El presidente y profeta de Colombia, Gustavo Petro, que se la pasa en foros internacionales hablando sobre la extinción de la humanidad, no ha sido capaz de liderar a su gabinete en 17 meses de mandato y preparar al país para la llegada del fenómeno de El Niño. Es difícil entender cómo al mandatario, tan obsesionado en la lucha contra el cambio climático, se le haya pasado el detalle de la prevención de los desastres naturales en su país, en su obsesión por convertirse en un líder mundial en la materia. Adicionalmente, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), entidad encargada, como su nombre lo indica, de la prevención de desastres, según las revelaciones del concejal de Bogotá Daniel Briceño, parecería haber sido entregada al hijo no criado del presidente para repartir contratos por doquier.

Según la investigación del concejal, en la UNGRD se habrían realizado más de 500 contratos de prestación de servicios por un valor superior a los 50.000 millones de pesos. De hecho, Day Vásquez, la exesposa de Nicolás Petro, advirtió desde diciembre del año pasado en sus redes sociales: “OJO con la UNGRD. ¡Todo se sabe!”.

Lo indignante de esto es que, mientras la “prevención” de desastres se estaba feriando, el gobierno del “cambio” decidió bajarles el presupuesto a los bomberos en más de 20.000 millones de pesos. ¿Qué clase de dirigentes están a cargo del país?

El derroche de este Gobierno comienza a evidenciarse y causar estragos. Esta semana, el país se encuentra en llamas, los cerros orientales en Bogotá, Ruitoque en Bucaramanga, los páramos de Berlín y Santurbán en Santander, Nemocón en Cundinamarca y la Sierra Nevada de Santa Marta, por mencionar algunos incendios. El país arde y la nueva “fuerza aeroespacial”, el rimbombante nombre con el que rebautizó Petro a la Fuerza Aérea, tenía más del 40 por ciento de los aparatos sin contratos para mantenimiento. Aparatos que podrían estarse usando para apagar los incendios, pero que dañados, obviamente, no se pueden utilizar. Una demostración más de cómo este Gobierno poco a poco destruye los activos e instituciones del país.

En un hecho absurdo y sin precedentes, Petro justificó la desidia del Gobierno que lidera echándole la culpa de los incendios a los alcaldes, que llevan menos de un mes gobernado, y a la guerra entre Rusia y Ucrania. Afirmó que “los helicópteros que se tuvieron que detener son los rusos, ese es un problema internacional que no podemos solucionar lamentablemente porque tiene que ver con la guerra Rusia-Ucrania. Nosotros no quisimos mover esos helicópteros hacia la guerra, ni del lado ucraniano ni del lado ruso. Y ese digamos, es una política de paz que tiene el país a nivel internacional. Claro que lo hubiéramos podido entregar a los rusos que son los que tienen el contrato del mantenimiento pero con un grave problema internacional porque es alinearse con uno de los bandos de la guerra”.

Este es el nivel de excusas que da el presidente de Colombia ante la incapacidad de gestión, eficiencia y ejecución de la “potencia mundial de vida”.En las denuncias de Daniel Briceño sobre la UNGRD, se conoció, además, que el excandidato presidencial del Pacto Histórico Alfredo Saade, reconocido activista del régimen, también recibió contratos con esa entidad por 257 millones de pesos. No se conoce, eso sí, cuál es su experiencia verificada que lo llevó a trabajar justo en ese sector o qué beneficios le trajo a la prevención de desastres del país el desarrollo de su contrato.

El ejemplo de lo que está pasando con el país en llamas y la incapacidad de prevención y reacción, aunados al derroche demostrado de este Gobierno, empezando por los gastos absurdos de Verónica Alcocer en su staff personal, es una demostración de lo que puede suceder con el sistema de salud cuando colapse por cuenta de la improvisación de los activistas de extrema izquierda que quieren estatizar la salud a como dé lugar. Pero, además, el país está avisado del riesgo latente de la crisis energética, sobre la cual este Gobierno tampoco ha adelantado ninguna gestión.

Lo único que le importa a Petro es encontrar la manera de perpetuarse en el poder y ganar las elecciones en 2026 bajo el argumento de que el gobierno del “pueblo” no puede retroceder en la conquista de la presidencia. A Petro no le importa el “pueblo”, le importa su ego, y para sostenerse en el privilegiado cargo de la presidencia está destruyendo las instituciones del país para que, una vez reine el caos, él pueda perpetuarse y acabar con la Colombia que hasta hoy conocemos. Así como hicieron los Castro con Cuba y los chavistas con Venezuela. Y aunque haya muchos que quieran decir que no, el odioso modelo castrochavista ya está en Colombia.