Hoy los colombianos experimentamos un gran vacío en eso que tal vez parezca trillado y desgastado, pero que tan difícil y escaso es de poder sentirlo en aquellos que por obligación de sus cargos necesitan de este: el liderazgo.

Muchos tienen un sinnúmero de definiciones, pero quedarnos con estas no es suficiente, cuando vemos qué tan importante es poder tenerlos al frente de grupos humanos y donde cada uno de ellos nos muestre con su ejemplo, capacidad motivadora, capacidad de gestión, capacidad comunicativa, capacidad de negociación, capacidad de resolución, carisma, entusiasmo, escucha activa, don de gentes, honestidad, visión, disciplina, buena imagen y capacidad para tomar decisiones. Estas son algunas de tantas fortalezas que quisiéramos ver nuevamente en esos líderes que tanto exige el país.

Sin duda alguna los tuvimos a lo largo de la historia y en los momentos más aciagos de la misma. Pero por vicios, que ya se volvieron “prácticas comunes”, esta figura de líder se ha ido extinguiendo por tanta contaminación, no solo en Colombia, sino en el mundo.

Por lo anteriormente expuesto es que la mayoría de los colombianos estamos preocupados y muchos lo expresan de diferentes maneras. Es tanta la preocupación que se hace necesario mirar desde ya quienes son los que después de dos años y medio inicien a mostrarse como los nuevos líderes, que se entreguen con alma, cuerpo y corazón, y así poder organizar lo que nos dejen de país. Al paso que vamos solo hemos podido experimentar todo lo contrario a lo que nos enseñaron de un verdadero líder. Y de esta manera podría enumerarles infinidades de situaciones, que identifican a una persona que sin duda alguna no se alinea a los rasgos del líder que todos queremos. Aquí hemos visto que reina el odio, el rencor, las intrigas, las persecuciones (que ya se ven venir), las arbitrariedades, el capricho, la soberbia, la falta de empatía, la falta de flexibilidad, la falta de tiempo; porque a todo llega tarde, no escucha a su equipo, a todo momento está viendo enemigos por todos lados y a cada uno quiere inventarle una historia tergiversada y a su acomodo; jamás potencia las virtudes, pero sí realza los defectos. A esta persona se le podría denominar lo que conocemos como líder negativo.

Por esta razón, quiero dejar un mensaje de motivación a todas las personas que por sus cargos deben exigirse a sí mismos como hombres y mujeres ejemplares en su actuar: ser coherentes y que actúen en consecuencia con sus ideas o con lo que expresan. Y no es más sino alinear y conectar lo que piensan, lo que dicen y lo que hacen. No olvidar que lo peor que pueden hacer ante sus subordinados es mostrarse como un mentiroso, como un ambicioso, como un ser indolente y que por el cargo que ocupan, pueden atropellar a quienes los llevaron al mismo. El líder se caracteriza por escuchar y orientar, y esto lo relaciono con dos aspectos que el general Norman Schwarzkopf al calificarlo decía: “El ser ‘líder’ es una combinación entre estrategia y carácter, y si nos tuviera que faltar una de las dos, que sea la estrategia”, concluía el militar, dando a entender así la preferencia de la acción sobre la reflexión.

Cuando se ejerce de líder, jefe o comandante, o si existen más personas que dependen de ustedes como líderes de una organización, comunidad, institución o como lo queramos ver, es muy importante tener presente el que sean conscientes que cada uno de ustedes representa una figura de autoridad y que sin duda alguna esas personas que lideran proyectarán cosas en ustedes. En tal virtud se hace necesario una alta dosis de responsabilidad en mantenerse concentrados en sus objetivos. Jamás se permitan ni en pensamiento enredar las cosas. Los líderes se deben caracterizar en ayudar a la gente a recordar por qué están donde están, cuál es su papel y cómo contribuyen a la organización. El verdadero líder debe tener su carácter bien definido, para bien de lo que en su momento con su cargo representa. De esta manera sus liderados se sentirán a gusto y orgullosos de su actitud, y con su sola postura estará dejando un gran legado para quienes le sucedan. Solo espero que al final de estas líneas los futuros líderes tengan claridad en lo que significa liderar para construir un futuro mejor.

Un futuro que nos dé la tranquilidad de poder dejarles a los que vienen detrás de nosotros algo mucho mejor a lo que recibimos. A esos líderes que Colombia exige les digo que se preparen para los retos que les esperan, porque seguramente serán muchos, y solo hombres y mujeres de convicciones, principios, valores y con un cimentado respeto hacia los demás, infundado desde sus hogares, podrán cumplir con lo que se espera de ustedes. De una vez por todas dejen de seguir pensando en saciar sus ambiciones personales y seguir jugando con el sentir de todo un pueblo. Necesitamos ser de verdad un país donde reine la pulcritud, la honestidad, la transparencia, el trabajo mancomunado entre todas las instituciones sin distingo de absolutamente nada. Vemos que se diseñan lemas, eslóganes, frases, en fin, todo tipo de propaganda política, para dejar una marca de su paso por ese cargo de liderazgo, pero que no se ve el producto final de lo que estas dicen o quieren dejar en la retina o mente de quienes las vemos.

Finalmente, Colombia exige líderes comprometidos con su país. Que solo aspiren a sumar, multiplicar, mejorar, fortalecer, impulsar, construir, servir y que propendan por el bien común. Los colombianos no queremos líderes negativos con una actitud destructora, dañina, perversa y que todo el tiempo estén pensando en dividirnos con base en ideologías.

Iniciemos a preparar un futuro próspero y respetuoso del amarillo, azul y rojo de nuestra bandera colombiana y de su gente buena.