Aprendí a conocer y amar a mi país desde que comencé a prestar mi servicio militar obligatorio en el Ejército de los colombianos, y en ese hermoso periodo de mi vida juré ante la bandera defender a mi patria tanto en el servicio como fuera de él, y llegado el caso hasta ofrendar mi propia vida. Qué gran oportunidad le dio Dios a este soldado el recorrerla en plenitud mientras avanzaba en la carrera militar hasta llegar a ser el comandante de la institución más querida por los colombianos. A lo largo de mi vida mehe dedicado a servir a la nación, muchas fueron mis vivencias en cada región del país, y gracias a las oportunidades que esta noble institución me brindó pude conocer otras naciones; resalto el grado de teniente coronel cuando me correspondió representar a Colombia fuera de nuestra frontera y fue en la península del Sinaí, entre los continentes africano y asiático, donde los soldados de nuestra amada patria demostraron al mundo de qué están hechos los colombianos.

En la misión de paz integrada por 13 naciones tuve el privilegio de ser el único oficial que ostentaba el mando de tropas desplegadas fuera de Colombia, lo cual me obligaba moral y profesionalmente a representar y a mostrar a mi país de la mejor manera; hoy, después de pasar al retiro, vienen a mi mente remembranzas de ese momento histórico, y solo puedo decirles que nosotros los soldados lo hicimos muy bien. Los israelíes, egipcios, uruguayos, canadienses, húngaros, franceses, italianos, noruegos, fijis, australianos, neozelandeses (mejor conocidos como kiwis) y estadounidenses nos conocieron como hombres y mujeres con un gran sentido patrio, y es precisamente sobre eso que quiero hacerles llegar un mensaje a todos los que sentimos a Colombia en lo más profundo de nuestro ser, a todos quienes la sentimos en el alma y la llevamos en el corazón.

Compatriotas, lo primero que quiero expresar en estas líneas es que ningún colombiano puede y debe salir corriendo de nuestro hermoso país, porque esa no ha sido, no es y no será jamás nuestra naturaleza, nunca ha sido nuestro talante el huir de la adversidad. Hoy, más que nunca, Colombia nos necesita ¡UNIDOS!, para cuidarla, para mantenerla fuerte y seguir creciendo con ella. Nuestra patria, por dos siglos, nos ha visto nacer, crecer y desarrollarnos como hombres y mujeres de bien, y gracias a su amparo hemos constituido familia, la hemos forjado como nación y por amor a ella hemos soportado muchas amenazas humanas y naturales, pero que unidos las enfrentamos y hemos logrado salir avante.

Quienes hoy nos gobiernan saben que muchos ojos, muchas personas de pensamiento crítico, están encima de ellos; así como los suyos estuvieron sobre los que nos gobernaron en su momento. Colombia es una gran nación, es un país muy hermoso y por ello NO vamos a dejar que nadie ni nada destruya lo construido y la divida; por el contrario, debemos siempre tratar de sumar y multiplicar para seguir edificando la patria. Nuestro país está lleno de complejidades que no lo hacen fácil de gobernar y eso debemos entenderlo, pero también deben entender, así como lo hacemos los que aprendimos a conocerlo y a vivirlo a lo largo y ancho de su geografía, los que comprendemos sus problemas, su idiosincrasia, sus bondades y oportunidades, especialmente y particularmente para los soldados y policías que lo defienden, que no existe la tal Colombia profunda ni la Colombia olvidada, que algunos nos han querido vender; ¿saben por qué, mis queridos compatriotas? Porque donde está un soldado y un policía siempre está ondeando nuestra bandera, está la patria misma, porque ellos son el mástil que la sostiene y nos recuerda con honor que somos colombianos.

Los colombianos somos gente buena y eso me da la tranquilidad para expresar que he podido conocer a lo largo de mis años, gente trabajadora, preparada, inteligente, comprometida, brillante, dedicada, con deseos de acertar y convencida que nuestro país ¡COLOMBIA es ÚNICO!, y por él debemos darlo todo. Hoy nos debemos unir en un solo sentimiento, lucir una sola camiseta, la de Colombia, y estas líneas van dirigidas a todos quienes se sienten orgullosos de lo que hemos hecho por nuestra linda tierra; a todos los dirigentes, a los políticos, a los empresarios (sí, empresarios a quienes he bautizado como las turbinas de Colombia), a los periodistas, a todos los líderes y a toda la población colombiana sin distingo alguno. Nos merecemos un país pujante, próspero, educado; siempre respetuoso de la constitución y de la ley, enmarcado en el respeto a los derechos humanos y al DIH. Aquí no pueden llegar a imponer voluntades individuales o grupales sin el consenso del pueblo, pues somos una nación republicana y los colombianos esperamos ser gobernados como lo que somos, ciudadanos libres.

Para quienes sugieren y hablan de golpes de Estado les digo que en nuestra nación no cabe ninguna acción de este tipo, pues de darse “nos colocaría a la altura de cualquier republiqueta, esas que son reconocidas por su inestabilidad política”, tal como lo expresó el señor general Álvaro Valencia Tovar (q. e. p. d.) en mayo de 1975, cuando en su momento buscaron involucrarlo en asuntos de esta naturaleza turbios episodios narrados en su última columna publicada en el diario El Tiempo, el 19 de julio de 2014. Lo único que nos queda a los que amamos a nuestra patria es escribir, hablar y pronunciarnos, y de esta manera hacernos sentir ante quienes tienen la responsabilidad histórica de hacer de Colombia lo que somos, una nación grande, soberana, respetada y libre; Colombia es Colombia y ella se respeta, pues hoy hay que decirlo de nuevo, así como lo dijo el general Valencia Tovar en su momento: ¡NO ES UNA REPUBLIQUETA!