dólares a Samuel.

La familia presidencial se marchó al exilio en España cuando Rojas cayó el 10 de mayo de 1957. Un año después, Moreno Díaz merodeó por el Caribe para ayudar a organizar el golpe militar del 2 de mayo de 1958. Esa madrugada, el coronel Hernando Forero Gómez puso presos al candidato a las elecciones presidenciales, que debían celebrarse dos días después, Alberto Lleras Camargo, y a los miembros de la Junta Militar de Gobierno. Eran cinco. Los llamaban los quíntuples. Como uno de ellos no dormía esa noche en el lecho conyugal al lado de su dignísima esposa, fue advertido por otras unidades del ejército que lograron la liberación de Lleras y de los otros cuatro militares, y el golpe fracasó.

Hay muchos santandereanos viejos que contestan “Ese fue un pájaro” cuando se les pregunta por Samuel Moreno Díaz. Siendo secretario de Gobierno del departamento de Santander en octubre de 1949, Moreno Díaz organizó el incendio de Enciso, el único municipio liberal de la región aledaña a Málaga. Con bombas molotov, los atacantes quemaron los cultivos, los trapiches y las moradas de los habitantes de Enciso. Los liberales huyeron del pueblo abandonando todos sus bienes y apenas con la ropa que tenían puesta. Hasta hace unos años, todavía vivían en la región testigos de la quema del pueblo que recordaban que al secretario de Gobierno se le conocía con el alias de Doctor No More, Moreno al revés, usado por él para enviar desde Bucaramanga las órdenes a sus agentes. El editorial del diario El Tiempo atribuyó el incendio a Moreno Díaz, pero él nunca fue procesado. En otros departamentos pasó lo mismo. Fueron incendiados pueblos liberales o asesinados sus habitantes. Buscaban amedrentarlos para que no votaran en las elecciones presidenciales del mes siguiente.

Cuando hace un decenio fueron capturados Néstor Iván Moreno Rojas y su hermano, Samuel, por el robo a Bogotá, un exministro de Gobierno santandereano, Alfonso Gómez Gómez, comentó en privado: “Alguna generación tenía que pagar”. La candidatura a la alcaldía de Bogotá de Samuel Moreno Rojas, hijo y nieto de personajes que se enriquecieron ilícitamente en el poder, como es vox populi desde los años cincuenta, contó con el apoyo electoral del Polo Democrático y concretamente de los senadores Gustavo Petro y Jorge Robledo.