Recientemente el Gobierno nacional entregó su propuesta de Plan Nacional de Desarrollo al Congreso de la República para su estudio y aprobación. Celebramos que contempla varios de los asuntos que urgen para garantizar los derechos de la niñez como lo es la nutrición en la primera infancia. Y hacemos un llamado para que se incluyan aquellos que no están y que no aguantan más aplazamientos.
Es interesante la concepción sobre el Derecho Humano a la Alimentación (DHA) que evoluciona la forma de entender la seguridad alimentaria. Son acertados los tres planteamientos esenciales que propone: disponibilidad de alimentos, que implica el mejoramiento de la productividad y la competitividad del sector agropecuario; accesibilidad, que supone circuitos cortos de producción, comercialización, encadenamientos productivos, servicios logísticos y transporte; adecuación, que impacta directamente la salud y la nutrición de los seres humanos: la lactancia materna, los hábitos de alimentación, los apoyos para complementar la alimentación de los hogares y la confluencia de medidas para evitar y atender la malnutrición y sus devastadoras consecuencias.
Esta mirada amplia, que da valor a la prevención y no solo a la emergencia, tiene el potencial de ser más efectiva y de permanecer, si se logran los cambios de fondo.
Es grato encontrar las voces de la sociedad civil en el texto, pues muchas de las recomendaciones de NiñezYa tras su análisis de la primera versión del Plan fueron acogidas; no obstante aún faltan asuntos relevantes en un plan que tiene como soporte e inspiración el que Colombia sea potencia mundial de la vida. Su inclusión no puede postergarse más.
El primero es la ejecución de las encuestas quinquenales de nutrición y salud (ENDS y ENSIN) ausentes en Colombia desde 2015. Solo con un instrumento de medición vigente se puede hablar de cumplimiento. Segundo, para hablar de cumplimiento e impacto se necesitan metas e indicadores de seguridad alimentaria, desnutrición aguda, desnutrición crónica y lactancia materna, en línea justamente con el citado alcance del Derecho Humano a la Alimentación y más aún, de cara a los compromisos del Estado colombiano para alcanzar los ODS en 2030. Ante la determinación que sugiere el Plan la medición de estos fenómenos es lo que da bases concretas para actuar.
Otro punto fundamental que necesita ser incluido es contar con la estructura institucional que proteja y garantice los derechos de la niñez como su nutrición. Se plantean en el Plan múltiples sistemas: el de Igualdad y Equidad, el Sistema Nacional de Cuidado, el de Protección Social Universal y Adaptativo, el de Garantía Progresiva del Derecho a la Alimentación Adecuada, el Sistema Nacional de Seguimiento y Monitoreo para la Superación de la Malnutrición, el de Monitoreo de la Violencia Basada en Género y el Sistema Nacional de Convivencia para la Vida. Sin un claro liderazgo y una articulación entre sectores estos sistemas corren el riesgo de quedar en el papel. Tenemos algunos que persisten sin grandes resultados, de ahí la premura de concretar funciones y prever su interacción.
Y para que lo planeado y conceptualizado se materialice en favor de la niñez, estas grandes apuestas deben estar financiadas. Es clave conocer en la desagregación del monto asignado para el Derecho Humano a la Alimentación cuánto corresponde a cada uno de los tres mencionados planteamientos (disponibilidad, accesibilidad, adecuación). En lo que respecta a los derechos y a la protección de la niñez, aunque tiene un capítulo en la parte narrativa del plan y está presente en su articulado, no tiene un presupuesto asignado de manera diferenciada.
Hay muchas razones que consideramos obvias para hacer este nuevo llamado en nombre de la niñez colombiana antes de la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo. No solo por ser vulnerables y depender cien por ciento de las decisiones de los adultos, o porque se ha entendido y declarado en todos los escenarios posibles que sus derechos fundamentales deben prevalecer. Cuenta además y sobre todo el hecho de que es en el inicio de la vida cuando cada ser humano tiene la mayor posibilidad de aprovechar su potencial si recibe lo esencial para su desarrollo.
En especial los niños y niñas menores de 5 años hoy no pueden reclamar ni decidir, dependen del Congreso de la República para recibir un tratamiento consecuente con sus derechos y necesidades. Para ellos no hay elecciones.
Bien decía Nelson Mandela: “No puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad, que la forma en la que trata a sus niños”.