Sin importar cuál es el espacio, la queja es la misma: todo está muy caro. En el supermercado las caras frente al precio de la carne, los pescados y la leche son de indignación y ni qué decir del segmento de importados. Un tarro de frutos secos en 86.000 pesos es razón suficiente para salir espantado. ¿O se ha fijado cuánto vale una bolsa de jabón en polvo? En las conversaciones familiares el tema es igual: como está de cara la luz, lo imposible que sevolvió soñar con cambiar el carro o viajar de vacaciones. ¿Salir a comer? Los restaurantes están cada vez más vacíos y el valor de los platos, más alto.
Aunque la tasa de variación anual del IPC en Colombia para septiembre de 2023 fue del 11 por ciento, 4 décimas menos que el mes pasado, y la inflación acumulada es del 8 por ciento, es decir, mejor que el mismo mes del año anterior, afuera todo está más caro y cada charla con empresarios y ciudadanos del común es de miedo e incertidumbre.
Es imposible no sentir que todo está más costoso, cuando la gasolina se ha incrementado 3.711 pesos en nueve meses y el precio de la carne subió 33 por ciento en 2021, 20 por ciento en 2022 y este año va en el 5 por ciento. Los costos financieros están por las nubes. El sueño de conseguir una vivienda parece cada vez más lejano, y en este sector constructor, que ha sido el gran jalonador de la economía en distintos momentos, las noticias no son buenas. Según dijo Guillermo Herrera, presidente de Camacol, en la apertura del congreso que lidera la agremiación esta semana en Barranquilla, entre enero y septiembre de este año, se han dejado de vender 92.000 viviendas, de las cuales 73.000 fueron VIS. Hoy, el mercado de vivienda es la mitad de lo que era en 2022. Y lanzó una cifra aterradora: en lo corrido del año, los desistimientos de compra de vivienda se ubican en el 90 por ciento; ¡90 de cada 100 personas que tenían entre sus planes cumplir su sueño de adquirir una vivienda se echaron para atrás! Una barbaridad.
Tres factores han incidido de manera directa en esta realidad: el aumento en los costos de producción, la demora del Ministerio de Vivienda en desembolsar los subsidios de vivienda (al cambiar las condiciones para acceder a los mismos) y las altísimas tasas de interés.
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística publicó los datos del indicador de seguimiento a la economía (ISE) para agosto de 2023. Según este dato, la economía colombiana creció solo 0,23 por ciento en ese mes y en lo que va del año, la cifra de crecimiento es de 1,34 por ciento, lo que muestra que la economía sigue en desaceleración.
Para el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, esta desaceleración no es culpa de este Gobierno, pues según ha dicho, todo se debe aún a los estragos de la pandemia y a la lucha contra la inflación en Estados Unidos que ha mantenido las tasas de interés tan altas.
“La desaceleración es un fenómeno mundial, estamos viviendo el producto final del covid. Tuvimos un covid, ya hace tres años, que generó recesión económica y que la expectativa era una rápida recuperación. Hoy el mundo está viviendo un aterrizaje forzoso de esa rápida recuperación y entonces la desaceleración no es un fenómeno exclusivamente colombiano”, fue lo que dijo Bonilla.
Pero otras voces expertas, como la del exministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry, opinan lo contrario. Si bien hay un fenómeno de altas tasas de interés, que sin duda afectan la economía, la realidad es que el culpable del mal desempeño en el crecimiento económico es el actual Gobierno. Para Echeverry, la administración de Gustavo Petro se ha dedicado a vapulear a los empresarios, impulsa una reforma laboral con la que será cada vez más difícil contratar y despedir gente, logró tramitar una reforma tributaria completamente negativa para el sector petrolero y congeló los proyectos nuevos de exploración minera. Eso, además de poner freno definitivo al fracking. Adicionalmente, en el país la inseguridad está desbordada, crecen las cifras de secuestro y extorsión, y se llama a marchas a favor del Gobierno cada vez que el presidente quiere.
¿Qué seguridad tienen los empresarios en un contexto como este?
A su vez, la posición asumida por el presidente Gustavo Petro frente al conflicto que se vive en la Franja de Gaza también puede afectar la economía. Según un análisis de Rafael Castellanos, managing director de Asset Management de Credicorp Capital, publicado por Bloomberg, los mensajes del presidente Petro generan incertidumbre en inversionistas extranjeros y da la impresión de que el presidente está más pendiente de intentar resolver los conflictos externos que los internos.
A este coctel de miedo se suma el altísimo gasto social que pretende este Gobierno en subsidios creados, como el de los jóvenes para alejarlos de la violencia, la renta wayú, la renta básica de 500.000 pesos para cabezas de hogar, aunado a los gastos de burocracia que implica echar a andar un ministerio como el de la Igualdad. ¿De dónde saldrán los recursos para financiarlo todo?
El panorama es en verdad preocupante.
A esto le falta aún la entrada en vigencia de los impuestos llamados saludables, que encarecerán los productos hasta en 15 por ciento, el aumento en el precio del ACPM, que se espera ocurra a partir del próximo año, la aprobación de las reformas a la salud, laboral y pensional, y un fenómeno de El Niño que ya se anuncia con una posibilidad de ocurrencia del 75 por ciento.
Pero, al final, el mejor medidor de realidad es el bolsillo de cada uno. ¿Cómo se ha sentido en este último año? ¿Le alcanza la plata igual? ¿Ha podido echar a andar su emprendimiento? Ese medidor de realidad es el que al final importa. Dígame usted, ¿cómo va?