Ahora que le quedan dos años de mandato a Petro, han empezado a llover propuestas gubernamentales sin mucho fondo analítico para reactivar la economía que, de ser adoptadas, generarían un impacto negativo significativo para el país. En su discurso en el Foro de Reactivación Económica, el presidente hizo una elegía a la economía cafetera del siglo pasado, puntualizando su generación de empleo en contraposición de lo que él llama la economía carbonizada y apoyando la migración de nuestra matriz energética a energías limpias.

Detrás de su discurso, hay un profundo desconocimiento del sector eléctrico que hace que la política pública del gobierno y su estrategia sean erradas. Desconoce el presidente tres principios fundamentales como sigue:

Primero, no toda la energía es igual. La curva de consumo de energía es sumamente variable dependiendo de la hora del día, con un consumo concentrado de las 4:30 a. m. hasta las 7:00 a. m., al medio día y de las 6:00 p. m. a las 10:00 p. m. Dado que la energía no se puede almacenar rentablemente en grandes cantidades, la matriz de generación de energía debe estar diseñada de manera a que pueda responder a estos picos de demanda.

En Colombia, la energía generada por las hidroeléctricas sirve para copar la demanda de base, porque no es costo eficiente prenderlas y apagarlas durante el mismo día. Lo mismo ocurre con la energía alternativa, es decir, la eólica y la solar principalmente, ya que el ser humano aun no puede poner a soplar el viento o a brillar el sol de manera más intensa en las horas de más consumo.

Por lo tanto, toda matriz energética necesita incluir centrales que puedan aumentar la capacidad de generación rápida y económicamente para esas horas de alto consumo, lo cual se logra con las centrales térmicas, aquellas que funcionan con combustibles fósiles como el carbón, el gas o líquidos como el ACPM. Si, como propone el presidente Petro, se reemplaza la generación térmica por generación de energías alternativas, el sistema no tendría la capacidad para responder a la demanda de horas pico, y tendríamos racionamientos a esas horas.

Segundo, el país también necesita diversificación de su matriz de generación energética en el largo plazo. Por ejemplo, durante un fenómeno del Niño, la capacidad de generación hidráulica puede caer significativamente por falta de lluvias, así como una temporada de vientos menos fuertes o de menos intensidad lumínica solar, puede limitar la capacidad de generación de las energías alternativas.

En estos escenarios es indispensable tener una participación de la generación de energía térmica, ya que independientemente de las condiciones climáticas, el petróleo, el gas y el carbón se pueden almacenar y pueden entrar a reemplazar la generación del resto de tecnologías. No tener una participación significativa de las centrales de generación térmica en la matriz energética de un país, como propone el presidente Petro, es un suicidio económico, si se tiene en cuenta que la energía más costosa siempre será la que no se tiene.

Tercero, cuando se desarrolla una solución de generación de energía, el costo total del kilovatio hora no solo corresponde al “combustible” que se utiliza en la generación y los costos de mantenimiento de la central, sino que también se debe considerar la inversión de capital que hay que hacer en infraestructura. Puede que el paso del agua del río Cauca no tenga un costo significativo para Hidroituango, pero la infraestructura que hubo que construir, con su presa, su sala de máquinas y la compra de tierras es significativamente más alta por kilovatio hora que la inversión (CAPEX) que hay que hacer para construir una generadora térmica.

La gráfica que utiliza el presidente Petro, como parte de su argumentación para justificar el cambio de las centrales térmicas por energías alternativas, que compara el costo del “combustible” y los gastos de operación de las diferentes tecnologías, es deshonesta intelectualmente porque ignora la inversión. Como cuando se comparan fotocopiadoras para compra, no se puede considerar exclusivamente el precio por copia (en papel tinta y energía) sin tener en cuenta cuánto vale la fotocopiadora en sí.

Por último, argumentar como lo hace el presidente colombiano que las energías limpias son menos nocivas para el calentamiento global es altamente discutible. Las energías alternativas, cuyo nivel de flexibilidad puede compararse con la generación hidroeléctrica, consumen una gran cantidad de energía y recursos naturales no renovables en su fabricación, que compensa su bajo nivel de contaminación en la operación.

Presidente, hay que ser honesto intelectualmente. Negarles a los inversionistas el retorno por su inversión en infraestructura al bajar el precio de la energía regulatoriamente es acabar la inversión en generación y, condenarnos en algunos años a las oscuras épocas del apagón. Si quiere lograr una matriz de generación eficiente y menores costos de energía para el país, más bien concéntrese en disminuir los costos de los combustibles permitiendo la exploración de gas en Colombia y tome medidas para que las comunidades no extorsionen a los desarrolladores en la construcción de la infraestructura.

Adicionalmente, en vez de echar plumazos, amplie la capacidad de las redes de transmisión para que nuestra costa norte consuma más energía limpia de la que se produce con las hidroeléctricas del interior y que a su vez contribuya con su generación térmica a la demanda del centro del país. Nuestro sistema de transmisión requiere inversión para solucionar los cuellos de botella y conectar al sistema nacional las nuevas plantas de generación de energía limpia.