La burocracia por naturaleza y de acuerdo a los resultados que arroja frente a diversas problemáticas sociales y económicas del país, no es la ruta más aconsejada para conjurar crisis que tienen su génesis en el abandono del nivel central a regiones como la Pacífica. Aún así, en ocasiones es necesaria. Como si los muertos fueran el presupuesto indispensable para que el Gobierno nacional envíe comisiones especiales pero transitorias a reparar lo que históricamente no ha remediado. Tumaco y Buenaventura, siendo los puertos más importantes del Pacífico, tienen a sus gentes doblegadas ante la violencia que les produjo el conflicto interno armado, ligado a la guerra del narcotráfico, con los mayores índices de pánico, ansiedad y síntomas de esquizofrenia, sin contar con la mayor tasa de pobreza y miseria. El 60 por ciento del comercio internacional marítimo del país sale por Buenaventura con ingresos importantes para su desarrollo. Sin embargo, como todo lo que toca la política, unas pocas familias devoran los presupuestos mientras que la mayoría se queda con las migajas, constituyéndose en una vergüenza ante las autoridades protectoras de los derechos humanos que ya se cansaron de hacer diagnósticos y proponer salidas sin ser escuchados. En Tumaco la situación es más grave. Aproximadamente el 80 por ciento de la población es pobre, no hay oferta de empleo para el 70 por ciento de sus habitantes, la violencia hasta el cuello aún en periodo de implementación del acuerdo de La Habana. Los niños abrigan la esperanza de que algún día aparezca un empresario del fútbol que los saque de ese mundo de ilusiones perdidas. Este artículo no deja de ser uno más entre los miles de escritos de quienes nos preocupamos por una Colombia con parajes a los que pareciera que no les llegara la mano de Dios o la letra muerta de la Constitución. ¡Presidente Santos!, nos parece bien que haya enviado por una semana al vicepresidente de la república a Tumaco, pero nos satisface más que lo envíe por un año. Eche mano del artículo 215 superior en forma inmediata, porque es notorio que sobrevinieron desde hace décadas hechos que perturban gravemente y en forma inminente el orden económico, social y ecológico de una región trascendente para nuestro territorio. Así podrá dictar los decretos con fuerza de ley destinados exclusivamente a erradicar las causas de esta miseria. ¡Señor presidente!, Nombre un ministro para el Pacífico y de conformidad con el artículo 337 de la Carta, establezca para esta región por ser una zona de frontera y marítima, normas especiales en materia económica y social tendientes a promover su verdadero desarrollo. ¡Cálmele la sed a quienes tienen resecos los labios, no por falta de agua, sino por la eterna ausencia del Gobierno!. ¡Honorables magistrados de la Corte Constitucional!, declaren el estado de cosas inconstitucional de la pasada, actual y futura situación del Pacífico si continúa con ese descuido. Emitan las órdenes que como jueces constitucionales le son atribuidas para obligar a las autoridades a tomar correctivos inmediatos frente a la muerte permanente de sus habitantes, unos por violencia política, otros por violencia del narcotráfico, otros porque miraron mal, otros porque son afros, otros por pobres… ¡Autoridades en general!, corran la nube que carga a Dios del centro del país hacia la región del Pacífico!. Las herramientas están puestas sobre la mesa. (*) Gutiérrez Morad & Calderón España – Abogados Constitucionalistas.