No han sido ni el Congreso ni las cortes los que han mostrado interés por solventar el maltrato animal al que han estado sometidos los famosos caballos cocheros, fue la sociedad civil la que logró lo que por años ha sido una denuncia estéril.
El 2024 llegó con una sorpresa para la Ciudad Amurallada. El anhelo por mejorar el estado de los caballos cocheros de Cartagena se ha podido materializar con la presentación del primer coche eléctrico. A pesar de que este tan solo es un prototipo, la transición hacia un turismo más sostenible ha empezado y las voces de quienes por años denunciaban el maltrato animal parecen haber sido escuchadas.
Alejandro Riaño, alejado de la polémica de su personaje, Juanpis González, es una de las personalidades que impulsó dicha iniciativa. Logró unir a 3.150 colombianos en torno a la financiación del proyecto que evolucionaría esta práctica hacia un turismo innovador y amigable con el medio ambiente, sin menospreciar la tradición y la historia que por años ha envuelto esta labor. Fueron 100 millones de pesos los que el comediante, en tan solo un día, recaudó.
La importancia de este hecho recae en la concientización de la sociedad que paulatinamente llevó a un cambio de perspectivas. Sin dejar de lado la esencia de una práctica centenaria, las partes involucradas aceptaron el diálogo que los ha llevado a una especie de acuerdo en el que todos ganan: comunidad, trabajadores y animales.
Bajo este modelo, los pobres caballos ya no tendrían que estar expuestos a largas jornadas bajo el sol, posiblemente sin la hidratación necesaria. Informes de años pasados revelaban que muchos de los caballos que tiraban de los coches sufrían de laceraciones en la piel, un mal herraje y una desnutrición que los mostraba en los huesos.
Hoy, son sesenta los caballos cocheros que se movilizan por las calles de Cartagena, sesenta caballos que podrían estar en una mejor condición con este modelo puesto en marcha. La Alcaldía de Cartagena sería la encargada de seguir estructurando el proyecto. No obstante, mientras llegan los otros dos prototipos propuestos desde la Asociación Cartagenera de Cocheros, se haga la evaluación debida y se estructure correctamente el marco normativo, los caballos cocheros seguirán en funcionamiento.
La iniciativa todavía necesita tiempo para aplicarse, sin embargo, debe ser motivo de celebración que desde el inicio del año este tema ya está en la agenda distrital y los acuerdos a los que han llegado permiten ver un futuro esperanzador. Ahora bien, su origen fue la sociedad civil y eso no puede quedar en la indiferencia.
La voluntad de cambio no se la podemos dejar exclusivamente a los políticos y esta iniciativa demuestra que la sociedad, si se agrupa en torno a objetivos claros, logra influir con un poder mucho más arrollador que unos cuantos proyectos legislativos.
Desde las anteriores elecciones presidenciales hemos escuchado un ramillete de discursos utópicos sobre el “cambio” que no han llenado a las expectativas propuestas. El 66 % de la población, con tan solo un poco más de un año, ya ha mostrado su desaprobación frente a la figura pública que lo representa.
Hoy, la sustitución de los vehículos de tracción animal en Cartagena es una realidad y todo gracias a la gente común y corriente que no esperó a que unos cuantos encorbatados respondieran a su reclamo. El cambio, cuando nos lo proponemos, no es tan lejos de como se nos pinta.