El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, en una reciente intervención en Teleantioquia, se refirió a sí mismo como un experto en telecomunicaciones para justificar su postura sobre el negocio potencial de venta de la participación del 50 % de EPM en Tigo UNE. En efecto, el alcalde, que se desempeñó como viceministro de esa cartera, se vanagloria de sus conocimientos del sector pero demuestra con sus afirmaciones que su conocimiento en estructuración y evaluación financiera de negocios es particularmente deficiente.
Las declaraciones televisadas del alcalde se dan en medio de la reactivación en el Concejo de Medellín del proceso de aprobación de la venta de la participación remanente del 50 % que tiene EPM en el operador Tigo UNE. De acuerdo con la cláusula de protección del patrimonio acordada con Millicom en la transacción de fusión de 2014, EPM tiene que iniciar un proceso de venta por Ley 226 (utilizada para vender activos públicos) si quiere vender su 50 % en la empresa.
Si EPM no consigue comprador para su 50 % en Tigo UNE, Millicom tiene la opción de comprarla al precio ofrecido por EPM en el marco de la Ley 226, y si no ejerce esta opción, EPM puede forzar a Millicom para que vendan conjuntamente el 100 % de la empresa a un precio definido en una valoración independiente. En esta cláusula diseñada por los directivos de EPM y de UNE no hubo intervención alguna de Daniel Quintero, como él lo afirma equivocadamente en la entrevista, ya que por esa época se encontraba lanzando su partido político del tomate.
Con el fin de justificar su posición con respecto a la transacción, Quintero compara a Tigo UNE con una casa que fue propiedad de EPM y de la cual se vendió la mitad en 2014, entregándole las llaves, es decir el control, a Millicom. A continuación, el alcalde se indigna porque EPM siendo dueño de la mitad de esa casa, ni siquiera puede entrar y además, porque la casa manejada por Millicom, dio pérdidas en 2021 y requiere muchas reparaciones hacia adelante.
Lo primero que hay que dejar claro es que la transacción en la cual EPM disminuyó su participación en UNE de 100 a 50 % se dio justamente porque la junta directiva de EPM reconoció visionariamente que la casa no solo iba requerir reparaciones sino que su precio de venta iba a caer significativamente. Otras casas en esa misma cuadra, como la de ETB, que valía COP 513 por acción en el momento de la fusión de UNE, vale COP 180 por acción hoy, 65 % menos. A nivel internacional los precios de las casas de los operadores Telefónica y Millicom han visto caer su valor de mercado en 70%. Hasta Pambelé podría aclararle al alcalde que es mejor disminuir la participación en una compañía que a futuro va a exigir inversiones significativas y perder valor.
Esa visión financiera que el alcalde desconoce es la guía principal en la estructuración de las fusiones y adquisiciones. ¿No consideraría el alcalde disminuir su participación accionaria en una casa cuyo precio va a caer, no da utilidades y requiere inversiones enormes en reparaciones? Esa decisión fue la que tomó la junta de EPM en la administración Aníbal Gaviria, justamente para preservar el patrimonio público.
Desafortunadamente por posturas como la del alcalde Quintero, es que en 2014 no se pudo lograr la enajenación del 100 % de las acciones de UNE, lo cual en retrospectiva hubiese sido una mejor decisión. El resultado en la aprobación de la fusión de 2014 en el concejo de Medellín, once contra nueve, es prueba irrefutable de lo anterior.
Para ratificar con claridad que la transacción de 2014 fue acertada, hay que comprobar si EPM recibió buena plata en la transacción inicial y luego, si el 50 % que se quedó tuvo un mejor desempeño financiero que el que hubiese tenido sin el acuerdo de fusión.
El dinero que recibió EPM por fusionarse en 2014 fue pagado a un múltiplo EBITDA (una aproximación a la caja, antes de inversiones, que generó la compañía) de 8,3 veces mientras en Latinoamérica se pagaba alrededor de 5,5 veces. Salir a afirmar que el negocio fue malo para Medellín sin analizar siquiera el precio de venta es una necedad, así como lo es también argumentar, con base en estadísticas alteradas sobre las conexiones de fibra de Medellín, que es nocivo que EPM haya firmado un acuerdo de no competencia con Millicom.
Con respecto al desempeño del 50 % restante el EBITDA de TIGO UNE bajo la batuta de Millicom creció de COP 1.3 billones en 2014 a COP 1.7 billones en 2021, mientras que el de ETB tuvo una caída de COP 555.000 millones en 2014 a COP 433.000 millones en 2021. En otras palabras mientras que la caja que generó UNE TIGO creció 30 %, la de la ETB en el mismo período cayó 22 %. Mal puede argumentarse que la gestión de Millicom en Tigo UNE fue deficiente.
En resumen, la transacción de fusión de 2014 fue absolutamente benéfica para EPM y Medellín, si se analiza desde la óptica de los negocios. Para completarla, está en lo correcto el alcalde en que el concejo de Medellín debe activar la cláusula de protección del patrimonio y buscar completar lo que no se pudo hacer inicialmente, es decir, disminuir a cero la exposición de EPM en el sector de las telecomunicaciones. Eso sí, si el concejo se equivoca y no aprueba la enajenación de la participación restante de EPM en Tigo UNE, no se genera el tal detrimento de COP 2 billones que menciona el alcalde. Eso sería equivalente a decir, estimado lector, que si usted no vende la casa donde vive, la pierde toda, así la mantenga.
Marc Eichmann fue presidente de UNE y participó activamente en la estructuración de la fusión de 2014.