Que el fútbol enciende todo tipo de pasiones y muestras de intolerancia, se hizo evidente durante el Mundial que acaba de pasar. Cuando estas se presentan entre hinchas de países en disputa resulta si se quiere comprensible, pero lo sorprendente es que ocurran entre colombianos, o sea entre hinchas del mismo equipo, como en los dos casos que voy a referir: Fabio Andrés Olarte Artunduaga, columnista de Las2orillas.com, en “Diatriba contra memes de Pablo Escobar” definió como “estúpidos” a “esa raza de colombianos que se encargó de mostrar al planeta entero cuál hubiese sido la reacción del mayor narcotraficante de la historia del mundo, Pablo Escobar, si estuviese vivo”. Se refería a los que tras el partido Brasil–Colombia, en el que la FIFA metió la mano para favorecer al primero, expresaron su enojo publicando memes con “la imagen de la persona que probablemente más daño le hizo al país”. De otro lado, Santiago Molina Roldán, columnista de Kienyke.com, el día del partido Alemania-Brasil escribió esto en su página de Facebook: “Estúpidos esos que apoyan a Alemania solo porque Colombia no pasó en el partido frente a Brasil. Otra cosa es que apoyen a Alemania por buen fútbol”. A lo cual otro columnista, Jhon Mejía Anaya de Olapolitica.com, le respondió con que “yo apoyo a Alemania porque Brasil ha sido beneficiado por el arbitraje desde el primer partido y no creo que eso me haga estúpido". Lo cierto es que en ambos casos me sentí aludido: en el primero porque el día anterior reproduje en mi FB el meme donde se ve a Escobar persiguiendo por un pastizal al árbitro español que nos sacó a la brava, y en el segundo porque apoyé a Alemania contra Brasil –por simple despecho, no lo niego- y después de la goleada publiqué esto: “La lógica conclusión de ese 7-1 es lapidaria: Brasil no merecía estar en cuartos de final. Colombia sí. Y Alemania desnudó el engaño”. La pregunta que me sigo haciendo, de todos modos, es si tanto los que publicaron ese tipo de memes como los que por razones puramente emocionales apoyaron a Alemania contra Brasil se merecen el calificativo de “estúpidos”. En el primer caso, Olarte sustentaba así su planteamiento: “No me imagino a un ciudadano de Berlín, con postdoctorado en Física Cuántica, compartiendo fotomontajes de Hitler persiguiendo a judíos tras perder Alemania la Copa del Mundo de Baloncesto con Israel”. (Comparación por cierto forzada, pues el problema de Escobar no fue con España ni con árbitros de fútbol). Fue ahí cuando recordé la saga de divertidos videos que desde tiempo atrás se vienen publicando en Youtube con el título “Hitler se entera que…” (sic), los cuales van desde cuando le cuentan que Uribe ganó el título de Gran Colombiano, o que Argentina pasó a la final, o incluso uno donde se entera de que hacen videos sobre él. Y me pregunté entonces si es que queda prohibido utilizar a Hitler para propósitos humorísticos, o si el creativo libretista de tan variados temas es un estúpido, o si será que pudo haber ofendido a Israel, o a Argentina, o a Alemania, o a Álvaro Uribe… Y llegué a la conclusión de que el problema en últimas atañe a la defensa de la libertad de expresión, pues a nadie en la red se le puede prohibir expresarse como le venga en gana mientras no haya apología del delito, y en caso de que alguien lo considere ofensivo también tiene libertad para decirlo: “no estoy de acuerdo con que fulano diga esto o publique aquello, por esto o por aquello”. Pero al definir como estúpidos a los que se manifiestan mediante ese tipo de humor, están cayendo –ellos sí- en soberana estupidez, al pretender pisotear con su rayana intolerancia a quienes tienen su propia manera, por floja o ridícula que fuere, de ver las cosas. Al que no le guste algo, le basta con ‘cambiar de canal’. Ahora, que si considera estúpidos a los que confeccionan o publican esos memes, está en su derecho de pensarlo. Pero al decirlo ofende y, de paso, desnuda su propia estupidez. Vayamos ahora al “sentimiento” de solidaridad que millones de colombianos tuvimos con Alemania contra Brasil, después del partido en que Colombia fue eliminado con la eficaz contribución del árbitro. ¿Es que acaso los sentimientos no cuentan, sabiendo de antemano que el fútbol es una cuestión ligada a pasiones patrióticas o preferenciales? “Razones tiene el corazón que la razón no entiende”, decía Pascal. ¿Son una partida de estúpidos los que como el suscrito anhelaron y se reconfortaron con la goleada que Alemania le metió a Brasil, confirmando así que nunca mereció estar en cuartos de final, como se corroboró hasta la saciedad cuando Holanda con un contundente 3-0 lo mandó a ese cuarto lugar que en realidad debió ser por lo menos el octavo? Así las cosas, a la hora de expresar opiniones sobre fútbol no es posible descalificar como estúpidos a los que tienen su propia y respetable visión de las cosas. Quien recurre a esa clase de epítetos lo hace con la expresa intención de ridiculizar u ofender al oponente mientras pone cara de importante, y corre el riesgo de que le respondan con su misma fórmula: “¡Más estúpido será usted!”, o algo por el estilo. Y digamos que quizá no lo sea más, pero sí en similar proporción de estupidez. Tal para cual, mejor dicho. DE REMATE: Hablando de intolerancia, no hay procurador sectario que dure cien años ni Colombia que lo resista. Bienvenida su justiciera partida. En Twitter: @Jorgomezpinillajorgegomezpinilla.blogspot.comjorgegomezpinilla@yahoo.es