Hoy hay una oportunidad única para acabar con el mito de la Revolución cubana en la región. Llevan 65 años de revolución y no han construido nada. Hoy los cubanos son más pobres que nunca, no tienen comida, no tienen luz, no tienen salud, y a pesar de ello aún logran vender su mito con el apoyo de muchos dirigentes políticos de la región, que, claro, no viven allí.

Una campaña viral por todo el continente que muestre la verdadera realidad actual de los cubanos sembraría en las nuevas generaciones un anticuerpo que por lo menos los llevaría a cuestionar esa narrativa que profesores universitarios, que, claro, no viven allí tampoco, tratan de imponer a sus jóvenes estudiantes a lo largo y ancho del continente.

Cuba y su socialismo son un fracaso. Un fracaso absoluto donde solo la nomenclatura –es decir, los Castro, sus parientes y los altos mandos del partido y de las Fuerzas Militares y sus familias– vive bien, come bien y disfruta una vida lujosa a la que nadie en Cuba puede aspirar. Muy parecido a lo que pasa en Venezuela, donde los Maduros, Diosdados y Rodríguez y sus familias viven vidas de multimillonarios americanos y tienen cuentas bancarias de billonarios del mundo, algo que en Cuba también tienen los Castro y su familia.

La Cuba revolucionaria ha vivido siempre de otros. Primero fue de la Unión Soviética, que financió esa economía hasta su disolución en 1990. Nunca utilizaron esos recursos para construir una economía viable o un sistema social sostenible. Cuando los rublos dejaron de llegar Cuba, se desplomó. El PIB cayó 35 por ciento, como en Venezuela o en Argentina con los Kirchner, y comenzó lo que Fidel Castro llamó el “periodo especial”.

Luego se les apareció la virgen con Chávez, Venezuela y el petróleo. Volvieron a respirar, pero tampoco construyeron nada. Las cifras reales nunca las sabremos, pero un promedio de 65.000 barriles al año durante 13 años, de 2000 a 2013, con el barril a 50 dólares, cifra baja, pues muchos años estuvo a 100, muestra que Venezuela le regaló 15,5 billones de dólares a Cuba. Es mucho más, pues ellos vendían gran parte de ese petróleo en el mercado internacional a precios más altos.

¿Cuántos billones se quedaron en manos de la nomenclatura, es decir, los Castro, sus amigos y sus aliados? Si vemos la crisis de hoy en la que la economía ya cayó un 11 por ciento, va a caer más, y sin posibilidad de recuperación, pues con esos 15 billones no construyeron nada, el nuevo periodo especial muestra que Cuba solo sabe vivir de los otros. O, como me dijo un amigo, “el Gobierno cubano es la jinetera (prostituta) del Caribe. Se vende al mejor postor”. Ya está coqueteando con Guyana para acercarse y pedir, e incluso en Caricom le ha dado la espalda a Venezuela en votos para favorecer a Guyana.

¿Y cómo se compara el periodo especial de los noventa con el que hoy vive Cuba? “Durante el periodo especial, la atención en los hospitales, por supuesto, sufrió, pero nada que ver con la situación que se está viviendo hoy. Lo mismo puede decirse de la educación. Cuba venía con un sistema educativo robusto, con mucho capital humano. Eso ya no es así. Al contrario, ha habido una migración masiva de profesores bien calificados que afecta todos los niveles”, dice el economista Ricardo Torres, investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la American University en Washington, D. C.

No podemos perder esta oportunidad para destruir la narrativa de la izquierda y de sus aliados del Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla, entre otros, que tanto daño le ha hecho a la región. El fracaso de Cuba se dio con sanciones y casi sin sanciones (la Ley Helms-Burton es de 1996), lo que muestra algo que todos sabemos: el sistema es un fracaso y el embargo no es la causa. Claro, ellos repiten como loros, pero el ciudadano fácilmente se da cuenta de que, si en 65 años una revolución solo construye pobreza y miseria, el modelo es un fracaso. Me imagino videos virales de ciudadanos cubanos mostrando cómo viven hoy. Me imagino campañas en universidades de la región e incluso de USA –aunque allá la cosa es más difícil, pues la cultura woke se las tomó y este discurso lo cancelan– mostrando la realidad de la isla. Documentales, videos virales, libros, música, toda una campaña para destruir esa narrativa mentirosa de Cuba y sus amigos. Es hora.

Sí, sueño con esa campaña y hago un llamado a todos los amigos de la libertad en la región y en el mundo, en especial a la colonia cubana de Miami, para que no dejemos pasar este momento de gran debilidad de esa dictadura asesina y mafiosa que gobierna la isla. Con solo mostrar la realidad en redes sociales y hacer visible lo que allí pasa se comienza a ganar esta batalla. Antes era imposible porque controlaban toda la información. Hoy ya no lo pueden hacer.

Cuba, 65 años de revolución, pobreza y miseria. Ese debería ser el título de esta campaña. ¿Alguien me acompaña en este esfuerzo? Estoy listo.