La participación de la mujer en la política latinoamericana ha evolucionado significativamente en las últimas décadas, aunque persisten desafíos. Históricamente, la política en la región ha estado dominada por hombres, con las mujeres enfrentando barreras culturales, sociales y económicas para acceder a roles de liderazgo. Sin embargo, en años recientes, ha habido un aumento notable de la representación femenina en cargos políticos. Varios países de América Latina han implementado cuotas de género para asegurar la participación de las mujeres en los parlamentos y otras instancias de toma de decisiones. Estas medidas han contribuido a una mayor visibilidad y participación femenina, aunque aún existe un largo camino por recorrer para alcanzar la paridad de género.
Además, América Latina ha visto a mujeres ocupar las presidencias en países como Argentina (Cristina Fernández de Kirchner), Brasil (Dilma Rousseff), Chile (Michelle Bachelet) y más recientemente México, quien eligió a Claudia Sheinbaum para este cargo. Estas líderes han desafiado las normas tradicionales de género y han demostrado la capacidad de las mujeres para liderar en entornos políticos complejos. A pesar de estos avances, las mujeres en política en la región todavía enfrentan desafíos significativos, como la violencia política de género, la subrepresentación en cargos de alto nivel y la persistente desigualdad salarial. Además, las mujeres en la política latinoamericana a menudo deben equilibrar las expectativas tradicionales de género con las demandas de sus roles públicos.
Colombia ha mostrado avances significativos en la participación política de las mujeres, con figuras femeninas ocupando cargos importantes, como la vicepresidencia, ministerios y alcaldías en ciudades clave. Sin embargo, la posibilidad de que una mujer asuma la presidencia sigue siendo un tema de debate en la sociedad colombiana. Aunque ha habido avances en términos de igualdad de género, el machismo sigue siendo una fuerza significativa en nuestro país. Esto puede afectar la percepción de las mujeres en roles de poder. Colombia ha tenido mujeres en posiciones de alta responsabilidad, como Marta Lucía Ramírez, quien fue la primera mujer vicepresidenta, lo que sugiere una creciente aceptación de mujeres en el liderazgo.
¿Está Colombia lista para una mujer presidente? Más que darle respuesta a esta pregunta, debemos ser analíticos a la hora de examinar los grandes prospectos femeninos que hoy se muestran en nuestro país para ocupar la Casa de Nariño. Tenemos figuras importantes como la directora de la Revista Semana, Vicky Dávila, quien hoy es considerada la outsider con más probabilidades para ocupar este importante cargo; también tenemos a las senadoras del Centro Democrático, Paloma Valencia y María Fernanda Cabal, mujeres muy capaces que han venido en una lucha constante desde el Congreso de la República, advirtiendo sobre las políticas fracasadas que trae consigo el socialismo del siglo XXI, que hoy ha hecho metástasis en la región. La senadora Cabal es de los congresistas que más sabe cómo opera esta plaga en el país.
Por el lado de la izquierda tenemos a la exalcaldesa Claudia López, la cual hizo un trabajo nefasto a la hora de dirigir una ciudad como Bogotá, hoy consumida por la inseguridad y la violencia. También en el ala de la extrema izquierda se encuentra la hija del exguerrillero del M-19 y asesino Carlos Pizarro, María Jose Pizarro, quien va de la mano de Gustavo Petro, al igual que la señora López, así lo niegue.
De acuerdo con la última encuesta Guarumo, publicada la semana pasada, todas las mediciones hechas por esta casa encuestadora dan como ganadora a Vicky Dávila. En el único escenario que muestran un casi empate fue con Sergio Fajardo. Ya conocemos cómo termina Fajardo: inflado al principio y después borrado del mapa. Ni siquiera Claudia López, quien es el mejor prospecto que tiene la izquierda en estos momentos, le gana a Dávila. ¿Esto qué quiere decir? Los colombianos están mostrando que están cansados de los políticos tradicionales y están buscando, por medio de un outsider, una salida a la crisis económica, social y de seguridad en la que la extrema izquierda a la cabeza de Petro ha llevado a Colombia.
La realidad es que la izquierda demostró que es muy buena engañando a través de las comunicaciones, pero a la hora de gobernar, le quedó grande el país. A los colombianos no les quedaron más ganas de seguir votando por estas políticas fracasadas, lo demostraron en las elecciones regionales del pasado octubre.
Vicky Dávila es una periodista que, aunque no es una política, su trabajo y sus denuncias de corrupción han estremecido al mundo político. Ella ha desempeñado un papel influyente en nuestro país por medio de su trabajo en los medios de comunicación, y millones de colombianos lo reconocen. Su carrera ha estado marcada por su cobertura de temas de corrupción, seguridad, economía y poder, lo que la ha convertido en una figura destacada y, en ocasiones, controvertida dentro del ámbito político.
Dávila se ha hecho conocida por su estilo confrontacional y por abordar temas sensibles que otros periodistas no son capaces de hacer. Su trabajo ha tenido un impacto significativo en el debate público en Colombia, especialmente en lo que respecta a la transparencia y la rendición de cuentas en el gobierno.
Uno de los momentos más relevantes en su carrera fue la revelación de un escándalo conocido como la Comunidad del Anillo, un caso de presunta corrupción y abuso de poder dentro de la Policía Nacional de Colombia. Esta investigación periodística llevó a la renuncia del entonces director de la Policía, el general Rodolfo Palomino, y puso en el centro de atención la relación entre el periodismo y el poder en Colombia. También el reciente caso de corrupción más grande en la historia de nuestro país: la UNGRD.
La directora de Semana ha tenido en jaque al Gobierno Petro y muchas veces lo ha puesto a tambalear gracias a sus denuncias, en las que le muestra al país la realidad de un gobierno corrupto que se hizo elegir presuntamente con dineros de dudosa procedencia (hechos denunciados por el mismo hijo del presidente ante la Fiscalía).
Aunque Vicky Dávila no ocupa un cargo político, su influencia en la política colombiana es indiscutible. A través de su labor periodística, ha sido capaz de cuestionar a las élites políticas y generar un mayor escrutinio público sobre sus acciones. No tiene acuerdos con nadie y eso le da la libertad de hacer lo que hace sin titubear. Sin embargo, también ha sido objeto de críticas, especialmente de nuestros propios colegas, quienes hoy son sus grandes enemigos. Doloroso es tener que escuchar al aire que un propio colega con el que comparto espacio como columnista, le dé palo a la directora del medio para el cual esta persona también escribe. ¿Qué se le podría llamar a eso? ¿Envidia porque no han logrado lo que ella sí? ¿Quieren su cargo?
Petro, junto con sus bodegueros pagos con los impuestos de los colombianos, puso a rodar el nombre de Vicky Dávila con sus constantes ataques a la libre prensa, pensando que con eso lograría minimizarla y ponerla como una candidata diminuta a su lado. Con lo que no contaba el inquilino de la Casa de la Nariño fue que el enano se le creció y generó el efecto contrario. Pensó que desdeñando sobre la imagen de Dávila generaría un efecto de rechazo, mientras que ella, al responderle con argumentos a todos los escándalos en los que se ha visto inmiscuido este gobierno, empezó a reunir unos apoyos importantes en la población colombiana que la tienen punteando en las encuestas como el mejor prospecto para llegar a la presidencia.
La respuesta a la pregunta de si Colombia está lista para una mujer presidente: ¡sí! Nuestro país está listo para ser dirigido por una gran mujer como lo es Vicky Dávila.