Una de las frases mas trilladas en las campañas políticas y en las discusiones territoriales es que Colombia es un país de regiones, aunque esta expresión puede tener tantas interpretaciones como personas que la expresan. Pero tal vez en este momento sí se estén dando las condiciones para generar una agenda de desarrollo regional en todo el país, veamos por qué. En buena parte el proceso se ha dado por la creación de las Regiones Administrativas y de Planeación (RAP) establecidas tanto en la Constitución como en la Ley de Ordenamiento Territorial. Estas regiones, a diferencia de los CORPES y otros ensayos del pasado, nacen de la voluntad de dos o más departamentos que quieran asociarse. La primera en conformarse en 2014 fue la Región Central de la cual son socios Cundinamarca, Boyacá, Tolima, Meta y Bogotá. Luego en 2017 se conformó la RAP Pacífico con los 4 departamentos que tienen territorio sobre el litoral pacífico. En esta onda entró incluso el Caribe, que en el año 2010 sometió a las urnas la posibilidad de crear una región, propuesta que fue masivamente apoyada con mas de 2,5 millones de votos pero que lamentablemente luego se enredó en peleas de élites políticas lo cual congeló el proceso, mataron el tigre pero se asustaron con el cuero. Felizmente en 2017 se conformó la RAP Caribe, también el año pasado dieron el paso los tres departamentos del eje cafetero (Caldas, Risaralda y Quindío) y conformaron su Región. Este año se ha anunciado la conformación de la Región Amazorinoquia, la RAP entre Antioquia y Córdoba, también se avanza en la articulación de los dos Santanderes en una sola región. Así las cosas este año tendríamos por primera vez todos los departamentos asociados voluntariamente en Regiones Administrativas y de Planeación. Ahora bien ¿para qué sirve eso? ¿qué es lo innovador? Para usar una respuesta de economista: depende. Depende de qué tanto quieran los socios de cada RAP movilizar una agenda de desarrollo regional. La Región Central tiene una gran potencialidad para proveer de manera más eficiente productos agropecuarios al mercado de Bogotá y trabajar de manera conjunta temas como el turismo regional y la protección de los páramos, incluso temas como el RegioTram (el tren que conectaría a los municipios de la sabana con la capital) podrían ir más rápido si el alcalde de Bogotá entendiera la importancia estratégica de articularse con la región. El Pacífico tiene mucho por hacer en la generación de infraestructura, cierre de brechas sociales y proyección para la competitividad en la Alianza Pacifico. El Eje Cafetero no debería tener mucho problema en articular su agenda de innovación, desarrollo agropecuario y turismo de paisaje cultural cafetero. La Amazorinoquia tendrá el reto de hacer valer en el contexto nacional e internacional su papel como protectora del medioambiente y probablemente liderar la transición del modelo de extracción a uno más sostenible. El Caribe aunque es una región grande y compleja tiene una gran identidad cultural que debería permitirles llegar rápido a agendas concertadas de competitividad y desarrollo social, especialmente servicios públicos. Hay dos buenas noticias adicionales, por un lado el año pasado se aprobó la ley que permite a las regiones hacer el tránsito a entidades territoriales, por otro lado las Bases del Plan Nacional de Desarrollo recogen en buena medida esta regionalización, lo cual puede ser una oportunidad para que el gobierno del presidente Duque logre articular las dispersas inversiones sectoriales en regiones concretas con aliados en territorio que tomaron ya la decisión de trabajar articulados. Ojala la cosa siga así y sea este el momento de las regiones. (*) Experto en desarrollo regional y descentralización