Mientras que se celebra la COP 16 y nuestro país muestra las bellezas que tiene, se informa sobre un aumento alarmante de las hectáreas sembradas de coca y una producción sin precedentes de cocaína que nos coloca a la cabeza de este renglón.
En medio de tantos discursos y shows musicales y no musicales, se olvida que la producción de cocaína es precisamente una de las mayores causas de contaminación de los ríos y de una alarmante e incontrolable desforestación, que nos está pasando la cuenta.
Naturalmente que se muestra la diversidad cultural, pero no se menciona que algunos grupos indígenas en el sur occidente del país son los que controlan los cultivos, los laboratorios y las rutas del narcotráfico, en coalición con grupos armados, que han optado cada vez más por el recurso de secuestrar a unidades militares y policiales que nada pueden hacer.
Hablamos de la Amazonía, pero no se tiene que hacer mucho esfuerzo para saber que el narcotráfico y la minería ilegal están causando que la región amazónica colombiana se vaya corriendo inexorablemente hacia el sur.
Al mismo tiempo, los asistentes pueden ver en vivo y en directo que los ríos que quedan, incluyendo naturalmente los que desembocan en el Pacífico, procedentes de la cordillera occidental, están repletos de mercurio por efectos de la minería ilegal y de la producción de cocaína. Esta tragedia también está acabando con la pesca de subsistencia y generando graves riesgos para la salud de los pobladores a sus orillas, quienes no tienen otra opción para alimentarse.
También los asistentes habrán apreciado que la inseguridad es galopante y que, para asegurar el desarrollo del evento, se ha tenido que realizar un despliegue militar y policial sin precedentes.
Seguramente los delegados estarán muy agradecidos con Mordisco. Aunque en un principio pidió a la gente que no viajara a Cali, luego uno de sus voceros señaló que no cometerían atentados durante el desarrollo de la conferencia.
De igual manera, la importante reunión ha servido de marco para hacer constantes arengas políticas que solo se daban en Venezuela y en Cuba, la cual está —una vez más— sin luz, sin agua y en una crisis económica sin precedentes.
También deben respirar tranquilos, ya que no les va a tocar pasar por Bogotá en marzo del año entrante, puesto que sus ocho millones de habitantes, por falta de agua, van a ser evacuados de la ciudad con la ayuda de soldados y policías. De pronto, Cuba, de donde ha salido el 20% de su población en los dos últimos años, y Venezuela, de donde han salido 8 millones, serán buenos destinos.
Así que a alistar maletas, ya que la comunidad internacional ya tomó atenta nota de la situación de nuestro lindo país colombiano.