La profecía del annus horribilis que nos cantó la Revista Semana en una de sus primeras ediciones de 2016 y que al gobierno le pareció una total exageración, no sólo se ha venido cumpliendo rigurosamente en estos primeros 50 días del año sino que además amenaza con ponerse mucho peor por cuenta de la disminución de la confianza ciudadana en los líderes del momento.La sucesión de infortunios es más o menos así: la sequía nos inauguró con un cuadro preocupante en 29 de los 32 departamentos del país. Como siempre, los fenómenos naturales nos cogieron con los calzones abajo. Luego vino la venta de Isagén -¡vaya paradoja!- en momentos en que nos preocupaba como nunca la generación de energía. Estas noticias fueron sazonadas por un aumento del salario mínimo -¡verdaderamente mínimo!- seguido por el dato de una inflación con la que nadie contaba y una cotización del dólar que superó todas las barreras esperadas. Como si ello resultara poco, las tragedias institucionales vinieron por cuenta de los escándalos del defensor del pueblo y la policía nacional. En estos días también nos vinimos a enterar de dos horrores más: los sobrecostos de Reficar y la noticia de que en los últimos 17 años, por lo menos 100 personas han sido descuartizadas en las cárceles colombianas.De remate aparecen las recientes muertes de niños en el Chocó y en La Guajira, que en realidad se suman a otras 4,000 acumuladas que fuimos dejando pasar como si nada y que empeoran seriamente este difícil arranque de año.Sin defensor del pueblo, próximamente sin fiscal y con dudas frente a la permanencia del procurador, no cabe duda de que estamos en pleno despiporre y que la falta de líderes que nos ayuden a transitar por estas dificultades es lo más grave de todos nuestros males.Santos parece perdido en su propio laberinto; errático, desgastado y con una credibilidad si acaso comparable a la de las Farc que en este crudo recuento de los primeros dos meses del año, sólo enreda más las cosas tratándose de la esquiva paz. Uribe por su parte no ha logrado capitalizar el descontento popular y los liderazgos emergentes como los de Claudia López o Sergio Fajardo se quedan cortos.Los llamados sectores sociales tampoco proponen salidas razonables a la crisis y salvo una convocatoria de paro nacional para el próximo mes de marzo que puede terminar en lo mismo que las protestas de Transmilenio, no avanzan en soluciones concretas que contribuyan al azaroso futuro de este país.Sin confianza en nuestras instituciones y sin confianza en quienes las dirigen, todo esto puede ponerse aún más feo en el corto y mediano plazo. ¿Será esta la tormenta perfecta que nos llevará a la constituyente? ¿Será esa constituyente la que nos permita salir de esta encrucijada? ¿Aguantará el bolsillo de los colombianos de aquí a allá para recomponer este desastre? Preguntas, sólo preguntas y mientras tanto, despiporre. Twitter: @JoseMAcevedo